La mente de Kerem era un torbellino de confusión, estaba siendo demasiado blando con Zeynep, ella tenía que aprender a respetar las tradiciones, aunque él no estuviera del todo de acuerdo, eran la identidad de su pueblo.Quería cambiar algunas cosas, pero sin perder el respeto por las ancestrales tradiciones, además, tampoco le agradaba que se había dado cuenta de que ya veía a Zeynep con otros ojos y enamorarse de nuevo no lo permitiría, eso lo haría débil.Kerem apretó la mandíbula al escuchar la manera en la que le había hablado la chica —Cuidado con tu tono, mujer. Puede que seas mi esposa, pero yo sigo siendo tu dueño.—¡Yo no soy propiedad de nadie! —estalló Zeynep. —No soy una cosa que puedas poseer. Soy un ser humano, con mis propios deseos y voluntad.—¡Mientras vivas bajo mi techo, harás lo que yo ordene! —Kerem alzó la voz, sus ojos oscuros llameaban de ira —soy tu esposo y me debes obediencia.—¿Obediencia? ¿A un hombre que me forzó a casarme con él? ¿Qué me trata como a u
Él la observó en silencio, tratando de descifrar las emociones que se arremolinaban en sus ojos. ¿Preocupación? ¿Alivio? ¿Algo más?—No pasa nada, lo de hoy fue un evento sucede recurrentemente en nuestra tribu.Zeynep asintió, evitando su mirada. Su corazón latía desbocado, confundido por los sentimientos que la embargaban. ¿Era posible que, a pesar de todo, estuviera empezando a sentir algo por el hombre que consideraba su carcelero?No, se dijo, apartando esos pensamientos peligrosos. No podía permitirse esa debilidad, no en un mundo donde el más mínimo error podría costarte la vida.En silencio, ambos se prepararon para dormir, cada uno perdido en sus propios pensamientos. La tensión entre ellos era palpable, cargada de emociones no expresadas y deseos reprimidos.Mientras Zeynep se hundía en un sueño inquieto, Kerem la observaba a la tenue luz de la luna. Había algo en esa mujer, algo que lo atraía y lo aterraba a partes iguales.Y por segunda vez en su vida, el poderoso jefe del
Zeynep se quedó en la cama, confundida y herida por la repentina partida de Kerem después de su apasionado encuentro. Lágrimas de frustración y dolor rodaron por sus mejillas mientras se cubría con las sábanas, sintiéndose usada y desechada.Se llamaba tonta una y otra vez ¿Acaso no aprendía de sus errores? Kerem debía de sentirse satisfecho.Se levantó con piernas temblorosas y se vistió, tratando de recomponer su dignidad hecha jirones. No dejaría que Kerem viera cuánto la había afectado. Tenía que ser fuerte, por su propio bien.Los días siguientes fueron un tormento para Zeynep. Kerem la evitaba a toda costa, saliendo temprano y regresando tarde, siempre con la excusa de atender asuntos urgentes del clan. Cuando por fuerza tenían que coincidir, él mantenía una fría distancia, sus ojos evitando los de ella.Y como si eso no fuera suficiente castigo, Neylan parecía haber redoblado sus esfuerzos por hacerle la vida imposible a su nuera. Encontraba faltas en todo lo que Zeynep hacía,
Zeynep se dirigía a la escuela para niñas, como cada mañana desde que decidió ser maestra. La enseñanza era su pasión, y sentía que al educar a estas jóvenes, les daba una oportunidad de un futuro mejor.Pero su labor no era vista con buenos ojos por todos, especialmente por su suegra Neylan. Ella consideraba que el lugar de una mujer estaba en el hogar, sirviendo a su marido y criando a los hijos. La idea de que Zeynep llenará las cabezas de las niñas con "ideas extrañas" la enfurecía.Esa mañana, Neylan decidió hacer algo al respecto. Junto a un grupo de sus amigas, se dirigió a la escuela, irrumpiendo en el aula justo cuando Zeynep estaba en medio de una lección.—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? —se burló Neylan, mirando alrededor con desdén—. ¿Así que aquí es donde pierdes el tiempo, en lugar de atender tus deberes como esposa?Zeynep se puso rígida, pero mantuvo la calma por el bien de sus alumnas.—Neylan Hanım, por favor. Estamos en medio de una lección.—¿Una lección? —Neylan s
Kerem sentía que la ira crecía en su interior al escuchar lo que su madre y los ancianos habían hecho. ¿Cómo se atrevían a interferir en los asuntos de su esposa, a cerrar la escuela que tanto significaba para ella?Sin perder un momento, se dirigió a la casa de la mejor amiga de su madre, sabía que ahí estaría, irrumpió en la sala donde Neylan tomaba el té con sus amigas.—Madre, ¿qué demonios crees que estás haciendo? —rugió, su voz resonando en las paredes.Neylan lo miró con sorpresa, pero rápidamente se recompuso.—Kerem, hijo, ¿A qué te refieres?—No te hagas la inocente —espetó Kerem, señalándola con un dedo acusador—sé que tú y los ancianos cerraron la escuela de Zeynep. Que la humillaste y la echaste como si fuera una criminal.Las amigas de Neylan jadearon, escandalizadas por el tono de Kerem. Pero a él no le importaba. Estaba harto de las manipulaciones de su madre, de su constante desprecio hacia su esposa.—Esa forastera estaba llenando las cabezas de nuestras niñas con i
Zeynep se miró en el espejo, sus manos acariciaban suavemente su vientre aún plano. A pesar del miedo y la incertidumbre que la embargaban, no pudo evitar sentir una chispa de emoción. Una vida crecía dentro de ella, un pequeño milagro de vida.Pero ese milagro también representaba un peligro. Si su secreto era descubierto, no podía arriesgar a su bebé a ese destino.Se vistió con sus ropas habituales, agradeciendo en silencio que las túnicas holgadas y los chales pudieran ocultar su condición por un tiempo.Bajó las escaleras con cautela, escuchando voces desconocidas en la sala. Al entrar, se encontró con Kerem hablando con tres visitantes, una mujer mayor, un hombre de aspecto severo y una joven deslumbrante.—Ah, Zeynep —saludó Kerem, su voz tensa—. Permíteme presentarte a la familia Gazi. Habbab Bey, su esposa Ilhan Hanım, y su hijo Halik.Zeynep inclinó la cabeza respetuosamente, tratando de ignorar la mirada evaluadora de los Gazi.—Es un placer conocerlos.—El placer es nuestr
Kerem entró en la habitación poco después, encontrando a Zeynep acurrucada en la cama, su rostro enterrado en la almohada. Se sentó a su lado, su mano acariciando suavemente su espalda.—Zeynep,¿Estás bien?Ella se tensó bajo su toque, tratando desesperadamente de ocultar sus lágrimas. Pero cuando se sentó y se volvió hacia él, sus ojos enrojecidos la delataron.Kerem sintió que su corazón se apretaba al ver su angustia.—Oh, Zeynep... lo siento tanto. Siento que tengas que pasar por esto, que tengas que soportar el comportamiento de mi madre.Ella negó con la cabeza, tratando de forzar una sonrisa.—No, no es tu culpa. Kerem tomó su rostro entre sus manos, su pulgar limpiando suavemente una lágrima perdida.—Pediré a Ayse que suba más tarde tu comida, así no tendrás que ver a mi madre que al parecer está de un humor peor que nunca, regresaré más tarde, pediré al chofer que te lleve a la escuela..Kerem se levantó, dirigiéndose hacia la puerta.—Descansa. Iré a hablar con mi madre,
El sol de la mañana bañaba la habitación en una cálida luz dorada. Zeynep se estiró perezosamente, disfrutando de la rara sensación de paz. Pero esa paz fue efímera, rota por la entrada de Kerem.—Zeynep, tengo que ir a Mardin por negocios este fin de semana —anunció sin preámbulos.El corazón de Zeynep se hundió. La idea de estar sola con Neylan, sin la presencia protectora de Kerem, la llenaba de pavor.Kerem, notando su expresión abatida, se sentó a su lado, tomando su mano.—Ey, no pongas esa cara. Quiero que vengas conmigo —dijo con una gran sonrisa.Los ojos de Zeynep se iluminaron, una sonrisa incrédula se extendió por su rostro.—¿De verdad? ¿Puedo ir contigo?Kerem rió, encantado por su entusiasmo.—Por supuesto. No podría dejarte atrás.El viaje a Mardin sería una bocanada de aire fresco, una oportunidad de escapar, aunque fuera brevemente, de la asfixiante atmósfera de Diyat.Zeynep se arregló inmediatamente, eligiendo ropa adecuada para visitar Mardín.Pero su buen humor s