33. Brócoli y selva

Joel ya había despertado, luego de dormir tanto tiempo tenía demasiada hambre, sería capaz de devorar todo lo que se le parara al frente, los jóvenes padres estaban en la cocina intentando esconder la verdura para que su pequeño la comiera con mayor facilidad. Había que admitir que era muy sencillo hacer que Joel se comiera sus verduras, salvo una: El brócoli, este pequeño arbolito que para Joel debería estar plantado en el jardín y no en su plato, era la peor pesadilla de Thoma a la hora de alimentar a su hijo. Una vez, terminó con uno en la nariz y desde entonces había evitado a toda costa incluirlo en las comidas.

Ahora que compartía casa con Adele, se había enterado del gusto que la menor le tenía a estos diminutos árboles y no había mejor ocasión que ahora cuando el apetito vor

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