Los días pasaban y Kathryn no recibía respuesta del agente que había contactado. Era la última chance que tenía y no estaba dando resultados. Cecil tocó a su perta, necesitaba hablar con ella. Su último encuentro con Paul en su casa le dio la certeza de que ya nada tenía que hacer aquí. Seguiría siendo solo un reemplazo de Kathryn y eventualmente su vientre comenzaría a notarse. - Estoy pensando en renunciar – - ¿Por qué? ¿Qué sucedió? Si es por lo que pasó con Rebecca no te preocupes, no regresará – - No, no es por eso… Estoy embarazada – - ¡Eso es maravilloso, Cecil! ¡Muchas felicidades! Sabes que puedes tomarte los días que necesites, cuando lo necesites – - Lo sé, gracias. Pero en verdad me sentiría más cómoda regresando a casa, con mi familia. Este bebé voy a tenerlo sola y me gustaría contar con el apoyo de mis padres – - ¿Cómo sola? ¿Y el padre de tu bebé? – - No, a él no le interesa. Está enamorado de otra mujer – - ¡Oh, Cecil! Cuanto lo siento… - Esa mujer era ella mi
Y la pieza final fue un llamado al teléfono de Kathryn, era la persona a la que estaba esperando y la situación perfecta, así que era ahora o nunca. Preparó un sobre y se encargó de limpiar cualquier rastro el él, fue hasta el edificio donde Kath vivía y se lo dejó en la recepción. Cuando Kathryn llegó se lo entregaron. No era raro que recibiera correspondencia, era raro que el sobre no tuviera un remitente. ¿Quizá sería de William? La impaciencia le ganó en el ascensor y lo abrió: nada, solo una hoja en blanco. ¿Era un chiste? No tenía nada escrito, ni siquiera en el reverso. Lo tiró a la basura ni bien entró a la cocina. Tenía que prepararse para su invitado. Tomó un baño, aún era algo temprano, y pidió comida del restaurante de comida china que estaba cerca de su piso. Se puso ropa cómoda, un vestido gris simple; su invitado no era exigente y esperó. Pero de a poco su cuerpo comenzó a sentirse raro, sentía calor y no era época, estaban en pleno otoño. El termostato estaba en una
William sintió que una daga le atravesaba el pecho y que moriría desangrado. Tomó el monitor en el que había visto a Kathryn con Riker en su piso y lo estrelló contra la pared, luego siguió la silla que terminó destrozada a patadas. Pero eso no lo calmó y lo próximo fueron sus puños contra la misma pared. El dolor físico no le quitó el que le estaba creciendo en su interior, sino que ayudó a aumentarlo. Esa era SU mujer con otro hombre y ese hombre era Riker. La rabia le cerró la respiración, estaba peleando por oxígeno, estaba peleando contra sus impulsos más bajos, estaba peleando por pensar. Los ojos se le llenaron de lágrimas. ¿Cómo la encontró Riker? ¿Cómo terminó ocurriendo esto? Kathryn no podía hacerle eso ¿Acaso ya se había olvidado de él? ¿Acaso no lo amaba? En el video se veía claramente como había sido ella quien inició todo, como lo provocó, como lo buscó con su cuerpo, como lo besó. Era evidente que se conocían, esto no era nuevo. ¿Estuvo tomándolo por estúpido todo ese
William llegó a la ciudad, pero no fue directamente al piso de Kathryn, tomó un taxi en el aeropuerto y se dirigió al norte. Nadie sabía que estaba allí. Se bajó en una calle un poco desolada de las afueras y caminó por unos 15 minutos hasta que llegó al lugar. En caso de que surgiera alguna emergencia tenía todo un equipo guardado en un deposito: comunicaciones, armas, chalecos antibalas, vestimenta, todo. Riker estaba en la ciudad y con Kathryn y sin importar lo que había visto en el video, ella estaba en peligro. Antes de tomar cualquier acción tenía que prepararse. Se cambió de ropa y preparó su revolver automático junto con varias municiones. Con suerte, no tendría que usarlo; pero estaba seguro de que la cacería iba a terminar pronto. Contactó al personal se seguridad que había instalado las cámaras en el piso de Kath, pero el informe que recibió lo alertó de que todo estaba yendo mal. Ella había dejado el lugar hacía unos días y unos tipos registraron todo y deshabilitaron las
Arrastraron a William hasta el sótano donde lo ataron a una silla. No era difícil saber porque había ido solo hasta la boca del lobo: su relación con Kath era algo más que la de un sacerdote y una devota. No solo estaba huyendo y jugando en la parroquia, tuvo tiempo para hacerse el casanova y divertirse con su dulce Kathryn. Por eso ella tenía su fotografía en la oficina. Tomó otra silla y se sentó a mirarlo mientras seguía inconsciente. Este tipo casi lo hizo caer una vez y ahora estaba en su poder. La sangre se le había helado una vez más repasando en su cabeza todo lo que lo había llevado a esa ciudad, todo lo que le haría para que pagara por el desastre de Europa del este, todo lo que jugaría con su cadáver una vez que terminara. Uno de sus tipos se acercó a decirle algo. -Bien… despiértalo yo iré por ella – Subió las escaleras hasta la segunda planta y abrió la puerta de su habitación; Kathryn estaba alerta, asustada por los disparos. - ¿Qué ocurrió Robert? ¿Eso fueron dispar
William tuvo que permanecer en el hospital por varios días. Seguía sin poder ver a Kathryn, pero al menos sabía que estaba bien. Cuando Riker finalmente cayó toda su red se desmoronó con él, de a poco habían conseguido dar con cada uno de sus secuaces y en cuestión de semanas todos sus laboratorios quedaron fuera de juego. Pero no fue lo único que se desarmó en pedazos. Kathryn había regresado a su vida con un fuerte dolor en el pecho y el corazón. En el último segundo había demostrado de que estaba hecha, enfrentando el miedo de lleno y salvándole la vida a William. Pero esa demostración había drenado todas las fuerzas de su interior; no recordaba haberse sentido tan débil y vulnerable nunca. Para colmo no solo Cecil había renunciado, ahora Paul también quería dejarla. Lo cierto era que Paul tampoco podía seguir resistiendo más, Kathryn era un pozo que lo absorbía por completo y ni siquiera podía decirle que la amaba, menos todo lo que había hecho por ella a sus espaldas. Tenía que
Finalmente lo tenía todo, el dinero, la posición, los bienes. Les arrebató todo, saldó las cuentas y no sabía porque ahora sentía ese vacío en la boca del estómago.-¡Ese condenado "sacerdote", me está haciendo dudar otra vez! - Pensó Katrhyn con rabia. Miró a su alrededor, las cortinas blancas, los vidrios transparentes, la ciudad ahí debajo bulliciosa como siempre. La gente se veía como hormigas pequeñitas y apuradas y en su mente se formó la imagen de cómo son fácilmente aplastadas por las suelas de los zapatos. Así como ella había hecho con sus enemigos y a pesar del nudo en el estómago se le dibujó un sonrisa.Un golpe en la puerta la hizo salir de sus pensamientos. - Pasa - dijo y su secretaria entró con una bandeja con café. Lo dejó sobre la pequeña mesita junto al gran sillón, como era habitual, hizo un leve gesto con la cabeza y salió. Así se manejaban sus empleados con ella, no le temían, sino que les inspiraba un profundo respeto, casi reverencial. Y se lo había ganado a ba
Por la pequeña ventana que daba a la altura de la calle podía verse la gente ir y venir, el ruido del tránsito se distinguía muy cerca y en la esquina un grupo de músicos callejeros tocaba algo. Pero dentro de la habitación donde dos hombres estaban reunidos casi no podía oírse nada.-Katrhyn S. Withehouse, 35 años, dueña y directora de Withehouse Sport. - Le informó el hombre de cabello rubio al otro sentado del lado contrario de la mesa.-Lo sé bien. - Respondió.-Bueno, entonces ya sabes lo que hay que hacer. Es la única conexión que tenemos y lo lamento por ti, pero vamos a utilizarla. --Muy bien, pero será bajo mis condiciones. Sabes cómo es esto. - Dijo haciendo una mueca con la boca.Al de cabellos rubios no le gustó nada la actitud de este hombre alto que se cubría el rostro con unos lentes negros, sombrero y bufanda, pero tenía sus órdenes y todo lo que le importaba era el resultado. Era de esos tipos a los que solo les interesa el dinero depositado luego de un trabajo bien