—¿En serio te atreves a coquetear con esa chica frente a mí? —No creí que tuviéramos exclusividad—sonrió de lado. —Descarado—me erguí de su pecho—, sabes qué, me iré, dile adiós a tu novia de mentira y a estas—señalé mis bubis—. sé que las extrañarás. Me bajé de la cama y comencé a buscas mis cosas. —Hey, tampoco tienes que ser tan extrema—también se levantó de la cama y se acercó a mí—, no puedes irte y sobre todo dejarme sin esta maravilla—extendió sus manos hasta mis bubis—, ese par de arillos me matan. Lo aparté de un manotazo. —No vas a manipularme de esta forma. —Daky, estás sumándole puntos. Lo miré entrecerrando los ojos. —Se supone que tendría que restar. —Ah, ah—negó con su dedo índice y señaló hacia abajo, bueno, aquello estaba más que feliz. —¿Es enserio? me voy a largar y tú solo esperas convencerme con eso—le señalé con las cejas su bultito feliz—, estás loco, Nicky. Soltó una risotada y me rodeó con sus brazos. —Sé que está funcionando. Ah, tremendo cabrón
Llegué al Chateu apurada ¿Cómo se le ocurría a Adam decirme justo a las apuradas la comida de hoy? Era la una de la tarde, Adam llegaría en treinta minutos por que la dichosa comida al aire libre era a las dos. Intenté correr escaleras arriba, pero mi accidente de ayer me lo hizo pensar mejor, me saqué las zapatillas y las tiré dentro de la bolsa de ropa (más rojo) y subí corriendo hasta mi habitación. Boté las bolsas, me di una ducha demasiado rápida sin mojarme el cabello, me vestí lo más rápido que pude y me hice una coleta alta. Miré el reloj, bien, cinco minutos, uf. Bajé igual que ayer, con Roger. —Creo que ha roto un record. —Eso parece—le sonreí acalorada—una disculpa de ante mano por lo que puedas escuchar. Anoche había sido algo abrumador que Roger escuchara a Adam de esa forma. Roger me abrió la puerta y me sonrió aprensivo. —Descuide, no hay ningún problema. Me metí al auto sin decir nada, justo a tres minutos, Adam llegó, vestía una polera negra y jeans, no sabía
Terminé mi helado, viendo como Cherise se sentía tan feliz en estar rodeada de familia, o … parte de ella.Me excusé un momento para ir al sanitario, Dakota se ofreció amablemente a acompañarme, no debíamos parecer que nos conocíamos, pero fingimos hacer una conversación normal hasta que los perdimos de vista.—Parece que le metieron algo en el culo a la vieja esa—(refiriéndose a Elora) soltó una risotada.—Creo que no le agrado…Dakota me tomó del brazo.—¿A quién carajo le importa si le agradas o no? nunca la veremos de nuevo.Me reí bajito, dimos con el sanitario.—Lo se… solo tenía que decirlo.—Hum—se encogió de hombros—, no le agradaría nadie que se acercara a Adam, ya que lo quiere para su hija zorrita.—Sch—miré hacia todos lados—pueden escucharnos.—¿Quién?—Pues los trabajadores.—¡Ah! —entró ella primero.Cerré la puerta tras de mí, ella se sentó primero.—Quiero confesarte algo—comenzó a decir, me vi en el espejo un poco.—¿Qué pasa?—¿Recuerdas la vez que tuve doble cita?
—¿Seguro que no hay otra forma de subir? —pregunté entre jadeos.Llevada hacia el piso de arriba sobre el hombro de Adam como un saco de papas, parecía que se le hacía costumbre o simplemente era un tic marcado en su personalidad de cavernícola. Milagrosamente parecía que no había nadie en el Chateu.—No protestes—me dio una zote.Me mordí el labio para no decir nada más. De alguna manera, el ambiente entre los dos era mejor, incluso relajado, aunque me temía que solo fuese en este lapso.Subió las escaleras, balanceándome de más, caminó a zancadas hasta un pasillo, después abrió una de sus tantas puertas de una patada y cerró igual después de entrar.Me bajó de su hombro y me dejó de pie con cuidado sobre una alfombra negra, el lugar estaba a oscuras, Adam se separó de mí para encender las luces, tenues, tragué en seco.Una habitación negra, el suelo de caoba oscura, las paredes lisas de color negro, una cama enorme de sabanas de seda negras, almohadones blancos y almohadillas guinda
Cerró los ojos por un momento, inhaló profundo y después los volvió a abrir, había recobrado ese semblante intenso, salvaje, imponente, como si hubiese crecido tan alto que tenía que estirar el cuello para verlo. Abrumador.Estiró el brazo hacia la mesilla donde estaban las lámparas y abrió el cajoncillo, tomó una tela roja y me miró fijamente.—Tu clave será Jane.—¿Clave?—Si ya no quieres seguir, solo di la palabra Jane.Lo miré incrédula.—¿Jane? —sonreí levemente—¿Cómo Jane Austen?—Muy graciosa, no habrá nada romántico en esto, deja esas estupideces—bien, ahora me puse seria—¿lista? —asentí. Estiró aquella tela roja y la llevó a la altura de mis ojos—. Ciérralos—ordenó.Lo detallé por última vez antes de cerrar los ojos, colocó la suave tela sobre mis ojos y la ató bien en la nuca. Sentí como se inclinó hacia mi oído.—Solo déjate llevar, Holly—me estremecí por su aliento—. Pruébame—susurró, lamió el lóbulo de mi oreja y di un brinco—, por nada del mundo vayas a quitarte esto—de
No pude descansar mucho tiempo, sentí sus manos sobre mi cuerpo exangüe.—No quiero—protesté cansada.Quería detenerme y seguir palpando ese sueño delicioso, pero sentí sus labios en mi hombro, ¿Cuántas veces no había sentido sus labios sobre mis hombros?, muchas. Aunque esto fuese oculto, no le restaba la emoción que yo sentía.Me removí cuando sentí que mi espalda estaba desnuda.—Hum, no—gruñí con la voz ronca.Escuché su risita.Cada vez que pasaba la noche con James, tendía a despertarme de esta manera, aunque ahora estaba siendo un poco más brusco que de costumbre.Enterré el rostro en mi almohada, esa también olía diferente, más delicioso. James lamió mi espalda baja y fue descendiendo, que raro, él nunca había hecho esto. Bajó mis bragas de un movimiento y metió su mano explorándome.—Dije que no—me giré bruscamente.Tan solo para caer en cuenta de que… ese no era James.—Dije antes que solo te dejaras llevar, conejita— Adam me miró burlón.Caí en la cuenta de mi error.Tan so
—Eres muy linda, Gracie.Una clase sola, una chica tímida que estaba acalorada por la idea de sentirse especial.Un chico que solo quería ser amigable con una chica que parecía no querer estar sola más.Nos volvimos amigos muy íntimos.Aquel primer encuentro fue el inicio de una buena amistad, pasamos mucho tiempo juntos, desde ver películas e irnos a llevar el almuerzo en nuestros trabajos de medio turno, hasta las desveladas en las olas de tareas que teníamos.Algo en mí crecía cada vez que lo veía, cada vez que venía hacia mí con su sonrisa amigable, su aire tranquilizador, su mano reconfortante. Sus acciones que me confundían y sus palabras que me arrullaban en el cauce de arrítmicos latidos de mi corazón.Me había enamorado de aquel mi mejor amigo James Hawking.Fue cuando todo cambio.Intenté mantener todo el tiempo que pude aquel amor secreto, no quería estropear aquello, porque era maravilloso. Me instruí mucho en la tarea del romance, pero cada vez que intentaba rosar esa lín
¿Qué voy a hacer? ¿Qué rayos voy a hacer?—Cariño ¿te sientes bien? —preguntó mi madre.—Eh… sí, sí, estoy perfectamente.¿Cómo decirle a tu madre que tu ligue está desnudo en la cocina?Hace solo cinco minutos estábamos a punto de hacer lo más sagrado de las comidas físicas, pero, ninguno de los dos contaba con que mi madre apareciera repentinamente después de haber dicho que no iba a llegar temprano a casa.Claro que este era su departamento y yo solo era su hija degenerada que no tenía nada bajo la bata de dormir—Canario, ¿Por qué no me cuentas lo que haces aquí?—¿No te pondrás cómoda primero? —me acicalé el cabello—, debes de estar exhausta.Sopesó.—Creo que tienes razón, bajaré enseguida, no tardo—asentí alegremente mientras aparentaba sentarme en la sala y encender el televisor, en cuanto escuché la puerta de su habitación cerrarse, eché a correr hacia la cocina.—Nicky—susurré, este salió de detrás del refrigerador con el delantal puesto.—¿Se ha ido?—¡No! —chisté—, está en