Amo a Frank, amo a Armand, son mis vidas y ahora estoy haciendo mi vida propia aquí, con ellos, no los dejare por tus caprichos, ya no te amo Gustav, todo ese mágico brillo en un cuento de hadas que se supone terminaba en una historia feliz se acabo, comencé otro cuento para esta vez sí tener un buen final, ya no soy esa niña inmadura que se apegaba a ti por protección y amor –termino la rubia quien enseguida tomo la mano del pequeño Armand y sin saber porque motivo este bajo la cabeza levemente, sus ojos no expresaban nada, todos los adultos notaron ese detalle, desde el Gustav hasta la rubia y el azabache— Pero el motivo de ello solo fue entendido por unos ojos tan oscuros como los de él Y el motivo real de la visita tan extraña también Emily, ¿podrían esperarme un momento en el auto? –pregunto el azabache, la rubia asintió al instante sin soltar la mano del pequeño, pero se detuvo cuando observo como el Maxwell se sacaba el bolso que acostumbraba a llevar consigo al trabajo y se
¿pasa algo mamá? –pregunto el pequeño al ver a su madre tan tranquila, se extrañaba y no a la vez, pero el verla tan quieta no le gustaba en lo absoluto, estado que adopto desde que se sentó en el asiento del copiloto y cerró los ojos— No pasa nada Armand –afirmo la rubia hablando serenamente, algo en ella le incomodaba, no entendía que era pero le obligaba a intentar tranquilizarse y cerrar los ojos confiando plenamente en el azabache— ¿Por qué le llamaste papá a Frank? –le pregunto al pequeño abriendo levemente los ojos y mirando al niño a través del espejo retrovisor, sin poder evitarlo sonrió al ver como los ojos del pequeño comenzaron a brillar con asombro y algo de alegría mezclados, era la primera vez que podía leer de esa forma los sentimientos del pequeño y el leve rubor de las mejillas de este le delataba completamente— Yo… le pedí a tío Frank si lo podía llamar así –confeso el pequeño quien bajo la mirada aun reflejando esa felicidad con sus ojos, pero no quería mirar a l
Era un día común, ambos habían salido a hacer las compras ya que cocinaría la cena, le encantaba salir a comer con el Maxwell, toda esa semana que no habían tenido a los empleados salían, pero se comenzaba a sentir mal por ello, así que de una vez por todas convenció al azabache para poder cocinar una cena casera en la casa a lo que acepto cuando le coloco su mejor cara de puchero.Fue la primera vez que entro al mercado de ese barrio, era enorme, tenía de todo, hasta lo que nunca se imaginó que hubiese allí estaba. Todos les veían raro ya que se fijó que en todo aquel mercado solo habían empleados comprando, como en la típica zona de la clase alta pensó, pero no le importo, ella siguió fascinada allí paseando con aquel pelirrojo y sacando cosas que metía al carrito.Mamá, ¿podría esperarte fuera?, me canso de tanto caminar y caminar–se quejó levemente el pequeño pelirrojo quien veía el carro lleno que la rubia tenía, señal de lo mucho que habían caminado de pasillo en pasillo—De acu
Hacía mucho que no se concentraba tanto en como caía la nieve, sentía el frio penetrar su ropa y aun así el frio de su corazón vacío era aún más las risas de todos los niños y personas a su alrededor, aquella que paseaban por las calles. Por un instante bajo la mirada del cielo para ver a todos aquellos niños que paseaban acompañados de sus padres y hermanos, familias completas, muchas de ellas juntas para el periodo de navidad.Que envidia.Pego un sobresalto al sentir la mano de alguien en su mejilla. Se volteo apresurado dándose cuenta de que aquel era el pequeño pelirrojo quien le miraba feliz de la vida, como de costumbre. No lo entendía, no entendía como es que el pequeño sabiendo tanto de él pudiera sonreír así, con esa felicidad.Basto un segundo para notarlo, no, ese niño no sonreía como siempre solía hacerlo.Sus ojos estaban en completo opacados, es más, hasta se notaba que unas lágrimas habían salido de sus ojos, aún tenía las leves marcas del llanto proveniente de sus osc
Aquel 25 de diciembre se dejó apreciar con un sol muy tenue, pero de igual forma calentaba lo suficiente para estar en una agradable terraza donde varios pequeños estaban allí jugando y/o luciendo sus nuevos juguetes. Los vasos alzados de todos se hicieron presentes, eran en total ocho adultos los que estaban allí brindando por aquella fecha tan especial. Amigos viejos y nuevos, algunos se conocían hace años y otros se conocían recientemente. Como paso curiosamente con cierta mujer Insisto que jamás pensé que cuando Jaden me conto que alguien había conquistado el corazón de Frank, fueras precisamente tu Emily –todos volvieron a mirar a aquella mujer de cabellos cafés quien sonreía feliz por haberse encontrado nuevamente con dos de sus mejores amigas de toda la vida, la Michelle y graciosamente con aquella rubia a la que ya no podían llamar Grant— Relish Ni yo pensé que tú eras la esposa de Jaden, Alice, que pequeño es el mundo, con razón no podías venir a Londres libremente –menc
Llevar un condón en el bolsillo trasero del pantalón –mencionaron las tres luego riéndose y sacándoles una gota anime en la cabeza a todo el resto, agradecían que los pequeños estuvieran jugando y no allí escuchándolos, porque aparte del pequeño pelirrojo, el cual a los ojos de todos ya estaba traumado, no se imaginaban las reacciones de sus propios hijos ante aquella conversa. ¡¿Dónde estuve yo en mi adolescencia que no sabía de esas fiestas de orgia, sexo y alcohol? –Se lamento el rubio con un aura deprimente, siendo piñizcado por su esposa la cual lo fulmino con la mirada. Unas problemáticas totales, menos mal que no fueron a mi escuela –menciono con aburrimiento el Jonson haciendo a su esposa sonreír nerviosamente por lo que esas tres amigas contaban, él sabía de esos ambientes, pero siempre le fue problemático meterse en ellos. Creo que agradezco haber ido a la escuela privada en estos momentos –aseguro la rubia de cuatro coletas, ya que dentro de todas las parejas allí presen
Oye, ¿y tú que nos dices Emily? –Pregunto la rubia de cuatro coletas a la rubia en medio de las risas, haciendo que todos prestaran atención a la nombrada. ¿yo qué? –pregunto entre risas la rubia sin darse cuenta de lo que se venía. ¿Cómo fue cuando esperabas a Armand? –Finalmente pregunto. Silencio… Todos miraban expectantes a la rubia Por fin había llegado aquella aterradora pregunta ¿Qué debía hacer?, ¿decir la verdad o mentira? Ambos se miraron mutuamente, Emily y Armand, los dos estaban igual de pálidos, tenían el acuerdo de confianza de jamás delatarse el no ser sanguíneos, pero la pregunta se les vino tan de la nada que no tuvieron tiempo ni de asimilarlo. Pero que pregunta, no puede saberlo –menciono la esposa del Vasile llamando la atención de todos, sobre todo por su tranquilidad al decirlo. ¡Alice! –reclamo la rubia Michelle quien golpeo en la cabeza a la Vasile, dejándole a esta con una mirada asesina dirigida a ella, pero la mirada de reproche y la expresión de la
Un día de diciembre, un día casi normal, exceptuando por el lugar donde comenzaron aquel día.Una clínica, específicamente un laboratorio.Aquel pequeño tenía el puchero en el rostro con sus ojitos aguados mientras se sobaba la parte interior del brazo donde tenía una pequeña gasa. Todos miraban al pequeño con una nerviosa expresión, jamás se imaginaron aquella situación.No le temía a estar soloNo le temía a los brabuconesNo les temía a las arañas ni a cualquier animalNo le temía al ingles, solo lo odiabaNo le temía ni siquiera a la intimidante mirada que a veces el Maxwell colocaba¿Pero quién lo diría?Si había algo a lo que ese niño le temía…No quiero otra aguja dentro de mi cuerpo en mi vida –pidió el pequeño sobándose más rápido su brazo mientras lloraba estilo anime, todos le miraban nervioso a ese pequeño por el verdadero drama que hacia—A las agujas¡Es más!Cuando vio la aguja se escandalizo, quiso salir corriendo, ni siquiera las burlas del pequeño Douglas lograron sa