—Estuviste maravilloso anoche. Veo que no me equivoque en lo que pensaba, eres ardiente y estás muy bien dotado —dice llevando su mano hacia la zona intima de Emilio, quien por reflejo se cubre con ambas manos.—¿Pasó algo entre nosotros? —pregunta visiblemente aturdido. —Vamos, que no me dirás que no recuerdas lo bien que la hemos pasado. —sonríe y lo mira de forma perversa.—La verdad no. No recuerdo absolutamente nada —Se lleva las manos a la cabeza.—¿Quieres que te lo cuente con lujos de detalles? ¿O prefieres que lo repitamos? —Se aproxima a él y rodea su cuello con sus brazos. Emilio la aparta con sutileza, se siente totalmente abrumado.—¿Estás segura de que pasó algo entre nosotros? —Su preocupación es visible —Me ofendes con tus dudas, Emilio. Si realmente estás arrepentido, sólo tienes que decírmelo y ya. —No, no es eso, Carmina. Es sólo que no recuerdo nada. —achica los ojos, siente una punzada en la cabeza y un zumbido agudo en sus oídos— ¡Joder, me duele la c
—¿Estás lista? —pregunta Rebecca a su amiga. —¡Sí! ¿Y tú estás bien? —comenta Romina al verla algo triste. —Sí, no te preocupes. No es nada. Ahora lo importante es que logre entrar a su oficina mientras tú lo distraes, ¿vale? —¡Vale!Las dos mujeres ponen en marcha aquel plan. Romina debe entretener a Ricardo, mientras Rebecca entra a su oficina para buscar las pruebas que necesita. Ricardo García, baja de su coche, sostiene su maletín en una de sus manos y las llaves de su auto en la otra, el hombre entra a la universidad y se dirige hasta su oficina. En ese instante, recibe un mensaje, se detiene en medio del pasillo para sacar el móvil de su bolsillo.Sonríe al ver que se trata de su última víctima. Hasta ahora, Ricardo no había vuelto a buscarla, ni a hablar con ella. En ambos episodios que alcanzaron a verse, la pelirroja había entrado en shock. Sin embargo, como psicólogo, él sabe que es un comportamiento normal, en cualquier víctima de este tipo de eventos, la evasi
La adrenalina corre por sus venas, Rebecca mira hacia la puerta, su mente divaga entre dos pensamientos: la necesidad de escapar y ponerse a salvo, y el deseo de quedarse unos segundos más y obtener más pruebas.El tiempo apremia, por lo que la pelicastaña debe tomar una decisión de inmediato. Voltea a todos lados, echando un vistazo al lugar, buscando ansiosa donde esconderse, pero el espacio no es lo suficientemente grande para ello. Ve la ventana corrediza que está a un lado. Se dirige hacia la ventana, la abre con sumo cuidado y se asoma. Confirma la altura que hay entre la ventana y el suelo. Por suerte para ella, es bastante pequeña. Justo cuando se dispone a salir, recuerda que dejó la caja sobre el escritorio. Por lo que se ve obligada a devolverse, debe dejarla en su sitio o correrá el riesgo de que Ricardo sepa que alguien estuvo allí. Si algo no le convenía, era ponerlo sobre aviso acerca de sus intenciones. Sin hacer ruido, y escuchando los pasos cada vez más cerca,
La emoción de Rebecca y Romina es incalculable, el final de Ricardo García está cada vez más cerca. —Pueden aguardar aquí, le pediré a mi asistente que les traiga algo de beber, yo debo reunirme con mi socio para plantearle este asunto y en unos minutos regreso. El abogado sale de la oficina, Romina y Rebecca se abrazan, lágrimas de alegría inundan su rostro. —Lo vamos a lograr, Romina, ya verás. Minutos más tarde, Rafael regresa a su oficina, toma siento y realiza un par de llamadas. —Listo, el detective Ramírez, de la policía va a recibirnos. Debemos ir y poner formalmente la denuncia en contra de ese mal nacido. Si todo sale como espero, hoy mismo debe estar en la cárcel. Durante el trayecto, Rafael asesora a Romina sobre los argumentos que debe usar cuando le corresponda hacer sus declaraciones. Al llegar a la oficina del detective, Romina entra, realiza la denuncia y es interrogada sobre los hechos. La actitud del detective resulta bastante traumática para la peli
Luego de salir de la comandancia policial, Rafael se comunica con Borjas y acuerdan verse en el mismo restaurante donde se vieron la última vez con intenciones de ponerlo al tanto sobre el asunto que este le encomendó y conmemorar el triunfo hasta ahora alcanzado. Al llegar al restaurante, Rebecca y Romina van hasta el tocador para arreglar un poco su apariencia física. Ambas se veían exhaustas. —Todo va a estar bien, Romina. —afirma la pelicastaña mientras limpia su rostro. —No lo sé, Rebecca, pronto mi cara estará por todos lados. ¡No sé si pueda con todo esto! —suspira con pesar. —Tienes que poder Romina. Ya diste el paso más difícil: poner la denuncia y admitir que fuiste objeto de un estupro. —Tú viste como me habló ese reportero, me hizo sentir como una p… —Guarda silencio por unos segundos, luego suelta:— Una cualquiera. Y lo peor de todo es que así, me siento. Yo tuve la culpa por haberme involucrado con Ricardo, por haber estado con él en ese bar, por haberle coquet
—¿Qué sucede, Emilio? —pregunta Yolanda mientras se sienta. —Se trata de Sofía. La psicopedagoga estuvo haciéndome algunas preguntas bastante raras, dice que mandó a Sofía a dibujar algo de su pasado y ella dibujó un auto en llamas. ¿Fue Rebecca quién le contó sobre el accidente donde murió Emma? —pregunta con disgusto. —No, ella simplemente le dijo que tuviste un accidente, y por eso tienes el rostro así. Rebecca no sería capaz de contarle algo tan trágico a Sofía, ni mucho menos yo. —¿De dónde entonces, Sofía sacó eso? —No tengo idea, Emilio. Los niños a veces inventan historias.—Pues no me gusta que mienta. —advierte con firmeza— Además creo que es hora de contarle la verdad a Sofía. No puede vivir engañada, Yolanda.—Lo sé, Emilio sólo déjame resolver lo de mi hijo Fabricio, y luego te prometo que le diré la verdad. —Está bien, pero ya no deseo más mentiras en todo esto. —espeta— Tampoco quiero hablar de Rebecca y su pasado, lo que ella y ese hombre hayan tenido, ya n
Obnubilado por aquella información, Emilio sale del bar, sin permitirle a Antonella, la oportunidad de tramar un plan para separarlos. Aquella absurda idea no tiene cabida en un hombre como él. En lo único que piensa es en encontrar a su rival y confrontarlo. Sube a su coche y conduce hasta la clínica con intenciones de exigirle a Borjas, una respuesta sincera sobre lo que estaba pasando entre él y su mujer –su esposa, esa mujer a quien tanto amaba.Al llegar al edificio, baja de su coche y se adentra con rapidez, se dirige hasta el ascensor, al ver que está ocupado sube por las escaleras apresuradamente. La asistente de Borjas al verlo, lo saluda con amabilidad.—Buenas tardes Sr Ferrer. —Necesito hablar con el Dr Suárez. —responde de forma ansiosa.—El Dr Suárez aún no llega. —Bien, lo esperaré entonces.—¿Tiene cita con él? —pregunta la mujer revisando la lista de pacientes de su jefe. —No, no tengo cita. Pero debo hablar con él. La asistente, se encoge de hombros
Esa misma noche, luego de la cena, Yolanda se despide de Sofía y Rebecca, quienes junto a Emilio la acompañan hasta el coche. —Cuídate mucho madrina —grita desde la acera la pequeña al ver que Nacho pone en marcha el auto. Rebecca y Emilio cruzan miradas y sonríen ante la ingenuidad de la niña.Emilio levanta a su hermana, entre sus brazos y Rebecca camina detrás de ellos rumbo a la casa.—Me ocuparé de llevarla a su habitación. —dice Rebecca. —Yo lo haré —replica él, en tono suave.Ella asiente y se dirige hasta su recámara. Aprovecha de llamar a Romina para saber cómo se siente. Emilio en tanto, acuesta a la niña en su cama. —Descansa, princesa. —¿Te vas? —pregunta ansiosa.— mi madrina siempre me lee un cuento. Emilio sonríe, se regresa, toma del estante el relato preferido de Emma “El mago de Oz” y comienza a relatarle la historia a Sofía. A diferencia de otras veces, la pequeña Sofía no se duerme fácilmente. Quizás el deseo de Emilio de volver a su dormitorio, l