UNO

Tenía una manera diferente de ver la vida, no pedía mucho, no exigía felicidad ni tampoco ser perfecta ante la sociedad, no elegimos quiénes somos ni en quien nos convertimos, sucede y listo.

Condenada a la diversión vacía, sin sentimientos mi corazón se había convertido en piedra, duro como el acero para no dejar entrar a nadie, y cuando digo nadie me refiero a los clientes que visitaba, a los cuales pagaban cifras altas para estar entre mis sábanas.

¿Dónde quedó el amor? ¿Acaso no deseo sentirme amada y no solo utilizada?

Todo tiene una explicación, todo tiene una lógica para entender el porqué me había convertido en lo que soy ahora.

Soy Lauren Evans pero conocida como la duquesa.

A mis veintiocho años la muerte me arrebató al hombre que amaba incondicionalmente, mi mejor amigo, mi compañero y mi amante, desde aquel entonces han pasado siete años y siento que no existe uno igual que él. Que me haga ver las estrellas y la luna, que sienta que esté volando con unas enormes alas mientras el viento choca en mi rostro, con él hacía que dejara de habitar este mundo para ocupar otro deshabitado.

—Duquesa, tienes a unos clientes esperando por ti, dicen que solo hablarán contigo, pero atención, son árabes y ya sabes lo que dicen de ellos — informa mi compañero.

—¿Y qué dicen de ellos?— fruncí el ceño a la espera de su respuesta.

—Donde esté un árabe el resto que se aparte, y ahí dentro tienes a tres.

Mi rostro era de no entender ese refrán sin sentido.

—¿Te lo acabas de inventar verdad?

Este sonrío y afirmó.

—Ya decía, yo.

Le mostré esa sonrisa que según él es cautivadora, pero creo que solo son habladurías de mi compañero aunque pensándolo bien no era el primero que me lo decía.

—Buenos días, señores— saludé al entrar a mi pequeña oficina donde suelo cerrar los acuerdos y recibir a los clientes después de ver mis fotos, y mi compañero es como un asistente personal, pero lo considero un gran amigo.

Los miré a los tres, mientras ellos me observaban y se sonreían entre ellos.

—¿Ustedes dirán?

Se alza uno de ellos y me extiende un documento, firmado por ellos y con unas condiciones las cuales empecé a leer sin que dijeran nada.

—Me parece generoso el pago, pero aquí solo he leído sus condiciones.

—Si tienes alguna, duquesa, no hay problema en añadirla al contrato.

—La hay, y es ¿por qué requieren mis servicios? Como he podido entender tiene que ser un encuentro casual con el susodicho ¿y después qué?

Aparte de saber a lo que me enfrentaba, tenía que garantizar mi seguridad, el porqué requieren mi trabajo.

—Queremos demostrarle a nuestro amigo que no es tan perfecto como quiere hacerle al mundo parecer, que como todo ser humano tiene una debilidad y creo que una de las mayores debilidades de un hombre es la mujer.

Alce las cejas en señal de asombro.

—Hay más debilidades que la seducción de una mujer, pero no soy quién para corregirles, señores.

Ustedes pagan.

Firme el contrato y listo mañana empezaba a seducir a Amir Al Malik.

Pero la pregunta es ¿la perfección de este hombre es respetar a la mujer y no verla como un objeto que sacia una necesidad que hasta ahora detesto porque es lo único que he visto de mis clientes? ¿O realmente es lo que quiere hacerle entender a sus amigos? Un hombre serio y con principios.

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