—No, en lo absoluto. —contesta Borjas. —Supe que Sofía estaba aquí y vine a ver si necesitaban algo. Se hace a un lado, Emilio se acerca y le entrega el vaso de café, a Rebecca. —Con su permiso, espero que estén bien y que Sofía se recupere pronto.—Hasta luego, doctor —finalmente Rebecca dice algo. Emilio abraza a Rebecca, no está dispuesto a dejarle oportunidad alguna a su rival.En tanto, en su consultorio, Rosa piensa en la manera de vengarse de la traición de Enzo. Toma el móvil de su escritorio y llama:—Querido Luciano ¿Cómo has estado? Quería saber si aceptas una invitación almorzar conmigo. El hombre al otro lado de la línea, le confirma:—Será un gusto, como siempre mi querida amiga. Horas más tarde, Rosa conduce hacia el lujoso restaurante italiano, que eligió para agasajar a su invitado. El elegante hombre llega puntual al local. Entra y es dirigido hacia la mesa que fue reservada en la zona VIP.Toma asiento
El golpe que recibe Enzo de sus atacantes, le provoca un derrame externo, el cual, gracias a la experiencia y pronta acción por parte de la enfermera de turno, logra manejar rápidamente. Presionando sobre la herida, llega a controlar el sangrado mientras llega el resto de los médicos a brindarle apoyo.Enzo, aún aturdido y con el dolor punzante en el costado, pierde el conocimiento, producto de la combinación del fuerte analgésico que la enfermera le había suministrado minutos antes, y el impacto de aquel golpe.Enzo es llevado y atendido por los médicos a la sala de emergencia donde logra ser estabilizado de forma rápida. Aún así los médicos deciden realizarse algunos exámenes para verificar que no haya lesiones internas. Tras un examen exhaustivo, los médicos confirman que por suerte, la hemorragia no era interna. No obstante, deciden dejarlo allí y monitorearlo de cerca. Aquel evento no había sido fortuito. La inquietud del médico de guardia y del equipo que lo acompaña, se m
Horas más tarde, Enzo es llevado a una nueva habitación. El director general del hospital, Jorge Castillo, asigna a uno de los guardias de seguridad para que custodie el pasillo. también le exige al jefe de departamento de vigilancia, monitorear en todas las entradas al nosocomio para que aquel suceso no se repita nuevamente. A un hombre como Jorge Castillo, cuya reputación es intachable, no le conviene ningún tipo de escándalo, en ese momento, mucho menos cuando se ha postulado por segundo período en el cargo de director general del hospital.No obstante, no puede dejar pasar por alto aquel hecho. Sospecha que hubo algún tipo de complicidad interna, quizás alguno de sus oponentes quiere hacerle una mala jugada para que pierda las elecciones.—Quiero que revises cuidadosamente las cámaras de seguridad, quiero ver como demonios ese par de delincuentes lograron entrar al hospital. —ordena. —Sí, jefe. —contesta el hombre. Por suerte para él, Enzo no quiso poner la denuncia a pesa
El regreso de Sofía a la mansión, tiene a todos bastante ocupados; los cuidados que la niña requiere exigen del apoyo de cada uno de ellos, cuando no es Rebecca quien la cuida, es Yolanda quien se ocupa de ella, incluso el mismo Emilio, ha tenido que sumarse a la tarea. Esa noche, mientras Yolanda, cuida de Sofía, recibe una inesperada visita.Se levanta para abrir la puerta, quedando sorprendida al verlo:—Benavides ¿Qué haces aquí? —pregunta algo nerviosa.—Vine a ver como está Sofía. Recuerda que soy el médico familiar.—Sí, se me había pasado ese detalle. —Y bueno, no puedo negar que también me sirve de excusa para verte unos minutos. —Le da un guiño, y Yolanda se ruboriza. —Gracias por venir, entonces. —Sonríe entre suspiros. La proximidad entre Yolanda y Benavides, es cada vez mayor. Desde que reencontraron en el viaje de Madrid a Alicante, el seductor médico, no ha parado de enviarle mensajes, e incluso como esa noche, ir a la mansión, con la clara intención de verl
—¿Ocurre algo doctor? —interroga Emilio al verlo callado y pensativo.—No. No tienes de que preocuparte. Todo salió muy bien. La operación ha sido exitosa. —dice Borjas sintiendo un alivio momentáneo, pero sin dejar de pensar en Rebecca. —¿Puedo verme? —pregunta, ansioso y preocupado. Una mezcla de ansiedad y expectativa, lo invade.—Sí, por supuesto. —Borjas le hace una señal a la enfermera para que traiga el espejo.— Vas a notar algunas zonas un tanto enrojecidas e hinchadas, eso se debe a lo delicada que estaba tu piel. —Le advierte. La enfermera ese acerca a él, le sonríe amablemente.—¡Tenga, Sr Ferrer! —dice y Emilio apenas, le devuelve una sonrisa para agradecerle. Su mente está centrada en un sólo pensamiento: su rostro. La enfermera –con un gesto suave– le entrega el espejo. En ese instante, el corazón de Emilio se acelera, late con rapidez, mientras las manos comienzan a sudarle copiosamente.Con manos temblorosas, Emilio sostiene el espejo frente a él. La luz le i
Rebecca sale apresuradamente de la mansión, le pide a Nacho que la lleve hasta el apartamento de su amiga. Minutos más tarde, se encuentra frente a la puerta, toca el timbre reiteradas veces, sin obtener respuesta. Su corazón late acelerado imaginando la más de las nefastas situaciones. —Romina, por favor, ábreme. —grita desde afuera. Minutos antes, cuando habló con su amiga, la sintió bastante mal, fue por ello que sin dudarlo decidió ir a verla. Finalmente la puerta se abre, ambas chicas se ven y se abrazan. —Por Dios, Romina. ¿Cómo me haces esto? —recrimina angustiada.—Perdóname Rebecca, no sabía a quién recurrir. —dice entre sollozos.— No debí hacerte venir hasta acá.—No te preocupes, eres mi amiga y no podía dejarte sola. —Eres realmente maravillosa, ahora entiendo porque todos los hombres te aman.—¿De dónde sacaste eso? —interroga.—Escuché algunas de las cosas que Enzo te dijo, vi en sus ojos que claramente está enamorado de ti, Rebecca. —responde con pesar.
Durante los días siguientes, Rebecca se ocupa en dirigir todo lo relacionado en la mansión, para Mercedes aquello resulta humillante. No soportaba la presencia de la esposa de su patrón. Ver que nuevamente se había salido con la suya, la llena de ansiedad y enojo. —Haría lo que fuera por verla hundida. —murmura. —¿Qué dices, Mercedes? —pregunta Sol, mientras recoge la mesa. —Qué termines de hacer lo que haces. Aún quedan muchas cosas por hacer, ¿no escuchaste a la nueva patrona? —refiere con sarcasmo. —Deja de andar de ardida, Mercedes; la Sra Rebecca es una mujer increíble, deberías dedicarte a conocerla y no a ser su enemiga.—Es lo que quiere hacerle ver a todos, pero estoy segura de que no es ninguna santa. —Deja ya en paz a la señora, Rebecca. Como lo dices hay muchas cosas por hacer aún. El Sr Emilio regresa esta noche y hay que preparar una cena especial. —No tienes que recordarme lo que debo hacer, aquí la ama de llaves soy yo. —Estás insoportable hoy, Mercedes
Emilio queda estupefacto al mirar lo hermosa que se ve, su amada esposa esa noche. Rebecca, en cambio no puede creer lo que ven sus ojos. —¡Oh por Dios! —Se lleva las manos a la boca— Te operaste. —sus ojos se vuelven cristalinos.—Sí, así es. —contesta, sonriendo.Ella termina de bajar las escaleras, ambos se abrazan y se unen en un beso tierno que poco a poco se vuelve, intenso y apasionado. Van hasta el comedor, brindan, sonríen y comparten aquel momento perfecto. Rebecca y Emilio se sienten cada vez más seguros de sus sentimientos. Poco a poco las sombras de los celos y las mentiras se deshacen en medio de las llamas del amor. Luego de la cena, suben hasta la habitación de Sofía para darles la gran noticia. Tanto Yolanda como la niña, sonríen de felicidad y emoción. Aquel instante es propicio para desvendar algunas verdades. Yolanda asume su responsabilidad, pidiendo a Emilio y Rebecca que la dejen a solas con su hija.—¿Estás segura madrina? —pregunta la pelicastaña.