Catorce

La mujer había escuchado sin interrumpir hasta cuando Ignacio mencionó que Salomé era fruto de aquella noche.

—¿Me crees estúpida, Ignacio? ¿Pretendes que me crea el cuento de que fueron drogados y te acostaste con ella y que de la nada ahora resultan tener una hija?

—Créeme Fermina, no te estoy mintiendo, fue exactamente lo que pasó. Salomé es mi hija y pretendo hacerme responsable de ella.

Ella lo miró con asombro y soltó una risita incrédula.

—¡Dime que escuché mal Ignacio! No puedes estar hablando en serio, no puedes hacerte responsable de una mocosa a la que ni siquiera conoces, el que lleve tu sangre no la hace tu hija. ¿No te das cuenta? Puede ser una trampa de su madre, que lo único que busca es estafarte, piénsalo, tiene lógica, cómo es posible que haya dado justo contigo, no puede ser solo una simple casualidad, que haya dado con el supuesto padre, no piensas siquiera en hacer una prueba de paternidad.

—Es mi hija Fermina, de eso no hay dudas, no es necesaria la prueba, al v
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