Las luces de la cuidad se reflejaban en el vidrio del parabrisas, ya se había hecho bastante de noche, apenas encontraron al pelirrojo y le colocaron su chaqueta se fueron caminando al auto sin que en ningún momento la rubia le soltara la mano a Armand, y notando el curioso detalle que el pequeño también apretaba de manera poco usual la mano de su madre como esperando jamás volverse a perder de su lado.Vio por el retrovisor, el pequeño estaba acostado y con sus ojos cerrados, se había quedado dormido cinco minutos después de que subieron al auto, al parecer estaba agotado, claro que debía estarlo, se peleó con cuatro chicos de 15 años después de haber caminado toda la tarde.Miro a la rubia quien también veía al pequeño por el retrovisor, una sonrisa de felicidad adornaba su rostro, pero algo no le dejaba tranquilo después de nota
Pero había una gran diferencia, él no se escapó jamás de casa, y cuando comenzó a pelear en su infancia él ya tenía 5 años y no…—Dijiste que Armand se había escapado a los 2 años –afirmo el Maxwell quien permanecía expectante de que la rubia comenzara con la explicación.Apenas 2 años…Él a esa edad aun jugaba con muñecos, con su hermano, aún era un inocente niño dentro de aquella burbuja llamada inocencia donde alguna vez fue feliz, donde toda persona alguna vez debió vivir y ser feliz, pero algunos salen antes que otros…Como ese niño a los 2 años—Si… cuando tenía 2 años… fue cuando… Gustav y yo vivíamos juntos, comenzamos a vivir solos cuando Armand era apen
—Gustav me dijo que… ya no tendríamos problemas, que Armand se había ido por las de él, ¡Qué se había aburrido de causarnos problemas! –exclamo con todo el dolor de su alma la rubia madre cuando las lágrimas salían de su rostro con más frecuencia y caían desde su mentón hasta su chaqueta y se perdían entre la tela.“de todas formas preocupo a mi mamá, aunque lo haga o no, así que prefiero ahorrarle mis problemas”Allí estaba la razón—Armand se había ido de la casa tan solo con una chaqueta, una mochila y una frazada, sé que suena ridículo, pero se fue porque sentía que nos estaba estorbando, Gustav se dio el trabajo de hacerlo sentirse así a mis espaldas, yo muy tranquila confiando en él y Gustav contaminando la mente de Armand, pert
En ocasiones, los niños suelen ser más listos de lo que los adultos llegan a creer, observando el mundo desde sus ojos inocentes con más perspicacia de lo que pueden imaginar, momentos que para muchos pasan de largo sin notarse, un pequeño los mirara con atención, dándose cuenta la mayoría de las veces de que lo que en realidad sucede, y eso se debe a qué los niños no miran al mundo con ojos juiciosos, si no con la completa naturalidad con que debería de verse.Armand podía mirar a su madre suspirar casi a cada momento, sin que ella fuese conciente de lo que hacía, mientras lavaba los platos, mientras tendia la ropa o acomodaba sus zapatos, momentos sutiles, casi imperceptibles incluso para ella misma, pero eran precisamente esos instantes, en los que su pequeño hijo podía entender que los sentimientos de ella estaban a flor de piel.Sus suspiros, no eran los mismos a los que el niño estaba acostumbrado, no eran suspiros de agobio, tristeza, mortificación o decepción, si no, eran unos
Sintió como alguien le golpeaba ligeramente una mejilla. Incomodo ante esa acción ladeo el rostro alejándose de aquello, estaba demasiado bien y relajado para abrir los ojos Sentía esa sensación cálida en el cuerpo, poco a poco recuperaba noción de donde estaba. Un cuerpo estaba sobre él, respirando tranquilamente, supo enseguida que era una mujer, aquella rubia dormía abrazada a él apoyada en su pecho como almohada, como había agarrado costumbre de hacerlo hacia ya un tiempo, le encantaba sentirla sobre él, siempre esperaba unos minutos antes de abrir los ojos solo para sentir el busto de ella chocando contra su cuerpo cuando esta respiraba.Volvió a sentir aquellos ligeros golpecitos en su mejilla junto a una distorsionada voz que le llamaba a lo lejos y…¿Ahora a café?Abrió pesadamente los ojos encontrándose con unos tan oscuros como los de él frente a su rostro y desviar su vista hasta aquella mata de cabellos rojos. Al divisar mejor, vio que el pequeño sonreía, aun traía su pija
Estaba casi listo para salir, su uniforme estaba en completo orden. Solo una cosa le faltaba, ese detalle que le costaba aprender y que siempre le retrasaba para poder salir. Miraba como las manos del azabache quien estaba agachado frente a él se movían de forma ordenada, orden que por más que quisiera, él aun no aprendía. Lamento molestarle con esto tío Frank –sonrió nervioso el pequeño mirando como este hacia el nudo de la corbata que era parte del uniforme obligatorio de su escuela, usualmente su madre lo hacía para él, pero como ella aun no salía del baño intento hacerlo solo, tan mal le estaba quedando que el mismo Frank se agacho desarmando todo aquel lio y comenzando a hacer el nudo el mismo— Descuida, a mí también me costó aprender a hacer los nudos de las corbatas, es impresionante como algo tan cotidiano se vuelve todo un fastidio –admitió sonriendo con diversión el Maxwell quien terminaba poco a poco de hacer el nudo y ajustarlo justo a la medida de su pequeño cuello— ¿Qu
Esperaba tras esa puerta con indignación, no solo por el hecho de que hacia frio y no se dignaban abrir con prisa, sino por el hecho de que sabía lo que probablemente se encontraría allí dentro. Escucho como alguien comenzaba a abrir la puerta. Pero definitivamente no se imagino quien estaría al otro lado de la puerta Al instante de abrir se quedo completamente estático Café v/s negro Con que era verdad –pensó con el ceño fruncido quien estaba esperando a que abrieran— ¿en qué puedo ayudarte? –Pregunto con el ceño fruncido el pequeño pelirrojo mirando a aquel sujeto— Veo que los ricos se han vuelto tan tacaños que ya usan a los niños de porteros –se quejo enseguida aquel hombre con la sonrisa más sarcástica que alguna vez pudo colocar— No tanto como cierta persona que conozco que regaño fuertemente a un niño de 5 años por dejar caer accidentalmente una píldora de sus medicinas aludiendo a que era un desperdicio –se quejo el pequeño quien iba a cerrar la puerta, desgraciadament
Amo a Frank, amo a Armand, son mis vidas y ahora estoy haciendo mi vida propia aquí, con ellos, no los dejare por tus caprichos, ya no te amo Gustav, todo ese mágico brillo en un cuento de hadas que se supone terminaba en una historia feliz se acabo, comencé otro cuento para esta vez sí tener un buen final, ya no soy esa niña inmadura que se apegaba a ti por protección y amor –termino la rubia quien enseguida tomo la mano del pequeño Armand y sin saber porque motivo este bajo la cabeza levemente, sus ojos no expresaban nada, todos los adultos notaron ese detalle, desde el Gustav hasta la rubia y el azabache— Pero el motivo de ello solo fue entendido por unos ojos tan oscuros como los de él Y el motivo real de la visita tan extraña también Emily, ¿podrían esperarme un momento en el auto? –pregunto el azabache, la rubia asintió al instante sin soltar la mano del pequeño, pero se detuvo cuando observo como el Maxwell se sacaba el bolso que acostumbraba a llevar consigo al trabajo y se