— Pero…ese es su coche, solo me alejé, unos pasos, solo unos segundos – la enfermera en un puro temblor comenzó a justificarse.Emma revisó al bebé dormido adentro, obviamente no era su hijo, sin embargo, el coche era igual, pero no traía tampoco las cosas de Gabriel.— ¡Llama al de seguridad, enseguida! ¡Esa mujer que te detuvo hizo algo! ¡¿Dónde está mi Gabriel?! – Emma miraba como loca a su alrededor, llamando la atención de las pocas personas que había en la recepción.Comenzó a caminar entre las personas buscando el coche o a su hijo en brazos de alguien, pero claro, la que se lo había llevado con malas intenciones, no lo tendría a la vista.Solo un segundo, solo había sido un segundo de descuido. Enseguida el guardia se acercó a ver qué sucedía.— ¡Este no es nuestro bebé, es otro! ¡El coche es igual y todo, pero el niño, no es mi Gabriel! – Emma estaba desesperada con las lágrimas afueras.— ¡Pregúntale por la mujer que me hablaste, la que estaba sospechosa! - le gritó a la en
Andrew estaba un poco nervioso, pero esta era una oportunidad que le estaba robando a su hermano, así que tenía que hacerlo bien.— Entiendo, entonces, supongo que sabrá de qué iba esta reunión, porque la verdad es que no me gustan las informalidades, ni que me hagan perder mi tiempo— ¿Trajo alguna propuesta para mí? - Víktor ya de entrada tuvo muy mala impresión de Steve Brown.No sabía que tan urgente podía ser el asunto, para que lo dejase plantado y le mandara al niñato este, que se notaba, estaba bien nervioso, a hacer negocios serios.Pero si su enojo era superficial, se volvió un cabreo total, al ver la propuesta que le había traído Andrew.— ¿Este es el negocio espectacular que me tenía su empresa preparada? — Más bien por qué no saca ya un cuchillo y me asalta de frente para quitarme mi dinero – lo miró desafiante, tirando la carpeta a la mesita del medio, donde todas las hojas se esparcieron regadas por la fuerza del impacto.— Sr. Smirnov, solo le traje la propuesta que p
— ¡Steve! – Emma encontró su ancla de apoyo en cuanto vio al imponente hombre aparecer por la puerta del hospital.— Cálmate Emma, hay algún avance?, ¿dónde está la seguridad del hospital? – Steve enseguida iba a revolucionar este sitio, pero en eso, apareció el jefe de seguridad para mostrarle los videos de las cámaras de recepción.En ellos se mostraba a la enfermera como dijo hablando con una señora y luego la llevó hasta el guardia de seguridad. No se había demorado unos segundos, como ella confesó, sino que estuvo al lado de la mujer durante un tiempo.En esos minutos, otra mujer con un coche exactamente igual al de Gabriel y cerrado también al frente, lo había dejado estacionado muy cerca, prácticamente los dos cochecitos uno al lado del otro.La supuesta madre del bebé, fue al cesto a dejar un jugo que tomaba y al regresar, como si nada, agarró uno de los coches y era obvio, que su bebé no era el que estaba adentro. Ni siquiera lo revisó o dudó de si se había equivocado.— ¿E
— ¡No tengo pruebas para acusarla, ni tampoco le voy a seguir llenando los bolsillos para que confiese, porque yo sé muy bien la verdad!— Espero que su consciencia la atormente por haberse vendido de esa manera. A mi lado podía haber sido siempre la cuidadora de mi hijo.— Yo le estaba pagando bien, incluso podía haberla ayudado si se acercaba a mí a hablarme de su situación, pero prefirió el dinero rápido a un trabajo digno.— Ahora aténganse a las consecuencias y dé gracias que estoy siendo bien suave con usted ¡Héctor, sácala de mi vista! – y por mucho que rogó, intentó arrodillarse a suplicar, el guardaespaldas la sacó de la habitación y le tiró sus pertenencias al pasillo.Estaba arrepentida por haber aceptado ese soborno, pero ahora solo podía callarse, porque delatar a la Sra. Brown no le iba a traer el perdón del magnate y sí más problemas.Miró su celular, en lo que bajaba por el elevador, llorando y vio la suma que le había llegado a su cuenta.La primera vez que se lo prop
— ¿Me puedes explicar qué significan estas fotografías? - fue la bienvenida de Augusto a su hijo, mientras lo miraba desde la cama del hospital.Steve recogió las fotografías esparcidas al pie del colchón y aunque se asombró un poco, había aprendido a guardar sus emociones delante de su padre.— Creo que no hay mucho que explicar, las fotos hablan por sí solas, ¿ahora también vigilas mi vida personal? – volvió a dejar las fotografías de Emma y él cariñosos en la calle, el día que iban al restaurante.Incluso medio escondidos en el estacionamiento subterráneo y aunque no se observaba nada en claro por la lluvia, no había que ser muy lumbrera, para darse cuenta de lo que hacía esa pareja en la oscuridad.— No las hice yo, sino Eloísa. Las envió a un importante periódico sensacionalista, pero el director ha hecho negocios conmigo y me debe algunos favores. — Fue inteligente al no quererse meter en un escándalo con nosotros – su padre lo miró y le habló muy pausado, pero Steve lo conocía
Emma llegó nerviosa al hospital donde estaba ingresado el padre de Steve. La habían llamado y le habían pedido venir hoy a visitarlo.No quería separarse del bebé y menos después de lo que sucedió hace unos días, pero se había quedado bien cuidado en la hacienda.Si no aprovechaba cuando Steve estaba en la empresa, esa condición de venir a escondidas, era imposible.Caminó por los blancos pasillos, hasta que llegó a la habitación VIP, donde un hombre de traje la hizo pasar al cuarto.— Pase adelante, Sra. Green, no se ponga nerviosa – el padre de Steve acostado en la cama le hizo una señal para que se acercara a él.Emma lo encontraba igual intimidante, pero desde la última vez que lo vio, sí que se veía más deteriorado de salud.— Usted me mandó a llamar. Espero que se encuentre mejor ¿En qué puedo ayudarle? – Emma le preguntó tomando asiento en el sillón al lado de la cama a petición de Augusto.— Voy a ser claro y rápido, Sra. Green, porque como se pudo dar cuenta, el tiempo no es
Steve apretaba los documentos en la mano, en lo que se bajaba del auto. Al menos, una buena noticia en ese día de mierd4 que había tenido en la empresa.Como todos, desde que había llegado y para completar, la Srta. Regio, que se hizo cargo de un proyecto nuevo a su llegada, no paraba de aparecérsele por todos lados, con la excusa de que era nueva y no conocía muchas cosas.Si Steve con la edad que tenía, no se daba cuenta cuando una mujer estaba coqueteándole, entonces era imbécil.Pero con mucho respeto y firmeza, se la había ido quitando de arriba. No quería que su pelinegra lo malinterpretara de ninguna manera.— ¿Dónde está Emma? – en cuanto llegó, se extrañó de no verla, así que le preguntó al mayordomo que lo recibió.— Está con el bebé, en su habitación – el señor tomó el abrigo y el maletín de trabajo, mientras Steve subía apresurado con la carpeta en las manos a ver a sus dos amores.Se la encontró jugando con Gabriel acostado en un gimnasio para bebé y unos juguetes que h
Mientras, sus manos se colaban por dentro de la camisa de Emma y le acariciaban la cintura y la espalda, para luego desplazarse al frente y comenzar a acunar y toquetear los pechos generosos de la pelinegra, que ni siquiera tuvo tiempo de ponerse sostén después del baño.Emma gimió en la boca del magnate cuando su duro pezón fue pellizcado y burlado por los dedos de Steve.El magnate abrió los botones de la camisa al frente y cuando esos deliciosos pechos blancos rebotaron en su casa, no dudo en bajar la cabeza y comenzar a comérselos, logrando que Emma arqueara la espalda para darle mejor acceso y reprimiera un gemido excitado de su garganta.Sentía que se humedecía por todos lados, mientras la lengua de Steve jugaba con sus pezones y lo alternaba con fuertes succiones que la hacían temblar de placer.Las grandes manos del magnate bajaron para apretarle las nalgas y de un momento a otro, comenzó a bajarle el pantalón del pijama hasta los muslos.Emma podía sentir su dureza rozando co