— ¿Esta es la ropa seleccionada? – cuando al fin reinó la paz, Steve le preguntó a la dependienta.— Sí, siguiendo sus indicaciones, la elegí para la Sra. Green, pero no ha podido probársela. — Disculpe por favor todo este malentendido— la asistente tenía la cara en el suelo. — Sr. Brown, le daremos muchas concesiones en los precios por este malentendido, por favor disculpe Sra. Green— la gerente quería que le salieran mil bocas para disculparse.— No fue su culpa, muchas gracias, pero ya no es necesario, pueden llevarse la ropa, no compraremos nada. — Yo me voy – Emma dijo de repente, caminando a agarrar su pequeño bolso de un mueble donde lo había dejado.— Pero…— la gerente miró al Sr. Brown. — Déjenos a solas, por favor y la ropa que se quede en su sitio – pidió y las dos mujeres salieron, poniendo el cartel de completo reservado afuera, para que nadie más entrara. — Emma, ¿qué sucede? – Steve comenzó a acercarse a ella, que estaba con la cabeza baja y ya la conocía, algo le
— No…no tengo el derecho… es solo la verdad – esquivaba su mirada nerviosa.— Estás celosa, Emma – Steve aseguró divertido, mirando sus mejillas rojas— Tienes todo el derecho a celar a tu hombre, porque eso es lo que soy si me aceptas. Soy todo tuyo, cariño, solo necesito un sí.La voz magnética y seductora de Steve se vertió en su oído, haciéndola derretirse, al estar rodeada de toda su costosa esencia masculina y ese aliento caliente que la derretía por dentro.— No me interesa ninguna otra mujer, la única que me puede poner así con solo un beso, eres tú— y con descaro, tomó su mano y la pasó por la dura erección, que ya empezaba a despertar en su bragueta.Gimiendo ronco en su oído ante el contacto de la caricia. — Steve, estamos…estamos en público…— ¿Y si estuviésemos en privado? ¿Aceptarías continuar lo que empezamos ayer? – chupó el lóbulo de su oreja, mientras las puntas de sus dedos, acariciaban a lo largo del brazo de Emma.Todo en ese hombre gritaba peligro y la mente de
— ¿Estás seguro de que el bebé puede viajar en avión? – Emma volvió a preguntarle a Steve con un poco de preocupación.— Tranquila, tú misma estabas presente cuando el pediatra dijo que sí. — Además, serán pocas horas y en un jet privado, donde solo estaremos nosotros— Steve le volvía a asegurar, camino al hangar donde despegarían a sus próximas vacaciones.Al final, Emma cedió a la compra de toda la nueva ropa, zapatos y accesorios.Se sentía un poco reacia, aceptar todo eso sin una relación definida entre ella y el magnate, pero Steve la convenció con el argumento de que saldrían a varios sitios y quería que ella, no volviera a sentirse como el día en la tienda.Al final, cedió por miedo a avergonzarlo con su ropita de mercadillo.Tomaron su vuelo y en todo el viaje, papá Steve se encargó de entretener a Gabriel para que no llorase. Emma lo miraba a un lado, con el corazón lleno de ternura, ante la imagen del imponente hombre haciendo voces infantiles y cargando a su pequeño bebé,
Eran condones y una botella de lubricante.Había que ser demasiado lenta para no darse cuenta de lo que significaba que un hombre llevara esto en su equipaje, obviamente era porque pretendía utilizarlo.Lo guardó, como mismo lo había encontrado, dentro de la maleta, sin siquiera desempacarlo y su mente daba vueltas, a todo tipo de pensamientos.Si Steve le había dicho que podía tocar sus pertenencias, sabía que ella daría con esta bolsita y vería el contenido.Era una clara insinuación de las cosas que quería hacerle.El pensar donde iría ese condón y luego en la parte de su cuerpo que se sumergiría, la hicieron comenzar a calentarse.Tragó, intentando despejar todo tipo de escenas para mayores de 18 años que asaltaban su mente.Hablaría con Steve, posiblemente esta noche y después, pensaría muy bien en qué tipo de relación se estarían involucrando.Siempre con su hijo por delante y luego su placer detrás. *****— Señor Carl, de verdad no sabe cuánto le agradezco este favor que me ha
Emma miraba a su alrededor, un poco desconcertada. Era un restaurante, eso parecía obvio, pero nada de lo extravagante y asfixiante que se imaginaba.— Ella debe de ser tu hermosa chica, bienvenida a mi humilde restaurante – saludó a Emma con confianza total y le dio dos sonoros besos, uno en cada mejilla.— Cuídalo mucho, que te has llevado a un gran hombre. — Más de una aquí te va a mirar con envidia, pero tú, tranquila, que cuando este chico se enamora, es peor que caballo con anteojera.Emma solo saludó, sonriendo con timidez, pero nadie desmintió que ellos eran pareja. La señora, que al parecer era amiga de Steve, lo llevó a una mesa discreta, pero que daba muy bien al espectáculo, en el que se especializaba este pequeño, pero muy demandado restaurante- pizzería.Las pequeñas mesas redondas, también con manteles a cuadros, estaban todas en el mismo salón, pero a una distancia agradable para la conversación privada.Emma miraba fascinada hacia detrás de un largo mostrador, dond
— ¿Estás…estás seguro de esto? ¿Renunciarías a los derechos totales sobre el bebé? – le preguntó, aun con dudas de que esto solo fuera una broma cruel.— Nunca debí tenerlos todos tampoco. Tú eres su madre e incluso te mereces esos derechos más que yo, porque lo llevaste por nueve meses y lo diste a luz con mucho dolor y sacrificio.— Desde el inicio, no debí quererte separar de él— Steve confesó, porque no deseaba que esos asuntos quedaran entre ellos, que no le guardara ningún resentimiento.Al inicio no la conocía, ni sabía qué tipo de madre sería, incluso pensaba en darlo en adopción.Se la encontró en una situación tormentosa, con deudas que luego averiguó no eran de ella, pero en su primera impresión, nada le daba buena espina de la vida de Emma.Luego, comprendió que solo la desesperación la había orillado a eso, que Emma amaba a su bebé más que nada en el mundo.Steve sacó el lapicero electrónico y se lo dio para que firmara.Emma afirmó su mano que temblaba, porque este era e
La poca cordura de Steve, le decía que estaban en público y aunque había una tormenta afuera y este sitio estaba oscuro y desierto, no era correcto, hacer este tipo de cosas fuera de la intimidad.Pero la otra parte lujuriosa y salvaje, que nunca había experimentado este tipo de acto descarado y morboso, le dijo que solo unos juegos preliminares, no le harían daño a nadie.Así que un dedo pasó a dos y comenzó a penetrar la deliciosa y caliente funda, de la mujer que se moría por hacerle el amor, mientras sus besos bajaban de manera peligrosa hacia los rellenos senos de Emma.El vestido era bastante escotado y sencillo arriba, lo que facilitaba la invasión de Steve, que le bajó el tirante y por encima del brasier, comenzó a chupar los duros picos de los pezones y a mordisquearlos.Pero cuando una ligera esencia a leche dio en su nariz, reaccionó, dándose cuenta, de que ¡aquí comía su hijo!— Yo, ya me extraje la poca leche de hoy, no creo que … mmm… — Emma no terminó que dar su explica
Los dos iban en el auto en silencio.Era un poco raro cambiar de un momento tan intenso a uno tan tranquilo y además, con la expectativa de que la noche aún era muy joven y había promesas sin cumplir.Solo, que cuando se tiene un bebé a cargo, no valen planificaciones, todo gira, en torno a esa pequeña vida indefensa.— Sr. Brown, que bueno que ya llegó, estaba a punto de llamarlo, disculpe que interrumpa su tiempo de descanso— la enfermera enseguida se les acercó, a penas Steve y Emma pasaron primero a darle una mirada a su hijo.— ¿Qué sucedió? – Emma fue la primera en acercarse a la cunita con el corazón apretado en su pecho. Solo lo había dejado unas horas y algo había sucedido.— Sra. Green, el bebé estaba un poco majadero para dormir y pensé que quizás era porque la extrañaba, como usted es su nana habitual.— Pero luego comenzó a tener tosecita y ahora al ponerle el termómetro, pude darme cuenta de que tiene una leve fiebre— la enfermera comenzó a explicarse.Emma enseguida fu