Ni bien la tuvo en sus brazos volvió a sentirse tranquilo, estaba sana y segura y eso era lo único que le importaba. Volver a sentir su aroma, tocar su cabello, besarla, oír su voz en persona. Todo eso era lo que necesitaba para aplacar su mente y enfocarse. Estaba enardecido por tenerla otra vez, su conexión con ella excedía el mero placer carnal, pero habían desarrollado una química extraña y única que es muy difícil de encontrar en la vida. Se conectaban en lo diario, compartían formas de pensar, algunos gustos también; pero cuando chocaban en la cama todo eso alcanzaba otro nivel. En pocos minutos ella lo tenía sentado en el sillón mientras montaba sus piernas y lo besaba descaradamente, lascivamente usando labios, lengua y dientes. De inmediato sintió el efecto de sus besos en la entrepierna y todavía más se excitó. Provocarlo hasta el punto en que entraba en desesperación era su juego favorito y no escatimaba en recursos, le encantaba ejercer poder sobre él; “domesticarlo” hast
Las semanas fueron pasando y efectivamente todo se calmó. Se había abierto una investigación con varias fuerzas involucradas y cada tanto Kathryn aún debía recibir de la visita algún oficial. -Por disposición del difunto Josh Withehouse, su esposa e hijos tienen el derecho a recibir un porcentaje de los ingresos, eso no puedo dejar de hacerlo, usted entenderá oficial. Pero puedo proveerle los pormenores financieros de donde se deposita mensualmente el dinero destinado a Peter, lamentablemente es una cuenta en un banco offshore así que no sé cuanta información puedan obtener… Cecil, entrégale a los caballeros los datos de las cuentas a donde transferimos las regalías a Peter, por favor – -Le agradecemos su ayuda, señorita Withehouse, esto agilizará un poco las cosas, gracias – -Cuando lo necesite, oficial – Este tipo de entrevistas se habían repetido en muchas ocasiones los últimos días, pero de a poco comenzaban a ser más esporádicas. Kathryn entregaba todo lo que le requerían sin
Quién también estaba al pendiente de si Peter aparecía o no era Bárbara. Había estirado su estadía en la ciudad más tiempo del que le habían asignado argumentando que si con alguien se pondría en contacto Withehouse hijo sería con su madre; así que había pinchado sus teléfonos y metido un virus en su computadora. Este tipo de vigilancia no requería exclusivamente su presencia física en el lugar, podía hacerlo desde cualquier parte del mundo, pero si el sospechoso llegaba a aparecer alguien debía estar ahí para atraparlo. ¿Para qué gastar más recursos de la Agencia si ella misma estaba disponible? ¿Para que irse cuando al fin había dado con William? Solía presentarse en la parroquia bastante seguido esgrimiendo que mantenía a Will al tanto del operativo y también por si él tenía algo para aportar dada su “cercanía” con Kathryn. El Padre Michael le había preguntado quién era la mujer que lo visitaba y William solo se limitaba a decirle que era alguien del gobierno que le traía informac
Cecil llamó a la puerta de su oficina pasadas las 11 de la mañana. -Pasa – Kathryn todavía estaba ocupada terminando de leer unos contratos, en una hora tenía una junta con algunos miembros de la Cámara de Comercio y no quería dejar nada pendiente. Planeaba tomarse la tarde. -Dejaron este sobre para usted, es del Padre William Antón – ¿Un sobre? Que extraño, ¿Por qué William le enviaría un sobre? ¿Acaso era una carta romántica? Sabía que podía ser tierno, pero esto era ridículo. -Gracias, Cecil – Esperó a que Cecil saliera para abrirlo, pero cuando vio el contenido el corazón se le aceleró. Fotos de William con una mujer, tocándose, besándose, su cara entre sus senos, ella semi desnuda. ¿Esto es un chiste? Su primera reacción fue de aprensión, repasaba cada fotografía una y otra vez mirando todos los detalles. La cara que él tenía con la cabeza tirada hacia atrás y los ojos cerrados. Después le dieron unas ganas inmensas de llorar, algo le dolió muy adentro del pecho, la invadió
William fue directo al departamento donde Bárbara se había estado hospedando, estaba furioso con ella y más consigo mismo. Forzó la cerradura y se metió, no había nadie; revolvió todo tratando de encontrar un indicio de donde se estaba escondiendo y no encontró nada. Un agente bien entrenado “limpia” muy bien el lugar donde estuvo antes de marcharse, no debe quedar ninguna evidencia de que en algún momento estuvo allí. Cuando se convenció de que todo era inútil se sentó en una de las sillas de la cocina sosteniendo su cabeza entre las manos. ¿Cómo pudo ser tan estúpido? Jamás hubiese previsto que Bárbara sería capaz de una cosa así; no comprendía porque lo había hecho. Pero en realidad estaba más frustrado con él mismo, solo recordaba la mirada vacía que Kathryn le había dado mientras discutían y no podía creerlo. En un momento de descuido tiró todo por la borda, ni siquiera en sus operaciones había sido tan negligente; cuando su vida o la de sus colegas dependían de sus actos jamás
Al cabo de una semana ya había regresado a la normalidad, nunca se caía por demasiado tiempo, era un lujo que no podía darse si quería permanecer al ritmo de siempre. Aun así, su comportamiento mostraba algo diferente casi imperceptible para cualquiera, pero no para quienes la conocían bien. El primero en notarlo fue Paul y sin embargo no pudo precisar que era. La observaba a diario y hasta su cadencia al caminar era otra, las expresiones de su rostro también: estaban más rígidas, mas duras. El brillo se sus ojos parecían haber menguado. Tenía lapsos en los se quedaba pensativa y cuando le preguntaba que sucedía respondía siempre lo mismo: “nada, estoy bien”. Kathryn estaba triste y muy a pesar de que disimulara para todos, hasta para ella misma, lo transmitía en su aura; ni siquiera durante las horas de trabajo que era cuando más sumergida estaba podía mantener la concentración. Pero seguía adelante sin detenerse convenciéndose con el correr de los días de que en algún momento todo
No pasó demasiado tiempo hasta que Peter volvió a dar señales de vida, se le estaba agotando el dinero. Las cuentas offshore que tenía en el extranjero estaban intervenidas y vigiladas por lo que no podía disponer de ellas. Todos sus movimientos financieros estaban bajo la lupa, en cuanto diera un paso saltarían todas las alarmas y podrían rastrearlo. La única persona que podía y quería ayudarlo era su madre, pero a Rebecca también la monitoreaban; estaba en un callejón sin salida. Pero lo que tenía en mente no iba a ayudarlo, al contrario. Esa mañana Paul salió de la casa de Cecil como usualmente lo hacía: a las 5 de la mañana, necesitaba volver a su departamento, cambiarse y hacerle la llamada de rigor a Kathryn para llegar a tiempo a la oficina. El edificio donde vivía Cecil tenía una pequeña calle muerta que daba a uno de sus costados, que era donde él solía dejar su coche. Cuando dobló para encarar esa calle se encontró con dos tipos parados cerca de su auto, se detuvo a mirarlo
- ¡Por Dios, Paul! ¿Qué hice? -- No hiciste nada, Kathryn, cálmate -- Peter está muerto -- Pero no está muerto por tu culpa. Los dos sabemos que tarde o temprano iban a saltar todos sus delitos. Estaba involucrado con gente muy peligrosa, era cuestión de tiempo -- ¡¿Qué dices Paul?! -- Lo que digo, Kathryn es que había gente buscándolo hace rato – Tenía que buscar la forma de calmarla y que entrara en razón o iba a cargarse la muerte de Peter por siempre.- ¿Cómo sabes eso? -- Hace unos días recibí un llamado de la policía. Me dijeron que Peter estaba asociado a un delincuente muy peligroso, que al parecer lo estaban buscando. Fue mera coincidencia que el dossier saliera a la luz, ellos ya venían por él – Le mintió, no podía decirle nada de lo que en verdad había sucedido.- Debiste habérmelo dicho, Paul. ¿Cómo te guardaste eso? -- No quería preocuparte más, Kathryn. Bastante tenías con toda la prensa encima y los oficiales yendo y viniendo de esta oficina. Hasta tu habitual en