Primero están los periódicos que se le entregaron en los que ya en esa fecha se sospechaba a que fue provocado, en ese entonces no había pruebas y no las siguieron buscando porque los Relish retiraron su condición de amparo por ellos, al igual que Fernando Maxwell lo hizo, ¿no le parece sospechoso? –pregunto Emmanuel quien luego de su maletín saco unos cuantos papeles que luego le llevo al juez pasándoselos en la mano— en segundo lugar, tenemos el testimonio de Bernard de que iban a una notaria en especial la cual tenían asociada a la empresa Maxwell, lo extraño es, que no iban en la ruta hasta ese lugar, si vemos en un mapa el lugar del accidente, la calle se dirigía al este y no al sureste donde estaba localizada en ese momento aquella notaria, curiosamente aquella calle de tres pistas, esa semana tenía solo dos pistas porque la del medio estaba siendo reparada, gracioso detalle
Veía aquella habitación recordando el día que llego a ella. Fue a mediados de año, lo recordaba, un verano de lo más caluroso. Cuando llego a aquella gran cuidad y se encontraron por segunda vez con Frank, recordando cómo habían chocado él y su pequeño hijo en el aeropuerto. Cuando comenzó a trabajar con él y poco a poco haciéndose amigos. Su preocupación constante para con ellos por su parte, actuando casi como un padre para Armand, tiempo en el que ella se comenzó a enamorar poco a poco de él. Como graciosamente se dieron cuenta de lo que sentían, con el beso de aquel día de deportes, luego en el parque de diversiones, después en el cumpleaños de su hijo. Sin duda él tenía que ver en que ellos se hubieran enamorado Estaba viviendo ese mismo año el más candente de los inviernos, aplacando el frio y el sonido de la lluvia con gemidos y caricias que le subían la temperatura cada que el azabache la tocaba. Vaya, como pasaba el tiempo, los meses se le fueron volando sin siquiera no
Una vez cansados comenzaron a caminar fuera del mercado hasta donde habían estacionado aquel automóvil en el que habían llegado, el cual había quedado algo lejos porque de igual forma siempre las calles cerca del mercado central pasaban llenas de automóviles estacionados. ¿es mi idea o está comenzando a helar? –pregunto la rubia quien se frotaba las manos en las cuales tenía guantes, estaba muy abrigada, al parecer poco toleraba el frio— Es diciembre, ¿Qué esperabas? –respondió divertido el azabache sonriendo de medio lado, si llegaban pronto a casa se aseguraría de quitarle el frio a esa chica— Diciembre…—repitió en su mente el pequeño pelirrojo mirando al cielo como la nieve caía— Nevaba mucho, sentía el frio penetrar su ropa aun cuando se había puesto su chaqueta más abrigadora. Daba pasos sin saber a dónde iba, miraba a todos lados la gente caminar, observando las manos de los niños que iban de la mano de sus padres y/o madres para no perderse. Soltó unas pequeñas lágrimas mu
—¿Cómo te llamas? –pregunto el pelirrojo a la pequeña quien seguía llorando— —Blanca –respondió la pequeña, incluso su nombre era como la nieve, con razón era tan bonita pensó el pequeño pelirrojo, por suerte él la había encontrado y no tuvo la misma suerte que él tuvo hacía tiempo. —¿Cuántos años tienes? –Volvió a preguntar en lo que la niña se quedó callada levantando el número de dedos que tenía por edad— con que 6 años, supongo que esto te gustara –sonrió el pelirrojo sacando de su mochila aquella muñeca que había comprado como regalo. La pequeña dejo de llorar mirando aquella muñeca que simulaba ser un bebe, con todo y vestido, tenía el cabello negro y curiosamente los ojos del mismo verde que ella. Asintió con una sonrisa tomando la muñeca cuando el pequeño pelirrojo se la paso, momento en que sonrió feliz olvidando el llanto y dejando de llorar. —Te la doy si dejas de estar triste –sonrió el pequeño haciendo a la pequeña asentir, más de igual forma bajo la mirada dando a en
No, no podían encontrar a los pequeños, fue el momento en que los cuatro adultos decidieron ir a la estación de policía más cercana. Iban a paso apresurado, el sol ya se había ocultado, los colores rojos pronto desaparecerían del cielo y se oscurecería empezando a helar aún más. El sonido de golpes y gritos les llamó la atención. Al detenerse se miraron, volvieron a escuchar golpes y unos cuantos gritos más. Asintiendo al mismo tiempo comenzaron a correr en dirección de ese ruido a ver qué era lo que sucedía. En la esquina de la intersección de una calle lograron divisar a un tipo con ojos de espiral y sangre en la nariz, al parecer muy golpeado. Desde el punto ciego de la calle donde había un callejón, pudieron observar como otro sujeto de la misma edad que el primero aparecía y salía volando del callejón como si alguien lo hubiera lanzado, chocando con la pared y quedando encima del primero, claro que ninguno lo noto ya que los dos parecían estar inconscientes. Mas golpes se escu
Las luces de la cuidad se reflejaban en el vidrio del parabrisas, ya se había hecho bastante de noche, apenas encontraron al pelirrojo y le colocaron su chaqueta se fueron caminando al auto sin que en ningún momento la rubia le soltara la mano a Armand, y notando el curioso detalle que el pequeño también apretaba de manera poco usual la mano de su madre como esperando jamás volverse a perder de su lado.Vio por el retrovisor, el pequeño estaba acostado y con sus ojos cerrados, se había quedado dormido cinco minutos después de que subieron al auto, al parecer estaba agotado, claro que debía estarlo, se peleó con cuatro chicos de 15 años después de haber caminado toda la tarde.Miro a la rubia quien también veía al pequeño por el retrovisor, una sonrisa de felicidad adornaba su rostro, pero algo no le dejaba tranquilo después de nota
Pero había una gran diferencia, él no se escapó jamás de casa, y cuando comenzó a pelear en su infancia él ya tenía 5 años y no…—Dijiste que Armand se había escapado a los 2 años –afirmo el Maxwell quien permanecía expectante de que la rubia comenzara con la explicación.Apenas 2 años…Él a esa edad aun jugaba con muñecos, con su hermano, aún era un inocente niño dentro de aquella burbuja llamada inocencia donde alguna vez fue feliz, donde toda persona alguna vez debió vivir y ser feliz, pero algunos salen antes que otros…Como ese niño a los 2 años—Si… cuando tenía 2 años… fue cuando… Gustav y yo vivíamos juntos, comenzamos a vivir solos cuando Armand era apen
—Gustav me dijo que… ya no tendríamos problemas, que Armand se había ido por las de él, ¡Qué se había aburrido de causarnos problemas! –exclamo con todo el dolor de su alma la rubia madre cuando las lágrimas salían de su rostro con más frecuencia y caían desde su mentón hasta su chaqueta y se perdían entre la tela.“de todas formas preocupo a mi mamá, aunque lo haga o no, así que prefiero ahorrarle mis problemas”Allí estaba la razón—Armand se había ido de la casa tan solo con una chaqueta, una mochila y una frazada, sé que suena ridículo, pero se fue porque sentía que nos estaba estorbando, Gustav se dio el trabajo de hacerlo sentirse así a mis espaldas, yo muy tranquila confiando en él y Gustav contaminando la mente de Armand, pert
En ocasiones, los niños suelen ser más listos de lo que los adultos llegan a creer, observando el mundo desde sus ojos inocentes con más perspicacia de lo que pueden imaginar, momentos que para muchos pasan de largo sin notarse, un pequeño los mirara con atención, dándose cuenta la mayoría de las veces de que lo que en realidad sucede, y eso se debe a qué los niños no miran al mundo con ojos juiciosos, si no con la completa naturalidad con que debería de verse.Armand podía mirar a su madre suspirar casi a cada momento, sin que ella fuese conciente de lo que hacía, mientras lavaba los platos, mientras tendia la ropa o acomodaba sus zapatos, momentos sutiles, casi imperceptibles incluso para ella misma, pero eran precisamente esos instantes, en los que su pequeño hijo podía entender que los sentimientos de ella estaban a flor de piel.Sus suspiros, no eran los mismos a los que el niño estaba acostumbrado, no eran suspiros de agobio, tristeza, mortificación o decepción, si no, eran unos