William no lo siguió, dejó que se fuera. Ver a Kathryn en el piso, con sangre en la boca, la ropa destrozada y llorando lo hizo salir de su estado de furia. Se acercó a ella y estaba tan horrorizado y asustado que no sabía qué hacer, no sabía cómo reaccionar. Había caminado junto a los cuerpos muertos de varios de sus colegas muchas veces y ni una vez perdió la calma o se sintió confundido. Estaba más que entrenado para afrontar todo tipo de situaciones que eran usuales en su profesión, pero nada lo preparó para verla en ese estado. Tenía una mezcla de emociones que iban desde querer salir a matar a Peter, pasando por el miedo, la incertidumbre, el dolor, no podía distinguir cual era la que lo dominaba. Kathryn parecía más entera que él a pesar de lo que había sucedido. - Estoy bien – Le dijo mientras se secaba las lágrimas con la mano. - Tu boca…- Quiso tocársela, pero se detuvo al ver el hilo de sangre que bajaba por ella. - Estoy bien, William. ¿Te vio? ¿Peter te vio la cara? –
Pasaron ese día juntos, relajados y tranquilos. Escucharon jazz, leyeron, durmieron, no salieron para nada. Durante la tarde, mientras ella dormía, William bajó al sótano a buscar al encargado y lo convenció de que le dejara ver las filmaciones de seguridad del día anterior, se las copió a un pendrive y subió nuevamente para poder analizarlas en la computadora de Kathryn. Peter había entrado al piso con el código de seguridad de la puerta, no tuvo que forzar nada, lo que demostraba que tenía acceso a más información sobre Kath de lo que debía. Cómo la había obtenido era otra historia. También vio como lo sacaron arrastrando por la puerta de emergencias, sin casi poder mantenerse en pie, pero pronto se recuperaría, quizá tuviese un par de huesos rotos, pero nada serio. Estaba seguro de que con la golpiza que había recibido no se atrevería a volver y si lo hacía esta vez no saldría solo lastimado. De todas maneras, él tenía que hacer algo para reforzar la seguridad de Kath. Ella se le
-No teníamos ningún conocimiento de las actividades que Peter Withehouse estaba llevando a cabo, ni de los delitos que cometió. Como abogado de la firma hablo por la corporación y su Directora para asegurarle a la Justicia y a la prensa que estamos más que dispuestos a colaborar en lo que sea necesario. Withehouse Sport y sus subsidiarias han contado siempre con una reputación pulcra e impoluta y siempre han transitado por el camino correcto, lamentamos profundamente lo acontecido, pero nos desligamos por completo de ellos. Ponemos a disposición de las fuerzas de investigación toda la información que requiera por el tiempo que sea necesario, sin ningún tipo de restricción… -Estaba hecho y ya no había vuelta atrás: Peter había quedado en evidencia. La prensa se enloqueció tratando de hablar con Kathryn y con Henry, ambos se desvincularon por completo. A Rebecca casi le da un infarto, pero ni ella ni nadie sabía que quienes habían entregado a su hijo eran Kath y Paul. Era algo que tard
Ni bien la tuvo en sus brazos volvió a sentirse tranquilo, estaba sana y segura y eso era lo único que le importaba. Volver a sentir su aroma, tocar su cabello, besarla, oír su voz en persona. Todo eso era lo que necesitaba para aplacar su mente y enfocarse. Estaba enardecido por tenerla otra vez, su conexión con ella excedía el mero placer carnal, pero habían desarrollado una química extraña y única que es muy difícil de encontrar en la vida. Se conectaban en lo diario, compartían formas de pensar, algunos gustos también; pero cuando chocaban en la cama todo eso alcanzaba otro nivel. En pocos minutos ella lo tenía sentado en el sillón mientras montaba sus piernas y lo besaba descaradamente, lascivamente usando labios, lengua y dientes. De inmediato sintió el efecto de sus besos en la entrepierna y todavía más se excitó. Provocarlo hasta el punto en que entraba en desesperación era su juego favorito y no escatimaba en recursos, le encantaba ejercer poder sobre él; “domesticarlo” hast
Las semanas fueron pasando y efectivamente todo se calmó. Se había abierto una investigación con varias fuerzas involucradas y cada tanto Kathryn aún debía recibir de la visita algún oficial. -Por disposición del difunto Josh Withehouse, su esposa e hijos tienen el derecho a recibir un porcentaje de los ingresos, eso no puedo dejar de hacerlo, usted entenderá oficial. Pero puedo proveerle los pormenores financieros de donde se deposita mensualmente el dinero destinado a Peter, lamentablemente es una cuenta en un banco offshore así que no sé cuanta información puedan obtener… Cecil, entrégale a los caballeros los datos de las cuentas a donde transferimos las regalías a Peter, por favor – -Le agradecemos su ayuda, señorita Withehouse, esto agilizará un poco las cosas, gracias – -Cuando lo necesite, oficial – Este tipo de entrevistas se habían repetido en muchas ocasiones los últimos días, pero de a poco comenzaban a ser más esporádicas. Kathryn entregaba todo lo que le requerían sin
Quién también estaba al pendiente de si Peter aparecía o no era Bárbara. Había estirado su estadía en la ciudad más tiempo del que le habían asignado argumentando que si con alguien se pondría en contacto Withehouse hijo sería con su madre; así que había pinchado sus teléfonos y metido un virus en su computadora. Este tipo de vigilancia no requería exclusivamente su presencia física en el lugar, podía hacerlo desde cualquier parte del mundo, pero si el sospechoso llegaba a aparecer alguien debía estar ahí para atraparlo. ¿Para qué gastar más recursos de la Agencia si ella misma estaba disponible? ¿Para que irse cuando al fin había dado con William? Solía presentarse en la parroquia bastante seguido esgrimiendo que mantenía a Will al tanto del operativo y también por si él tenía algo para aportar dada su “cercanía” con Kathryn. El Padre Michael le había preguntado quién era la mujer que lo visitaba y William solo se limitaba a decirle que era alguien del gobierno que le traía informac
Cecil llamó a la puerta de su oficina pasadas las 11 de la mañana. -Pasa – Kathryn todavía estaba ocupada terminando de leer unos contratos, en una hora tenía una junta con algunos miembros de la Cámara de Comercio y no quería dejar nada pendiente. Planeaba tomarse la tarde. -Dejaron este sobre para usted, es del Padre William Antón – ¿Un sobre? Que extraño, ¿Por qué William le enviaría un sobre? ¿Acaso era una carta romántica? Sabía que podía ser tierno, pero esto era ridículo. -Gracias, Cecil – Esperó a que Cecil saliera para abrirlo, pero cuando vio el contenido el corazón se le aceleró. Fotos de William con una mujer, tocándose, besándose, su cara entre sus senos, ella semi desnuda. ¿Esto es un chiste? Su primera reacción fue de aprensión, repasaba cada fotografía una y otra vez mirando todos los detalles. La cara que él tenía con la cabeza tirada hacia atrás y los ojos cerrados. Después le dieron unas ganas inmensas de llorar, algo le dolió muy adentro del pecho, la invadió
William fue directo al departamento donde Bárbara se había estado hospedando, estaba furioso con ella y más consigo mismo. Forzó la cerradura y se metió, no había nadie; revolvió todo tratando de encontrar un indicio de donde se estaba escondiendo y no encontró nada. Un agente bien entrenado “limpia” muy bien el lugar donde estuvo antes de marcharse, no debe quedar ninguna evidencia de que en algún momento estuvo allí. Cuando se convenció de que todo era inútil se sentó en una de las sillas de la cocina sosteniendo su cabeza entre las manos. ¿Cómo pudo ser tan estúpido? Jamás hubiese previsto que Bárbara sería capaz de una cosa así; no comprendía porque lo había hecho. Pero en realidad estaba más frustrado con él mismo, solo recordaba la mirada vacía que Kathryn le había dado mientras discutían y no podía creerlo. En un momento de descuido tiró todo por la borda, ni siquiera en sus operaciones había sido tan negligente; cuando su vida o la de sus colegas dependían de sus actos jamás