Mirada de acero

Luego de esa noche William y Kathryn no podían dejar de verse. Habían abierto una caja de Pandora que ninguno quería cerrar. Por la situación de William no podían arriesgarse a que los descubrieran, nadie debía saber qué era lo que estaba sucediendo entre ellos. Kathryn se jugaba su imagen ante su círculo social y su reputación como empresaria y él corría el riesgo de que lo encontraran. Después de todo eran un sacerdote y una mujer enredados, lo que podría estallar en un escándalo. Kath únicamente sabía que estaba resguardando su identidad porque debía testificar en algún momento contra un delincuente que seguía libre. William se abstuvo de contarle más detalles, cuanto menos supiera más seguro sería para ella. Así que solo el Padre Michael y Kathryn conocían que no era sacerdote y que estaba ocultándose.

Él único que podría llegar a husmear más de lo debido era Paul que estaba siempre al pendiente de Kathryn y sus movimientos. Así que el acuerdo al que llegaron fue que William iría
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