Suspiro con derrota.Esa mañana sería muy larga, a pesar de que no había ido a la escuela.Ya había pasado cerca de un mes desde que el azabache, su tío y su madre habían hablado con aquel tétrico pelirrojo que sería el abogado de ellos, mes en el cual habían tenido que ir varias veces al juzgado, la cosa avanzaba lenta según sabia, no le ocultaban nada, es más, le conversaban mucho sobre ello.Se le estaba haciendo una costumbre ya el faltar a la escuela, sería más o menos la decima vez que lo hacia ese mes, su madre insistía en que les acompañara a los citatorios frl juzgado, a lo que él no se negaba, era un asunto de su interés.Recordó como Carlo había gritado y pataleado la primera vez que falto diciendo que quería ir con él, que no era justo que solo a él se le permitiera así de la nada faltar a la escuela, pero finalmente lo subieron a la furgoneta donde fue llevado a la correccional para menores, como él le llamaba a la escuela. Esa escena se repetía cada vez que faltaba a la
Zorra mentirosa, no tengo primas por lo mismo soy la heredera de la compañía que mi abuela dejo –critico enseguida la morena acomodándose los lentes con una sarcástica sonrisa en el rostro, claro, la rubia no se dejaba irritar, cosa que a ella si le irritaba— Henry, Chad –llamo enseguida mirando a ambos gemelos quienes sonrieron de medio lado—Nuestra abuela era la única e indiscutida dueña de la empresa, pero murió hace unos años y ella le dejo la completa posesión de la empresa a Susan, los aspectos legales son muy complicados como para que ustedes con sus patéticos cerebros los entiendan –explico el primero de los gemelos quien se cruzo de brazos sonriendo con burla, por la terminología que usaba se notaba de más que él era abogado—<
Participantes del caso empresa Maxwell y Relish –anuncio un hombre saliendo tras la puerta que por tanto rato habían estado esperando a que se abriera, momento en el cual Emmanuel que se había mantenido al margen de la situación se acercaron a ese hombre presentando las citaciones al igual que lo hizo el hombre Relish— Emmanuel, abogado de la parte demandante y representante de la corporación Maxwell –se presento el pelirrojo de ojos aguamarina pasando la citación a ese hombre— Es bastante tétrico–pensó el hombre mirando de reojo al abogado cuando leía la citación que el mismo había interpuesto— Henry Relish, abogado de la parte demandada y también parte del grupo demandado, asumo el rol de abogado de los Relish –se explicó el pelianaranjado antes de que le preguntaran como el siendo uno de los demandados era el abogado— Todo en orden –afirmo el hombre mirando las citaciones y luego mirando a todos los participantes— hoy comenzaremos con el proceso final de la demanda, razón por l
Primero están los periódicos que se le entregaron en los que ya en esa fecha se sospechaba a que fue provocado, en ese entonces no había pruebas y no las siguieron buscando porque los Relish retiraron su condición de amparo por ellos, al igual que Fernando Maxwell lo hizo, ¿no le parece sospechoso? –pregunto Emmanuel quien luego de su maletín saco unos cuantos papeles que luego le llevo al juez pasándoselos en la mano— en segundo lugar, tenemos el testimonio de Bernard de que iban a una notaria en especial la cual tenían asociada a la empresa Maxwell, lo extraño es, que no iban en la ruta hasta ese lugar, si vemos en un mapa el lugar del accidente, la calle se dirigía al este y no al sureste donde estaba localizada en ese momento aquella notaria, curiosamente aquella calle de tres pistas, esa semana tenía solo dos pistas porque la del medio estaba siendo reparada, gracioso detalle
Veía aquella habitación recordando el día que llego a ella. Fue a mediados de año, lo recordaba, un verano de lo más caluroso. Cuando llego a aquella gran cuidad y se encontraron por segunda vez con Frank, recordando cómo habían chocado él y su pequeño hijo en el aeropuerto. Cuando comenzó a trabajar con él y poco a poco haciéndose amigos. Su preocupación constante para con ellos por su parte, actuando casi como un padre para Armand, tiempo en el que ella se comenzó a enamorar poco a poco de él. Como graciosamente se dieron cuenta de lo que sentían, con el beso de aquel día de deportes, luego en el parque de diversiones, después en el cumpleaños de su hijo. Sin duda él tenía que ver en que ellos se hubieran enamorado Estaba viviendo ese mismo año el más candente de los inviernos, aplacando el frio y el sonido de la lluvia con gemidos y caricias que le subían la temperatura cada que el azabache la tocaba. Vaya, como pasaba el tiempo, los meses se le fueron volando sin siquiera no
Una vez cansados comenzaron a caminar fuera del mercado hasta donde habían estacionado aquel automóvil en el que habían llegado, el cual había quedado algo lejos porque de igual forma siempre las calles cerca del mercado central pasaban llenas de automóviles estacionados. ¿es mi idea o está comenzando a helar? –pregunto la rubia quien se frotaba las manos en las cuales tenía guantes, estaba muy abrigada, al parecer poco toleraba el frio— Es diciembre, ¿Qué esperabas? –respondió divertido el azabache sonriendo de medio lado, si llegaban pronto a casa se aseguraría de quitarle el frio a esa chica— Diciembre…—repitió en su mente el pequeño pelirrojo mirando al cielo como la nieve caía— Nevaba mucho, sentía el frio penetrar su ropa aun cuando se había puesto su chaqueta más abrigadora. Daba pasos sin saber a dónde iba, miraba a todos lados la gente caminar, observando las manos de los niños que iban de la mano de sus padres y/o madres para no perderse. Soltó unas pequeñas lágrimas mu
—¿Cómo te llamas? –pregunto el pelirrojo a la pequeña quien seguía llorando— —Blanca –respondió la pequeña, incluso su nombre era como la nieve, con razón era tan bonita pensó el pequeño pelirrojo, por suerte él la había encontrado y no tuvo la misma suerte que él tuvo hacía tiempo. —¿Cuántos años tienes? –Volvió a preguntar en lo que la niña se quedó callada levantando el número de dedos que tenía por edad— con que 6 años, supongo que esto te gustara –sonrió el pelirrojo sacando de su mochila aquella muñeca que había comprado como regalo. La pequeña dejo de llorar mirando aquella muñeca que simulaba ser un bebe, con todo y vestido, tenía el cabello negro y curiosamente los ojos del mismo verde que ella. Asintió con una sonrisa tomando la muñeca cuando el pequeño pelirrojo se la paso, momento en que sonrió feliz olvidando el llanto y dejando de llorar. —Te la doy si dejas de estar triste –sonrió el pequeño haciendo a la pequeña asentir, más de igual forma bajo la mirada dando a en
No, no podían encontrar a los pequeños, fue el momento en que los cuatro adultos decidieron ir a la estación de policía más cercana. Iban a paso apresurado, el sol ya se había ocultado, los colores rojos pronto desaparecerían del cielo y se oscurecería empezando a helar aún más. El sonido de golpes y gritos les llamó la atención. Al detenerse se miraron, volvieron a escuchar golpes y unos cuantos gritos más. Asintiendo al mismo tiempo comenzaron a correr en dirección de ese ruido a ver qué era lo que sucedía. En la esquina de la intersección de una calle lograron divisar a un tipo con ojos de espiral y sangre en la nariz, al parecer muy golpeado. Desde el punto ciego de la calle donde había un callejón, pudieron observar como otro sujeto de la misma edad que el primero aparecía y salía volando del callejón como si alguien lo hubiera lanzado, chocando con la pared y quedando encima del primero, claro que ninguno lo noto ya que los dos parecían estar inconscientes. Mas golpes se escu