Cerró los ojos por un momento, inhaló profundo y después los volvió a abrir, había recobrado ese semblante intenso, salvaje, imponente, como si hubiese crecido tan alto que tenía que estirar el cuello para verlo. Abrumador.Estiró el brazo hacia la mesilla donde estaban las lámparas y abrió el cajoncillo, tomó una tela roja y me miró fijamente.—Tu clave será Jane.—¿Clave?—Si ya no quieres seguir, solo di la palabra Jane.Lo miré incrédula.—¿Jane? —sonreí levemente—¿Cómo Jane Austen?—Muy graciosa, no habrá nada romántico en esto, deja esas estupideces—bien, ahora me puse seria—¿lista? —asentí. Estiró aquella tela roja y la llevó a la altura de mis ojos—. Ciérralos—ordenó.Lo detallé por última vez antes de cerrar los ojos, colocó la suave tela sobre mis ojos y la ató bien en la nuca. Sentí como se inclinó hacia mi oído.—Solo déjate llevar, Holly—me estremecí por su aliento—. Pruébame—susurró, lamió el lóbulo de mi oreja y di un brinco—, por nada del mundo vayas a quitarte esto—de
No pude descansar mucho tiempo, sentí sus manos sobre mi cuerpo exangüe.—No quiero—protesté cansada.Quería detenerme y seguir palpando ese sueño delicioso, pero sentí sus labios en mi hombro, ¿Cuántas veces no había sentido sus labios sobre mis hombros?, muchas. Aunque esto fuese oculto, no le restaba la emoción que yo sentía.Me removí cuando sentí que mi espalda estaba desnuda.—Hum, no—gruñí con la voz ronca.Escuché su risita.Cada vez que pasaba la noche con James, tendía a despertarme de esta manera, aunque ahora estaba siendo un poco más brusco que de costumbre.Enterré el rostro en mi almohada, esa también olía diferente, más delicioso. James lamió mi espalda baja y fue descendiendo, que raro, él nunca había hecho esto. Bajó mis bragas de un movimiento y metió su mano explorándome.—Dije que no—me giré bruscamente.Tan solo para caer en cuenta de que… ese no era James.—Dije antes que solo te dejaras llevar, conejita— Adam me miró burlón.Caí en la cuenta de mi error.Tan so
—Eres muy linda, Gracie.Una clase sola, una chica tímida que estaba acalorada por la idea de sentirse especial.Un chico que solo quería ser amigable con una chica que parecía no querer estar sola más.Nos volvimos amigos muy íntimos.Aquel primer encuentro fue el inicio de una buena amistad, pasamos mucho tiempo juntos, desde ver películas e irnos a llevar el almuerzo en nuestros trabajos de medio turno, hasta las desveladas en las olas de tareas que teníamos.Algo en mí crecía cada vez que lo veía, cada vez que venía hacia mí con su sonrisa amigable, su aire tranquilizador, su mano reconfortante. Sus acciones que me confundían y sus palabras que me arrullaban en el cauce de arrítmicos latidos de mi corazón.Me había enamorado de aquel mi mejor amigo James Hawking.Fue cuando todo cambio.Intenté mantener todo el tiempo que pude aquel amor secreto, no quería estropear aquello, porque era maravilloso. Me instruí mucho en la tarea del romance, pero cada vez que intentaba rosar esa lín
¿Qué voy a hacer? ¿Qué rayos voy a hacer?—Cariño ¿te sientes bien? —preguntó mi madre.—Eh… sí, sí, estoy perfectamente.¿Cómo decirle a tu madre que tu ligue está desnudo en la cocina?Hace solo cinco minutos estábamos a punto de hacer lo más sagrado de las comidas físicas, pero, ninguno de los dos contaba con que mi madre apareciera repentinamente después de haber dicho que no iba a llegar temprano a casa.Claro que este era su departamento y yo solo era su hija degenerada que no tenía nada bajo la bata de dormir—Canario, ¿Por qué no me cuentas lo que haces aquí?—¿No te pondrás cómoda primero? —me acicalé el cabello—, debes de estar exhausta.Sopesó.—Creo que tienes razón, bajaré enseguida, no tardo—asentí alegremente mientras aparentaba sentarme en la sala y encender el televisor, en cuanto escuché la puerta de su habitación cerrarse, eché a correr hacia la cocina.—Nicky—susurré, este salió de detrás del refrigerador con el delantal puesto.—¿Se ha ido?—¡No! —chisté—, está en
Estaba despierta cuando una mucama vino para decirme que el señor West me esperaba para tomar el desayuno y vestida para salir.Bien, después del arrebato de ayer, creí que no quería ni verme.Tomé una ducha rápida, rebusqué entre tanta lencería una que estuviese decente para mí, había un Body biquini verde oscuro, estaba lindo, tenía encaje y cintas de ligero, estaba decente para mí.Me coloqué una falda de cuero beige que me llegaba al muslo, una camiseta negra y una camisa negra de seda, me hice una coleta alta, tomé las zapatillas nude.Bien, me veía decente, como si fuese a trabajar a una oficina, nada llamativo, rebusqué entre los cajones del tocador, pulseras, aretes, anillos, demasiados accesorios, opté por unos anteojos simples, para completar mi conjunto de oficina.Listo, tomé mi bolso y un blazer a juego con la falda, bajé a enfrentarme a la ira del maestro bestial.Tu puedes Holly, pudiste con un parto doble con las costillas rotas, que no puedas con un imbécil es cosa de
Adam me llevó en vilo hacia su oficina, el calor era insoportable, en mi crecía el deseo por su cercanía, lo tomé de la chaqueta. Estaba ya desesperándome, rasqué en el fondo de mi por tener una pizca de razón, pero estaba perdiendo la batalla.No me di cuenta si la secretaría de Adam estaba en su sitio, solo cuando la puerta de su oficina se cerró y me depositó en el sofá, estaba dispuesta a suplicar para que se detuviera, pero él lo hizo antes.Fue reduciendo la frecuencia poco a poco.Di bocadas de aire.—Es tu turno—sonrió como el demonio que es—, estoy deseando que me des el show de mi vida—me acarició las piernas—, y si no lo haces por tu propia voluntad—sus profundos ojos azules se clavaron en mí, las pupilas oscurecidas—, tengo los métodos para que lo hagas—me tomó por las rodillas y me separó las piernas—, entonces, conejita ¿vas a hablar o te obligaré a hacerlo?Fruncí el ceño.Tal vez estaba bien que le hablara, para poder sacarlo de su pensamiento tan cavernícola.Me abrió
Después de que llegamos me metí a mi habitación y me di una ducha larga y tendida, me quedé un largo rato en bata, viendo las fotos de mis bebés, el único motor que necesitaba en este momento y aguantar estas putas horas.Marcell vino a la habitación a decirme que Adam me esperaría a las seis y media, me tendió una bolsa oscura, dentro un vestido rojo y sandalias a juego.Me dejé el cabello suelto, ese maldito vestido me quedaba demasiado ceñido, incluso mis pechos solo estaban medio descubiertos, si me agachaba podrían salirse. No quise verme al espejo, quizá también los rollitos de mi piel se iban a marcar, Jesucristo, no estaba de humor para tolerar los comentarios de Bellanca o su madre.¿Qué quería probar ese imbécil con esto?Lo odié aun más.Bajé, esta vez no había nadie en el pasillo, ni tampoco estaba Marcell en la entrada.Salí a encontrarme con Roger, quien miró hacia los lados y luego a mí.—¿Se encuentra mejor, señorita?—Solo un poco—contesté, intentando sonreír—. Gracia
—No puedo creerlo de ti—gritó ella—¿en qué estabas pensando?Nos encerramos en la biblioteca dejando a todos en el comedor, que hablasen lo que hablasen, ya no me importaba.Lo único que sentía era el repudio hacía la mujer frente a mí, a quien no podía llamar madre.—Tú eres la culpable de esto…Cherise crispó los ojos.—No quieras culparme de tus decisiones, Adonis.—Deja de llamarme así, maldita sea.—Tu necedad es aberrante, dame la maldita explicación de este maldito circo ¡Si soy la culpable debes tener solides en tus palabras!Hacía tiempo que quería decirle esto, hace tiempo que ya no lo soportaba.—Desde el principio tuviste la culpa… tú y esa perra me arruinaron la vida.—¿De qué me estás hablando?—Tú llevaste a Sadie a que le sacaran a mi hijo—Cherise enmudeció—, por ti me dejó—gruñí—, por ti tuve que hacer esto—tuve que usar todo mi autocontrol— ¿piensas quitarme la compañía así? ¿Cómo quieres que confié en las mujeres si tú eres la principal en traicionarme?—Ella no que