—¿Qué sucede, Emilio? —pregunta Yolanda mientras se sienta. —Se trata de Sofía. La psicopedagoga estuvo haciéndome algunas preguntas bastante raras, dice que mandó a Sofía a dibujar algo de su pasado y ella dibujó un auto en llamas. ¿Fue Rebecca quién le contó sobre el accidente donde murió Emma? —pregunta con disgusto. —No, ella simplemente le dijo que tuviste un accidente, y por eso tienes el rostro así. Rebecca no sería capaz de contarle algo tan trágico a Sofía, ni mucho menos yo. —¿De dónde entonces, Sofía sacó eso? —No tengo idea, Emilio. Los niños a veces inventan historias.—Pues no me gusta que mienta. —advierte con firmeza— Además creo que es hora de contarle la verdad a Sofía. No puede vivir engañada, Yolanda.—Lo sé, Emilio sólo déjame resolver lo de mi hijo Fabricio, y luego te prometo que le diré la verdad. —Está bien, pero ya no deseo más mentiras en todo esto. —espeta— Tampoco quiero hablar de Rebecca y su pasado, lo que ella y ese hombre hayan tenido, ya n
Obnubilado por aquella información, Emilio sale del bar, sin permitirle a Antonella, la oportunidad de tramar un plan para separarlos. Aquella absurda idea no tiene cabida en un hombre como él. En lo único que piensa es en encontrar a su rival y confrontarlo. Sube a su coche y conduce hasta la clínica con intenciones de exigirle a Borjas, una respuesta sincera sobre lo que estaba pasando entre él y su mujer –su esposa, esa mujer a quien tanto amaba.Al llegar al edificio, baja de su coche y se adentra con rapidez, se dirige hasta el ascensor, al ver que está ocupado sube por las escaleras apresuradamente. La asistente de Borjas al verlo, lo saluda con amabilidad.—Buenas tardes Sr Ferrer. —Necesito hablar con el Dr Suárez. —responde de forma ansiosa.—El Dr Suárez aún no llega. —Bien, lo esperaré entonces.—¿Tiene cita con él? —pregunta la mujer revisando la lista de pacientes de su jefe. —No, no tengo cita. Pero debo hablar con él. La asistente, se encoge de hombros
Esa misma noche, luego de la cena, Yolanda se despide de Sofía y Rebecca, quienes junto a Emilio la acompañan hasta el coche. —Cuídate mucho madrina —grita desde la acera la pequeña al ver que Nacho pone en marcha el auto. Rebecca y Emilio cruzan miradas y sonríen ante la ingenuidad de la niña.Emilio levanta a su hermana, entre sus brazos y Rebecca camina detrás de ellos rumbo a la casa.—Me ocuparé de llevarla a su habitación. —dice Rebecca. —Yo lo haré —replica él, en tono suave.Ella asiente y se dirige hasta su recámara. Aprovecha de llamar a Romina para saber cómo se siente. Emilio en tanto, acuesta a la niña en su cama. —Descansa, princesa. —¿Te vas? —pregunta ansiosa.— mi madrina siempre me lee un cuento. Emilio sonríe, se regresa, toma del estante el relato preferido de Emma “El mago de Oz” y comienza a relatarle la historia a Sofía. A diferencia de otras veces, la pequeña Sofía no se duerme fácilmente. Quizás el deseo de Emilio de volver a su dormitorio, l
Rebecca deja que sus manos acaricien la espalda musculosa de Emilio, mientras las de él se mueven por todo su cuerpo. Rápidamente se deshacen de sus ropas, quedando totalmente desnudos, sus pieles se erizan, sus cuerpos se estremecen y sus sexos reaccionan ante el contacto de sus manos. Mientras ella separa ligeramente sus piernas, y él acaricia y frota su clítoris, Rebecca frota su polla como lámpara de Aladino para despertar al genio que lleva dentro y que cumplirá sus deseos más íntimos. Emilio la sostiene de los muslos, la levanta y ella se enlaza a sus caderas, él la sienta sobre la cómoda y comienza a besarla por todo su cuerpo. Sus labios descienden lentamente por su cuello, luego baja hasta sus pechos, se detiene algunos segundos para saborearlos, luego continua bajando cada vez más, siempre un poco más. Rebecca arde de ganas, su cuerpo se tensa, al ver como Emilio se dirige hacia el centro de su entrepierna. Lo sigue con la mirada, mientras él dilata aquel instante, se
Rebecca entra con la niña a la sala de emergencia, mientras Emilio se ocupa de los trámites administrativos en el hospital. Enzo se sienta a un lado, en el área de espera. Mueve sus piernas de forma impaciente, realmente se puede ver que está preocupado. Cuando entró a aquella habitación no lo hizo con la intención de provocar terror y pánico en su ‘hermana’. No esta vez. Siempre había actuado bajo la presión emocional y la convicción de que debía hacerle daño a la hija de la mujer que se interpuso entre sus padres. Aún recuerda ver a su propia madre llorar y sufrir por la traición de su padre. No sólo tenía una amante sino también una hija bastarda. El nexo especial que había entre ellos dos –madre e hijo– era tan fuerte, que su deseo de lealtad hacia ésta, lo llevó a querer vengarse de una niña inocente; claro, eso y la ambición desmedida por tener dinero.A pesar de ello, su perspectiva hacia la realidad que está viviendo, lo han hecho cambiar de forma de pensar, llevándol
Tras el examen de compatibilidad, la noticia de que Enzo es el donante potencial para Sofía, le devuelve a todos la esperanza. La operación se programa de inmediato, y todos los médicos se preparan para el reto que se les avecina. No sólo debían extraer el riñón de Enzo, sino trasplantarlo a Sofía. Aquel desafío es realmente exigente para todo el personal médico. La quirófano está listo para dar inicio a la operación. El grupo de especialistas se mueve con precisión, confiados en que uniendo sus conocimientos y esfuerzos, cada uno cumplirá su función en la compleja cirugía. Enzo y Sofía permanecen en la misma planta del hospital, pero en salas separadas, cada uno esperando ser intervenidos. Enzo, está acostado en la mesa de operaciones, siente pronto los efectos de la anestesia fluyendo por su cuerpo, llevándolo a un estado de semi-inconsciencia. Mientras, a su alrededor, los cirujanos se preparan, revisan los monitores y verifican que todo funcione perfectamente. La preocu
Al escuchar aquella difícil realidad, Rosa da algunos pasos hacia atrás. Siente en su pecho una profunda decepción, por segunda vez Enzo Ferrer la hería. —No debí creerle. Fui una tonta. Volvió a burlarse de mí—murmura, evitando que las lágrimas se derramen en su rostro. La rabia, la tristeza y la decepción la invaden por completo. A su edad, socialmente era difícil reiniciar desde cero, prefirió creer que Enzo había cambiado y que nunca volvería a dejarla. Sin embargo la cruel realidad le demuestra que nuevamente se ha equivocado.¿Qué iba a hacer ahora? Se pregunta.Da la media vuelta y se aleja apresuradamente de la habitación de su amante, llena de frustración y a la vez, con deseos de vengarse de él. Mientras regresa a su consultorio, se topa con una chica, quien la reconoce de inmediato.—Dra Park, ¿Cómo está? —Rosa levanta el rostro y aplana los labios mostrando a la pelirroja una sonrisa forzada. —¡Hola! —responde aún sin reconocer el rostro de aquella hermosa joven.
—No, en lo absoluto. —contesta Borjas. —Supe que Sofía estaba aquí y vine a ver si necesitaban algo. Se hace a un lado, Emilio se acerca y le entrega el vaso de café, a Rebecca. —Con su permiso, espero que estén bien y que Sofía se recupere pronto.—Hasta luego, doctor —finalmente Rebecca dice algo. Emilio abraza a Rebecca, no está dispuesto a dejarle oportunidad alguna a su rival.En tanto, en su consultorio, Rosa piensa en la manera de vengarse de la traición de Enzo. Toma el móvil de su escritorio y llama:—Querido Luciano ¿Cómo has estado? Quería saber si aceptas una invitación almorzar conmigo. El hombre al otro lado de la línea, le confirma:—Será un gusto, como siempre mi querida amiga. Horas más tarde, Rosa conduce hacia el lujoso restaurante italiano, que eligió para agasajar a su invitado. El elegante hombre llega puntual al local. Entra y es dirigido hacia la mesa que fue reservada en la zona VIP.Toma asiento