En cuanto cuelgo el teléfono, mi estomago se aprieta, tengo una sensación extraña y los nervios me causan un ligero mareo, el timbre suena otra vez y me aseguro de que todo esté en su lugar, Alena está preparando la cena, y me aseguró que nadie sabía dónde estábamos, excepto Max y Anthony.
Haber escuchado la voz de Anthony había sido reconfortante, pero ahora, el miedo me recorría como una descarga eléctrica.
Al llegar a la sala, Alenna está a punto de abrir la puerta, me mira con aprehensión antes de girar la perilla, doy un grito ahogado al ver a la persona al otro lado de la puerta, con una sonrisa de tiburón y ropas oscuras, está Scott Constantine, el hombre que me quiere muerta
No me considero un hombre violento, solo una vez en toda mi vida me refugie en la violencia para calmar mi ira, y esconder el dolor. Ahora, estoy totalmente de acuerdo con Max cuando grita. — VOY A MATAR A ESE HIJO DE PUTA — Da un puño a la pared y destroza media habitación con dos furiosas patadas. Constantine está en la casa. Otto está vivo. Alenna acaba de ser golpeada de forma brutal. Cuando veo a Constantine arrojar una maleta pequeña en el rostro de mi chica, yo también estoy a punto de explotar. — Era una maldita trampa — me quejo, sintiendo la urgencia de golpear a alguien, Ethan me mira con preocupación — Llegamos a Múnich y ellas
Dónde está? — pregunta Scott, su voz es cavernosa y consigue paralizarme del terror, luego de la cena, el interrogatorio empezó, Alena me mira sin verme, está...ausente, obedece mecánicamente, Scott nota que la miro y se rie — ¿No es algo maravilloso la mente humana? Todos tienen un punto de quiebre ¿lo sabias?— Déjala…en.…paz — gruñe Otto, lo han atado en una silla junto a mí, luego de la cena se le veía mejor, pero estaba demasiado débil para defendernos— Vamos, Otto...creí que ya habíamos pasado por esto — se queja — ustedes los de fuerzas especiales...tan resistentes...Alenna me tom&oac
Demasiado pasa al mismo tiempo, yo me hago cargo de tres de los hombres en la entrada y Mac corre directo hacia el pasillo, Adeline grita y solo consigo un vistazo de Otto cayendo con ella en brazos antes de que mi vista se nuble por un golpe en la cabeza, el sabor metálico de la sangre en mi boca. Sacudiéndome, me pongo en acción, Scott tenía refuerzos, y no estoy sorprendido, el hombre frente a mi es enorme, pero demasiado pesado y lento, embisto contra él, el sofá está en el camino y caemos, una vez estoy en sobre él, lo golpeo, una, dos, tres veces antes de que el grito de Ethan me detenga — ¡Max! — maldiciendo, golpeo al hombre una vez más, su cabeza contra el piso antes de ponerme de pie, mi corazón se detiene al ver a mi hermano arrod
Abro los ojos solo para sentir dolor — tranquila, tranquila — dice una voz a mi derecha, hay luces y sombras que se mueven en mi campo de visión, el dolor punzante de mi costado y el terror que invade mi pecho se calman en cuanto unas manos cálidas se posan en mi cabeza — Tranquila, todo está bien. Es una mentira. Nada está bien, Otto está muerto, mis hijos están al otro lado del mundo y... Las lágrimas inundan mi visión, nunca quise nada de esto, solo éramos Otto y yo en casa, le habían dado de baja y yo estaba embarazada, tendríamos a nuestros niños y seriamos felices otra vez, no más divorcio, no más engaños...y ahora todo lo que sentía era dolor.
La alegría en el rostro de Adeline es todo lo que necesito para alejar el nudo de incertidumbre en mi corazón, Max sonríe y se hace a un lado mientras llevo a los niños con ella, extiende las manos con emoción, pongo primero a Otto en sus brazos y luego a Anthony, los niños parecen reconocer a su madre. — es hora de su comida — añado, Adeline asiente y llora mientras los besa con cuidado, la ayudo a sacar sus pechos y ponerlos en las pequeñas bocas, tienen los ojos abiertos, son verdes al igual que los míos — son preciosos — dice una voz desde la entrada, es la otra sorpresa de Adeline. Su madre corre junto a ella, la mujer la había adoptado cuando tenía doce años, pe
Cuando Talia aparece, estoy nerviosa, he podido pasar con mis pequeños casi todo el día y a pesar del pequeño desacuerdo sobre lo de Otto, Anthony ha estado portándose perfectamente, casi como un cachorrito asustado de su nuevo amo. La puerta de la habitación se abre y una chica con cabello oscuro tatuajes está mirándome, sus ojos son castaños y tiene un par de bolsas de compras en las manos. Ella y Anthony intercambian unas palabras, Anthony se tensa y luce molesto, Taliana se encoge de hombros con actitud chula y deja las bolsas en la mesa antes de llegar a mi lado, hablan todo el rato en inglés, por lo que no entiendo nada
Taliana va a volverme loco. Es casi como si no la conociera en lo absoluto, mi hija fingía ser una chica ruda, puedo con eso, los tatuajes, si bien ya se han vuelto un poco excesivos, no me molestan, yo mismo estoy lleno de tinta. Pero su actitud...No es la niña que conozco Los últimos tres días, hemos estado en la casa de Adeline, los niños, Talia y yo. Mi hija se ha estado comportando como una malcriada, se negaba a hablar con Adeline, fingiendo no hablar alemán o sencillamente ignorando su presencia. De verdad no la reconozco, y cuando le pregunto por sus lecciones de Ballet, enrojece y mira a Ade
Esa noche, la tensión disminuye y Talia se relaja a mi alrededor, pero yo empiezo a tener mis dudas. Como mujer casada que no está acostumbrada a tener a su hombre alrededor más que por un mes o dos, la distracción de los niños es bienvenida, pero tengo que recordarme constantemente que no soy solo yo en casa esta vez. Anthony, a diferencia de Otto, camina en silencio y la única forma de saber que está cerca es cuando siento su mirada penetrante recorre mi cuerpo o cuando tropiezo contra él en medio de los pasillos. Es la hora de dormir cuando nos tropezamos en la entrada del baño de visitas, y una sensación de dejà vu me recorre, tengo (irónicamente) la misma bata de seda que aquella noche, solo que, en lugar de una copa de vino