Keith AndersonDos días después...―A ver... Sonríe... ―Dijo John, indicándome que mostrara mi mejor sonrisa.Le dediqué una mirada de pocos amigos, ―No. Si no quiero sonreír, no sonrío y ya.―A este paso te convertirás en una vieja amargada, a edad prematura. ―Se quejó.―A este paso te convertirás en un niño chiquito, cuando en realidad eres un hombre hecho y derecho con cara de idiota.Él arrugó sus cejas, me observó, sonrió y esos pequeños huequitos dibujándose en su ya afeitado rostro lo hicieron parecer más o menos adorable. Antes su barba estaba algo poblada. Pero, hace dos días que cambió eso, ¿Por qué? No sé, ni tampoco me interesaba saberlo.Su cabello negro era un tanto largo pero siempre lo tenía muy bien peinado hacia atrás, sus ojos eran... Estaban bien, me gustaba ese color negro que tenían.Esa ropa tan formal lo presentaba cómo un tipo serio, capaz de no poder ni siquiera bromear sobre algún absurdo tema. No obstante, con él era todo lo contrario.Definitivamente, lo er
KeithUn resentimiento que creí que enterré en lo más profundo de mis ser; reapareció, provocando que una estampida de malos recuerdos pisotearan con ganas mi lado razonable. Afectando la lógica.¿Es enserio?Quería agarrarla y jalarle esas greñas descoloridas de las cuáles ella, era poseedora.Pero no. No podía.Aunque mi instinto y mi dignidad de mujer me lo pedían a gritos, no. No pensaba rebajarme ante una zorra como Tatiana.―¿Qué pasa, Keith? ¿Acaso te mordió la lengua el gato o qué? ―Preguntó con afán y al mismo tiempo, diversión.―Para tu desgracia, no. ―Contesté con simpleza―. Y a tí parece que te siguen gustando las cosas baratas. Porque ese hedor tuyo me llegó a las fosas nasales. Es tan... Barato. Así como tú. ―Añadí sonriendo ampliamente.Parecía que mi lado feroz salía a relucir en su máximo esplendor.En un santiamén, la diversión de Tatiana se disipó.―En primer lugar, es un perfume Chanel, ¿Si sabes lo que es Chanel? ―Hizo una pausa y quise hablar pero ella misma se r
Michael.El dolor muchas veces arrastra tu alma hacía un hoyo negro del que es muy difícil escapar. Y si lo haces, ese vacío te acompaña siempre. O tu vas hacía él, o el va hacía ti.Siempre es así...Pero todo depende de la fuerza de tu alma para salir de él, y enfrentarse siempre ante la amenaza de caer nuevamente.Es así. Todo en la vida se trata de cuán fuerte has de ser para enfrentarte y tomar la vida por los cuernos, y no dejar que el sufrimiento se adueñe de tu ser.El dolor estará, pero tú fortaleza también.―No lo sé, Michael... Tengo miedo, ¿Y si no logro salir de aquí? ¿De ese dolor, de este vicio, de este negro vacío? De mi realidad... ―Tu puedes, Emma. Eres mucho más fuerte de lo que crees, solo tienes que creerlo. Así será... Vas a salir de ese hoyo profundo y no verás más negrura. ―Expresé con toda sinceridad, las palabras provenían desde mi corazón y las liberaba con amor.Ella sollozó en silencio, pero aún así, podía escucharla.―Quiero... Necesito alcohol. ―Balbuce
John—¡¿No piensas decir nada?! —Protestó Tatiana con el ceño notoriamente fruncido—. O sea, literalmente me han faltado el respeto en tus narices ¡¡¿Y no piensas hacer nada al respecto?!! —Agregó la rubia con afán.Inhalé hondo y traté de acumular mucha, pero muchísima paciencia.—Tatiana... ¿Cuántas veces te he dicho que no puedes hacer lo que se te de la gana en MI empresa? ¿Acaso crees que no me la paso ocupado? Lo más probable es que solo fuiste para desconcentrarme, soy un hombre ocupado. —Escupí mirándola con disgusto.—Pero John... —La interrumpí y dije:—Pero nada. —Expresé con enfado, me acerqué a ella y la observé de cerca—, no me busques a menos que sea para algo realmente importante, Keith solo hacía su trabajo.Los labios de Tatiana formaron una pequeña "o", y no se molestó en disimular su asombro e indignación.Ella liberó un suspiro ruidoso, aclaro su garganta y dijo:—¿Es enserio, John? ¿Vas a defender a esa tipa? ¿De qué lado estas? —Del lado de la razón... Y tú no
KeithUna semana después...Después de una semana adaptándome al nuevo trabajo, todo marchaba bien, mi relación con el JEFE mejoró, y hasta me llevaba mejor con Susana quien de vez en cuando me hablaba sobre sus bandas y telenovelas favoritas, me dí cuenta de que era una gran persona, ella siempre trabajó arduamente para sacar adelante a su familia ya que era madre soltera.Algo realmente admirable.En cuanto a los demás, pues... Ya no charlaban tanto sobre mi e incluso me había llevado mejor con otras personas que allí trabajaban; eran muchas personas buenas que me brindaron su apoyo si necesitaba cualquier cosa, eso me hizo sentir mejor en ese empleo, por lo menos no habían personas queriendo destruirme cada vez que se le presentara la oportunidad.―Keity, Keity, Keity... ―La voz del Señor Blue llegó a mi oídos. Le dediqué una mirada curiosa―. Dime, el imbécil de John no piensa darte una día libre acaso, esas manitas suaves tuyas necesitan descansar. ―Comentó vacilante.En poco tiem
KeithDespués de que llegáramos al Café Pablito. Uno muy lindo por cierto. Buscamos una mesa para tomar asiento, esas mesas eran cubiertas por manteles con cuadros rojos y blancos; en el centro habia un servilletero monísimo, noté pequeños detalles de rosas y margaritas en ese objeto. Alterné la vista en mi entorno, las personas conversaban, otras simplemente disfrutaban de un buen café, capuchino, o de un buen almuerzo.La verdad es que el hambre comenzaba a hacerse presente. Y mi estómago no iba a tardar mucho en protestar.Las sillas eran de madera y tenían talladas flores; había una barra (como la de un bar) en dónde personas se encontraban sentadas charlando; los meseros y meseras usaban un uniforme rojo muy lindo, camisa marrón oscuro y pantalones negros. ¿Cómo es que jamás supe de ese café?Sinceramente era muy acogedor, podía percibir ese aroma a comida, dulces, café...Inhale hondo...«Dios, que delicioso huele», pensé entrecerrando mis ojos.Sarah suspiró y dijo:―Mm, huel
KeithUn huracán de sentimientos encontrados arrasaron con mi tranquilidad.Howard, el imbécil más grande del planeta y quizás, del universo; se apareció en mi campo de visión.Debía admitir que su presencia me alteraba.Me daban ganas de darle muchas bofetadas. Decirle todo lo que llevaba guardado en mi interior desde hacía tiempo. De gritarle, de insultar su rostro, todo de él.Unas de las personas que más me hizo sufrir.Incontables fueron las lágrimas que liberé a causa de su traición, de su abandono... Cuando más lo necesité, él simplemente, me dejó.Era increíble, todavía sentía algo por él. Y no, definitivamente no era amor. Podía distinguir esa clase de sentimiento como: Un profundo rencor.Volví a tomar un sorbo de mi jugo para tratar de calmarme.―Keith... ¿De verdad estás bien? ―Me preguntó Sarah.Aclaré mi garganta, ―Si, lo estoy... Es solo que... Me ahogué. ―Respondí, aún sintiendo una sensación desagradable en mi garganta.―Por Dios... Me asustaste, Keith. ―Admitió Sarah
MichaelYa una semana había pasado desde que decidí quedarme para ayudar a Emma en lo que necesitara. Esos días que me sirvieron para reflexionar y darme cuenta de cada noche en la que hablaba con Keith por teléfono, cada vez que escuchaba su voz, suave y reconfortante, hermosa y delicada, con cada risa suya, una parte de mi se alegraba. Podía sentir esa paz que inspiraba a través de su voz, con ella el tiempo se detenía, y esa sensación de hormigueo en mi estómago se hacía presente.Sabía que estaba mal.Ella solo era mi amiga.Lo más seguro es que Keith solamente me viera como si mejor amigo, y nada más.Siempre quería decirle, confesarle sobre lo que me hacía sentir, pero, ¿Y si lo arruinaba? ¿Y si ella se alejaba de mi, otra vez?No podía correr ese riesgo.Aunque me muriera por querer besarla, abrazarla, acariciarla.Estaba mal.Pero, ¿Qué podía hacer? El amor es así, llega cuando menos te lo esperas y con quién menos lo imaginas.―... Y bueno, fué así que este tonto que está aqu