Pasaron lustros, mareas y noches, pasó también la tormenta que bauticé con su nombre, el abandono eterno y el frío hecho eco que calaba los huesos.Pasó el viento sobre una espalda y acalló el grito ahogado de mi carne. Pasó la vida hecha brisa y, salobre, carcomió el recuerdo de este cuerpo hecho agua por las lágrimas, por el peso de la verdad zumbando en mis oídos; Que él era un monstruo y yo siempre lo supe.La eternidad puede ser un suspiro ante los ojos de quien atesora el tiempo, pero mientras lo buscaba, mientras seguía el putrefacto aroma de su carne, la eternidad se imponía como un estancado reloj de arena, y cada paso parecía una vida, cada camino que recorría parecía una y otra vez repetir el eco de un pequeño grano de arena cayendo lentamente.Pero cada cosa tiene su inicio, cada cosa tiene su final, y nuestro final llegó una noche de neblina cuando por fin encontré su escondite.En medio de la gente, camuflado cuál camaleón, viviendo la vida nocturna de una ciudad alborot
Dulces campanadas me despertaron de una horrible pesadilla... Mareada y desorientada fui despertando poco a poco, pude escuchar una dulce melodía en violín, el olor a rosas ya marchitas invadía mi nariz y las suaves sábanas de seda que rozaban mi piel parecían hundirme más y más. Nunca me había costado tanto despertar, al abrir los ojos un dolor punzante subió a mi cabeza, podía escuchar miles de sonidos, palabras, gritos y sensaciones que apretaban mi pecho. Todo era demasiado brillante y solo pude llevarme las manos a la cabeza y respirar pausadamente. No tardó mucho en cesar el malestar, podría compararlo a cuando te levantas muy rápido y te ganas un mareo, pero cien veces más intenso y ruidoso. Estaba recostada en una gran cama de sábanas rojas, era una habitación muy amplia, las cortinas oscuras casi no permitían que entrara la luz del exterior, todo parecía bañarse de un tinte rojo muy agradable. La decoración era llamativa, habían pequeñas esculturas de animales, encajes, per
[3 días antes]El tintineo constante de la alarma me despertó de una pesadilla recurrente, habían pasado semanas sin poder deshacerme de ella. Por las cortinas se filtraban los rayos de sol que prometían un lindo día. Me incorporé perezosa, jamás me han gustado las mañanas, podía oír el mundo despertar al rededor, mis hermanos peleando, mi madre gritando por el desayuno, los gatos pidiendo alimento, la ducha, silencio... Me tapé los oídos con desespero bajo el agua, no puedo recordar hace cuánto tiempo empezó, pero no podía soportar el ruido, sentía que me ahogaba, me desesperaba, me sentía perdida y desorientada. Mi madre decía que era demasiado sensible, pero mi madrina insistía en que pudiéramos orientación a un terapeuta, después de todo había pasado poco tiempo desde aquel trágico suceso.Se abrió la puerta del baño y antes de que pudiera reaccionar Xavier me tenía envuelta en una suave toalla y besaba mi frente. -Mi niña, estás toda fría...- Dijo mientras frotaba la toalla en m
Vay tomó asiento en un sofá muy cómodo y me indicó otro justo frente a ella, había té servido y algunos pastelillos, también velas con aromas agradables y en las paredes lindos colgantes de espejo. Era un lugar muy acogedor. -Hachi ¿Ese es tu nombre?- Preguntó mientras anotaba en un cuaderno -no te preocupes si me ves escribir aquí, tengo que registrar algunos datos importantes de lo que me cuestes para trabajarlos luego, no creas que te estoy juzgando- rió suavemente, la verdad era muy dulce y me generaba mucha confianza. -Me dicen Hachi, como el perro de la leyenda japonesa. Es porque soy campo... Creo- Bajé la mirada. -Mi nombre es Elizabeth, en realidad nadie me dice así, en casa usan otros apodos, jamás nadie me llama por mi nombre, hay amigos que ni siquiera lo saben. No me gusta mucho, suena demasiado pretencioso.- Me reí un poco. -Entiendo, la verdad es un nombre muy hermoso, tal vez no todos merecen escucharlo- Hizo una mueca graciosa y de repente la vi en sus ojos... -Say
Nuevamente desperté en aquella habitación, esta vez el silencio inundaba el ambiente como una espesa bruma. De inmediato recordé el rostro de la mujer que me había recostado... Prefería creer que era un delirio, sentía el cuerpo hirviendo así que excusé mi visión con la fiebre que suponía tener. El tiempo avanzaba y a pesar de que no tenía conciencia de cuánto llevaba ahí parecía que las horas transcurrían lentamente mientras yo no tenía el coraje suficiente para levantarme y salir a descubrir que sucedía. Pero no todo es para siempre, eso creía, me armé de valor y me puse de pie. Podía percibir algo en el lugar, una sensación familiar, un aroma, supe en un escalofrío que venía del lado contrario al que me dirigía, como un reflejo natural me volteé rápidamente. Ella estaba de espaldas junto a un gran ventanal, la noche era oscura y sin luna, pero ella parecía estar observando el más magnífico horizonte con esos ojos cristalinos. La cabeza me daba vueltas, habían mil pensamientos ata
-Bienvenida a casa…- Dijo suavemente mientras sostenía un reloj de bolsillo. -Tu eras la desaparecida, qué rayos está pasando Saya- Supliqué con desespero.Ella caminó tranquila por la habitación y su suave revoloteó me recordó de inmediato el único recuerdo que me quedaba de ella. Me llevé la mano al cuello y sentí alivio al notar que seguía ahí, descolgé la oxidada cadena y la sostuve con el brazo extendido. -La guardé para ti- Dije contenido el dolor. Era un colgante de libélula desgastado por los años, era de cuando éramos niñas. -Fue lo único que encontré de ti en la explosión...- Bajé la cabeza y suspiré agotada. -Cuando desapareciste...- -Nunca te dejé sola Hachi, por eso estás aquí- Me interrumpió y tomó la cadena con delicadeza. -Lamento mucho lo sucedido, pero no había otra manera...- Tomó mis manos y sonrió como si el tiempo no hubiera pasado.Ella comenzó a hablar y yo intentaba concentrarme en sus palabras con todas mis fuerzas, pero no lo lograba, imagenes y sonidos vo
Sin fuerzas y aturdida por sus palabras caí al suelo de golpe. Grité, lo más fuerte que pude, lo necesitaba, era lo único que podría hacer entonces, gritar con fuerza. Continúe llorando, clamando por piedad al Dios en el que alguna vez confié, pero sólo encontré silencio… Un mortal y macabro silencio… Quería desaparecer ¿Era imposible?... Ella recogió mi cuerpo del piso y lo cubrió con un abrazo… Cuando reaccioné contemplé un hermoso paisaje tras la ventana, podía divisar flores entre la oscura cortina, era tan extraño, ni un mísero rayo de luz entraba. Intenté correrla, pero al tocarla comencé a sentir como mi mano lentamente se calcinaba, me alejé espantada, no dolía, pero sangraba lentamente. Entonces comprendí que aquello no era un sueño. De mis ojos no salieron más lágrimas. Intenté calmarme aunque era difícil… Mis sueños, mi vida, todo se había ido.-Tranquila, todo estará bien- Cuando pronunció aquello mis ojos se abrieron con asombro.-¿Por qué no lo salvaste?- Mi voz era sev
Se acercaba la noche y necesitaba aire. Llevaba horas esperando, horas en aquel cuarto, me estaba volviendo loca… Estaba confundida, aquel sabor era realmente maravilloso y en ese momento solo deseaba volver a probarlo. Era amargo, con un leve toque a metal, tibio y suave, realmente un sabor excitante. Mil pensamientos rondaban mi cabeza, mientras la tenue luz de una vela iluminaba mi indefinido reflejo en el espejo. Creía muchas cosas respecto a los 'chupa sangre', como el que no poseían reflejo, o su debilidad al ajo ya las cruces de plata, o en realidad, a cualquier símbolo religioso. También espero en qué sucedería con mi nuevo gusto a la sangre humana ¿cómo se alimentaba Saya? Después de horas largas de charla conmigo mismo el silencio se apoderó del lugar… Y en la penumbra llegó ella. Me destruí con ternura, como una leona a sus cachorros. -Saldremos a abastecernos- Musitó rompiendo aquel crudo silencio. –Aún tienes mucho que aprender…- Concluyó abriendo las cortinas. -No quie