Toda la cabaña Gray estaba sumergida en un silencio sepulcral. La hermosa mujer de bucles castaños y ojos de mismo color seguía sonriendo tan abiertamente a los muchachos que, de cierta manera, comenzaba a incomodar a las chicas. ¡Qué bueno que ya estás aquí! —Dijo Benjamín, rompiendo el silencio, mientras bajaba las escaleras y se acercaba al recibidor. ¿Perdón? ¡¿Queee?! —Inconscientemente, Alexis apretó la correa de su bolso al ver como SU novio abrazaba afectuosamente a la recién llegada. Tras unos minutos Benjamín y la chica terminaron su abrazo, ella le sonrió dulcemente. Créeme, fue muy sencillo —Dejó de sonreír al fijar su vista en los demás — ¿Y ustedes qué? Viajo de tan lejos ¿y así me reciben? ¿Pasmados y escépticos? —Puso las manos sobre sus caderas. — Me recibirían mejor en la prisión, ¿Saben? Aunque los macanazos no son lindos, pero, al menos es algo – Benjamín soltó una carcajada y los demás parecieron despertar de su alucinación. ¡Eres tú, Carajo! —Cormac bajó la
El sonido de la puerta de vaivén hizo que todos se detuvieran y miraran al causante del ruido. En la puerta, la pequeño Kennedy miraba con grandes ojos a los integrantes de la cocina y parpadeaba desconcertada. Avril… —Mencionó Luis parándose de su silla. Esto…Oto—…tengo sed… ¿No hay abua? – Benjamín sacó una botella del refrigerador y agarró un pequeño vaso de la meseta en el que vertió un poco del líquido. Avy— —Dijo el pelinegro ofreciéndole el vaso. La niña corrió desde la puerta y lo tomó con rapidez. ¿Cuántos años tiene, Luis? —Preguntó Beatrice viendo con ternura a la pequeño. Tres años – La pequeño tomo el líquido rápidamente, devolviéndole el vaso al Gray con una gran sonrisa en los labios. Gracias…Benjamín— De nada, Avy— —Dijo sonriéndole y revolviéndole su castaño cabello. Y también tienes un niño ¿No? —Preguntó de nuevo la Gray— Es muy lindo. ¿El qué edad tiene? – Un año. Se llama Mi niño – La pequeño Avril miraba con ojos espectadores a los adultos y a la coci
No, es que yo…¡Vine por Ezra! Sí, eso, vine por Ezra —Se acercó con rapidez y en un abrir y cerrar de ojos se la quito a Benedict de los Brazos. ¿No se suponía que yo me haría cargo de ella? —Preguntó Benedict con la ceja alzada. Creo que ya comprobamos que si eres capaz. ¡Maldición, ya dámela Gray para que me pueda salir! Ahora dámela. El obedeció pero la miraba aun desconcertado. Eres una mujer muy contradictoria, Aurore. ¿No lo somos todas? —Soltó una carcajada y de repente se calló al ver que nadie reía con ella— Sí, bueno. ¡Me voy!. Y así como entró se fue…Queda de mas decir que todos estaban mudos de la impresión. Luis fue el primero en romper el silencio. Y eso, ¿Qué diablos fue? Aurore cerró la puerta con tal rapidez, que ni vio el momento en el que sus pies la habían llevado hasta la sala. Ezra se aferraba a su madre sin entender el porqué estaba tan nerviosa y su pecho subía y bajaba velozmente. Ay, caray. Me salvé de esa. Sip. Pero no de esta. Alzó su mirada y n
Tic. Tac. Tic. Tac. Benjamín nunca se había detenido a pensar que el reloj de gallina, sobre la pared del comedor, realmente parecía algo estúpido. Incluso tétrico. Parecía que la gallina lo observaba con esos ojos saltones que se movían de uno a otro lado. Inconscientemente su cabeza comenzó a moverse al compás del ticteo del reloj. ¡Argg! ¿Cuánto más piensa tardar esta gente? ¡Tengo hambre, señores! Ahí, solitario en la gran mesa del comedor, se encontraba el pelinegro desde hacía…15, 20…30, ya había perdido la cuenta de los minutos que su trasero se encontraba besando la silla. Había decidido bajar antes, para sentarse en un buen lugar y servirse una buena porción de lo que sea que fuera la cena. Alexis se había ido con la ama de llaves, a la cocina. Su estómago gruñó. No había podido comer nada desde que llegaron, y ahora parecía que a todos se les había olvidado que tenían que cenar. Tomo el tenedor y empezó a golpear la mesa al compás del reloj. No es una mala tonada…Tic
Alexis iba a pronunciar algo pero La ama de llaves le dio un ligero golpe en el hombro.Venga, es hora de la cena. Ayúdame ¿Si? Creo que oí el llanto de Benjamín—..Blair y Dylan bajaron en total silencio, cada uno con un bebé en brazos. Llegaron al comedor y tomaron asiento, no sin antes poner a sus mellizos en las sillas altas que habían instalado para los pequeños.¡Ya era hora! —Exclamó Benjamín sosteniendo con fuerza los cubiertos.Blair le dio una mirada asesina que hizo que al hombre de coleta no le dieron ganas de reclamar otra cosa más.Dos voces femeninas irrumpieron el incomodo silencio que empezaba a formarse. La ama de llaves y Alexis salían de la cocina, colocando el recipiente con sopa fría y una bandeja con pavo asado en medio.¡Comida! —Los ojos del Gray se iluminaron.¡Ni siquiera lo pienses! —Advirtió la rubia ante las intenciones de su novio de tomar los alimentos— Espera a que los demás bajen. Mientras, haz algo de provecho y ayúdanos a La ama de llaves— y a mí a
El sol brillaba en lo más alto de Windermere pronosticando un hermoso y maravilloso día de cielo despejado. ¡Blair, date prisa! —Gritó — desde la entrada. Todos estaban ahí reunidos y listos para salir. Hoy era el día en el cobrarían el premio del evento. Ellas irían al Spa y de compras y ellos (más Beatrice) al partido de fútbol. Para ello tendrían que ir hasta Ambleside—Mura. Las chicas llevaban vestidos de verano y sus lentes. Y ellos por su parte pantalones de mezclilla y playeras cómodas, claro, playeras del equipo “ANBU” al cual iban a ver y del que eran fiel seguidores. Ya estoy, tranquilos —Blair bajaba las escaleras con Carlitos en brazos. ¡Vámonos! —Dijo un entusiasmado Benjamín. Se dividieron en tres equipos. En la camioneta Gray irían Benjamín al mando, Benedict de copiloto, Aurore, Ezra, Alexis y Beatrice –Para suerte de la rubia— en la parte de atrás. En la camioneta Hall irían Cormac al mando, Caroline de copiloto y Luis en la parte de atrás. Y por último en la cam
Luego de que fueran al Hospital y Alexis se bajara a buscar el sobre con los resultados, se encaminaron de nuevo al Spa. Caroline le había preguntado a su cuñada si no abriría el sobre con los resultados, la rubia dijo que no. Se encontraba tan nerviosa que prefería primero relajarse y luego abrir ese sobre. Al cabo de unos minutos llegaron a su destino. Bajaron y preguntaron en la recepción por su reservación mostrando el ticket que Aurore había ganado en el concurso. Enseguida las hicieron pasar a una sala con camillas y con olor agradable a causa de inciensos. Nueve masajistas entraron a la sala, cuatro de ellas se encargaron de los niños a quienes cambiaron de ropa. Las otras restantes les indicaron a las chicas donde podían cambiarse. Cuando por fin se deshicieron de su ropa y se habían enfundado en las toallas, regresaron a la sala donde cada una se acostó boca abajo, a excepción de Caroline quien, en bata, se sentó en un cómodo sofá para unas mascarillas y exfoliaciones. En l
¡Lo siento, Benedict! —Pidió perdón el rubio como por quinta vez mientras todos caminaban a toda prisa por los pasillos. Hacia cinco minutos habían ido a toda prisa al baño de hombres y para desgracia del rubio y el Gray mayor la pequeño Ezra ya no estaba donde se supone la habían dejado.Benedict tuvo unas ganas incontrolables de meter la cabeza de Cormac y de su hermano en el inodoro pero no lo hizo cuando la voz de la razón de Beatrice le dijo que lo mejor era ir a la caseta de vigilancia, quizás alguien la había encontrado… con suerte.¡Si no encontramos a Ezra hare de la vida de ustedes un constante infierno! —Exclamó Benedict— ¡Y ustedes serán los responsables de decirle a Aurore la forma estúpida y patética en la que perdieron a su hijo!Ambos tragaron saliva. Si Benedict era de temer, Aurore lo era más.Tranquilo, Benedict. —Pidió Beatrice— Pensando de esa manera solo empeorarás las cosas. Lo importante es encontrar a Ezra, después podrás matar a estos dos.¡Fue culpa de Corma