Luego de esa noche William y Kathryn no podían dejar de verse. Habían abierto una caja de Pandora que ninguno quería cerrar. Por la situación de William no podían arriesgarse a que los descubrieran, nadie debía saber qué era lo que estaba sucediendo entre ellos. Kathryn se jugaba su imagen ante su círculo social y su reputación como empresaria y él corría el riesgo de que lo encontraran. Después de todo eran un sacerdote y una mujer enredados, lo que podría estallar en un escándalo. Kath únicamente sabía que estaba resguardando su identidad porque debía testificar en algún momento contra un delincuente que seguía libre. William se abstuvo de contarle más detalles, cuanto menos supiera más seguro sería para ella. Así que solo el Padre Michael y Kathryn conocían que no era sacerdote y que estaba ocultándose.Él único que podría llegar a husmear más de lo debido era Paul que estaba siempre al pendiente de Kathryn y sus movimientos. Así que el acuerdo al que llegaron fue que William iría
Princo Co., compañía de ropa, se asoció con Withehouse Sport buscando salvarse de la quiebra. Su CEO no era otro que Peter y el dueño era su tío Harry Berkeley, hermano de su madre, quien lo apañó bajo su poder cuando la junta de accionistas lo sacó a patadas de la empresa de su padre.En el círculo empresarial de la zona se hablaba mucho de lo arriesgado que era para Harry traer a su sobrino y convertirlo en CEO, ya sabían lo que había ocurrido con W. Sport y que de no haber sido por Kathryn habría pasado a la historia. Y, eventualmente, los resultados fueron los mismos. Un fracaso detrás del otro eran la marca distintiva de Peter.Le tenía un odio acérrimo a la protegida de su padre. La vio llegar a su casa cuando era una niña y por su culpa tuvo que irse del país, solo su madre estaba de su lado. En su cabeza pensó que ese despojo de persona no era más que una cosa en la que él podía poder sus manos cuando quisiera. Estaba acostumbrado a eso, así vivía. No entendía porque su padre
Llegaron las festividades de junio y Kathryn por fin podía descansar un poco. Invitó a William a salir de la ciudad por unos días a una casa que había comprado a las afueras, cerca de donde había nacido y que de vez en cuando usaba para huir de la rutina. Kathryn llevaba encima el peso de su trabajo desde que se inició en el negocio de la indumentaria como si eso fuese todo en su vida, era adicta al trabajo y al café. Que pudiera desprenderse algo de su vida diaria no era común, pero William la estaba impulsando a hacer cosas nuevas, le estaba enseñando a relejarse y desconectarse. Cuando estaban juntos ella era solo Kath, se reía más, se soltaba más, disfrutaba más. Podían poner música en su piso y bailar pegados, tomar helado sentados en el piso del living mirando una película, beber hasta casi marearse. Él le daba la seguridad de poder ser ella misma sin el temor de que sería juzgada, con la libertad de ser sin mantener siempre la imagen pulcra. Si ella dejaba ropa regada por el
Paul estaba saliendo de un encuentro con Peter y miembros de la junta, habían citado a Kathryn para ofrecerle un negocio, pero él fue en su lugar. Ya sabían lo que iban a plantearle de antemano: una fusión con Princo Co. Por lo que envió a Paul con algunas condiciones. Una de ellas fue la que lo retuvo más tiempo del que tenía pensado: Peter quedaba fuera de cualquier cargo si querían que Kathryn invirtiera en la empresa. Y cómo era de suponerse Peter estalló. Su tío Henry no decía nada, su silenció era un castigo autoimpuesto por haber tomado una decisión tan evidentemente estúpida. Habían recurrido a W.Sport como podía hacerlo con cualquier otra compañía, pero la cercanía “familiar” fue lo que impulsó a Henry Berkeley a convocar a una reunión y enviar a sus socios más allegados a hablar con Kathryn. Y no fue por “piedad filial” que ella respondió, sino para seguir sumando puntos a su agenda. Si conseguía a Princo, sacaría a Peter por completo del panorama porque ya no le quedaba a
William no lo siguió, dejó que se fuera. Ver a Kathryn en el piso, con sangre en la boca, la ropa destrozada y llorando lo hizo salir de su estado de furia. Se acercó a ella y estaba tan horrorizado y asustado que no sabía qué hacer, no sabía cómo reaccionar. Había caminado junto a los cuerpos muertos de varios de sus colegas muchas veces y ni una vez perdió la calma o se sintió confundido. Estaba más que entrenado para afrontar todo tipo de situaciones que eran usuales en su profesión, pero nada lo preparó para verla en ese estado. Tenía una mezcla de emociones que iban desde querer salir a matar a Peter, pasando por el miedo, la incertidumbre, el dolor, no podía distinguir cual era la que lo dominaba. Kathryn parecía más entera que él a pesar de lo que había sucedido. - Estoy bien – Le dijo mientras se secaba las lágrimas con la mano. - Tu boca…- Quiso tocársela, pero se detuvo al ver el hilo de sangre que bajaba por ella. - Estoy bien, William. ¿Te vio? ¿Peter te vio la cara? –
Pasaron ese día juntos, relajados y tranquilos. Escucharon jazz, leyeron, durmieron, no salieron para nada. Durante la tarde, mientras ella dormía, William bajó al sótano a buscar al encargado y lo convenció de que le dejara ver las filmaciones de seguridad del día anterior, se las copió a un pendrive y subió nuevamente para poder analizarlas en la computadora de Kathryn. Peter había entrado al piso con el código de seguridad de la puerta, no tuvo que forzar nada, lo que demostraba que tenía acceso a más información sobre Kath de lo que debía. Cómo la había obtenido era otra historia. También vio como lo sacaron arrastrando por la puerta de emergencias, sin casi poder mantenerse en pie, pero pronto se recuperaría, quizá tuviese un par de huesos rotos, pero nada serio. Estaba seguro de que con la golpiza que había recibido no se atrevería a volver y si lo hacía esta vez no saldría solo lastimado. De todas maneras, él tenía que hacer algo para reforzar la seguridad de Kath. Ella se le
-No teníamos ningún conocimiento de las actividades que Peter Withehouse estaba llevando a cabo, ni de los delitos que cometió. Como abogado de la firma hablo por la corporación y su Directora para asegurarle a la Justicia y a la prensa que estamos más que dispuestos a colaborar en lo que sea necesario. Withehouse Sport y sus subsidiarias han contado siempre con una reputación pulcra e impoluta y siempre han transitado por el camino correcto, lamentamos profundamente lo acontecido, pero nos desligamos por completo de ellos. Ponemos a disposición de las fuerzas de investigación toda la información que requiera por el tiempo que sea necesario, sin ningún tipo de restricción… -Estaba hecho y ya no había vuelta atrás: Peter había quedado en evidencia. La prensa se enloqueció tratando de hablar con Kathryn y con Henry, ambos se desvincularon por completo. A Rebecca casi le da un infarto, pero ni ella ni nadie sabía que quienes habían entregado a su hijo eran Kath y Paul. Era algo que tard
Ni bien la tuvo en sus brazos volvió a sentirse tranquilo, estaba sana y segura y eso era lo único que le importaba. Volver a sentir su aroma, tocar su cabello, besarla, oír su voz en persona. Todo eso era lo que necesitaba para aplacar su mente y enfocarse. Estaba enardecido por tenerla otra vez, su conexión con ella excedía el mero placer carnal, pero habían desarrollado una química extraña y única que es muy difícil de encontrar en la vida. Se conectaban en lo diario, compartían formas de pensar, algunos gustos también; pero cuando chocaban en la cama todo eso alcanzaba otro nivel. En pocos minutos ella lo tenía sentado en el sillón mientras montaba sus piernas y lo besaba descaradamente, lascivamente usando labios, lengua y dientes. De inmediato sintió el efecto de sus besos en la entrepierna y todavía más se excitó. Provocarlo hasta el punto en que entraba en desesperación era su juego favorito y no escatimaba en recursos, le encantaba ejercer poder sobre él; “domesticarlo” hast