Adam me llevó en vilo hacia su oficina, el calor era insoportable, en mi crecía el deseo por su cercanía, lo tomé de la chaqueta. Estaba ya desesperándome, rasqué en el fondo de mi por tener una pizca de razón, pero estaba perdiendo la batalla.No me di cuenta si la secretaría de Adam estaba en su sitio, solo cuando la puerta de su oficina se cerró y me depositó en el sofá, estaba dispuesta a suplicar para que se detuviera, pero él lo hizo antes.Fue reduciendo la frecuencia poco a poco.Di bocadas de aire.—Es tu turno—sonrió como el demonio que es—, estoy deseando que me des el show de mi vida—me acarició las piernas—, y si no lo haces por tu propia voluntad—sus profundos ojos azules se clavaron en mí, las pupilas oscurecidas—, tengo los métodos para que lo hagas—me tomó por las rodillas y me separó las piernas—, entonces, conejita ¿vas a hablar o te obligaré a hacerlo?Fruncí el ceño.Tal vez estaba bien que le hablara, para poder sacarlo de su pensamiento tan cavernícola.Me abrió
Después de que llegamos me metí a mi habitación y me di una ducha larga y tendida, me quedé un largo rato en bata, viendo las fotos de mis bebés, el único motor que necesitaba en este momento y aguantar estas putas horas.Marcell vino a la habitación a decirme que Adam me esperaría a las seis y media, me tendió una bolsa oscura, dentro un vestido rojo y sandalias a juego.Me dejé el cabello suelto, ese maldito vestido me quedaba demasiado ceñido, incluso mis pechos solo estaban medio descubiertos, si me agachaba podrían salirse. No quise verme al espejo, quizá también los rollitos de mi piel se iban a marcar, Jesucristo, no estaba de humor para tolerar los comentarios de Bellanca o su madre.¿Qué quería probar ese imbécil con esto?Lo odié aun más.Bajé, esta vez no había nadie en el pasillo, ni tampoco estaba Marcell en la entrada.Salí a encontrarme con Roger, quien miró hacia los lados y luego a mí.—¿Se encuentra mejor, señorita?—Solo un poco—contesté, intentando sonreír—. Gracia
—No puedo creerlo de ti—gritó ella—¿en qué estabas pensando?Nos encerramos en la biblioteca dejando a todos en el comedor, que hablasen lo que hablasen, ya no me importaba.Lo único que sentía era el repudio hacía la mujer frente a mí, a quien no podía llamar madre.—Tú eres la culpable de esto…Cherise crispó los ojos.—No quieras culparme de tus decisiones, Adonis.—Deja de llamarme así, maldita sea.—Tu necedad es aberrante, dame la maldita explicación de este maldito circo ¡Si soy la culpable debes tener solides en tus palabras!Hacía tiempo que quería decirle esto, hace tiempo que ya no lo soportaba.—Desde el principio tuviste la culpa… tú y esa perra me arruinaron la vida.—¿De qué me estás hablando?—Tú llevaste a Sadie a que le sacaran a mi hijo—Cherise enmudeció—, por ti me dejó—gruñí—, por ti tuve que hacer esto—tuve que usar todo mi autocontrol— ¿piensas quitarme la compañía así? ¿Cómo quieres que confié en las mujeres si tú eres la principal en traicionarme?—Ella no que
No quise avisarle a nadie que ya había llegado, podría darle el vestido a Dany mañana, además ya eran las once de la noche.En cuanto pisé el interior de mi casa me sentí aliviada, aquel drama había quedado atrás, y así debía quedarse. Subí a mi habitación, me puse cómoda y saqué la ropa de mi maleta para lavarla mañana.Fui hasta la habitación de mis hijos, que falta me habían hecho, me acurruqué en la cama de Alice y abracé la manta de Tony, entonces, dormí tranquilamente.Al día siguiente me desperté temprano, dándome cuenta de que ya no estaba en la pesadilla, estaba a salvo en mi casa. Sintiéndome completamente feliz, así que comencé a hacer el aseo, la casa ya tenía una semana abandonada.Era raro, había pasado estos días rodeada de lujos, pero nunca me sentí cómoda con ello (dejando a un lado lo obvio, claro). Después de tantos espacios altos y anchos, después de ver muchísimas cosas costosas, no se me antojaba tener una vida así. Ver mi casita en este buen barrio tranquilo, e
Dos semanas después. La cabeza no me ha dejado de doler desde hace una semana, he intentado disipar un poco, pero siempre regresa.Es peor en las noches, se apacigua después de beber.Mientras corrijo algunos pendientes, diviso la hora, apenas son las cuatro de la tarde, me remuevo en mi asiento, tengo algo de hambre, una punzada en la cabeza y estoy que no me soporto ni yo mismo.Terminé los primeros pendientes y continúe con los otros, la cabeza me punza aún más cuando leo las primeras líneas del documento, quiero retorcerlos, y romperlos en pedacitos.Es el cumplimiento de las cláusulas del último contrato que firmé, debo viajar a Chicago para inspeccionar la planificación del nuevo ciclo de la Academia de la Rosa. Eh pasado estas semanas evitando pensar en ella a toda costa, evitando pensar en ciertas cosas, ahora sé que debo ir a verla, debo hablar con ella.¿Qué cara debo poner? ¿cómo debo hablarle?Me irrita tanto el saber que había cometido un error.¡Un maldito error!Por ot
—¡Tony, por favor, ya vístete! —esta vez alcé la voz.Siete veces repitiendo lo mismo.—No quiero.Alice ya estaba lista, esperando en la puerta con su peluche en los brazos, asomándose viendo el caos de su hermano.—Bien, si no quieres, está bien, pero entonces te quedaras en casa de la abuela con las otras tías.Tony, que estaba saltando en la cama con los pantalones del overol medios puestos, se detuvo observándome con espanto.—¿La tía Ana y María? —lo vi estremecer al pronunciar sus nombres.—Exacto, llegaron para la boda de la tía Dany.Se lo pensó.—Está bien, iré.Lo ayudé a acomodarse los pantalones, mientras él intentaba colocarse la remera de rayas, siempre era más rápido vestir a Alice, porque ella siempre quería salir y siempre sabía que ponerse.—Ponte los tenis y baja a desayunar—le hablé más calmada.Estaba de los nervios, pero tampoco me iba a desquitar con ellos, regresé a mi habitación, me coloqué mi collar y me miré el cabello, bien, creo que estaba presentable. Es
Lo miré fijamente, intenté descifrar algo tras esa burlona mirada, pero solo era eso, una burla.Aclaré la garganta.Tenía que portarme profesional, como era debido, dejar de lado mi incertidumbre y, sobre todo, para disipar la fija mirada de escrutinio de mi padre, que no hacía más que ponerme los pelos de punta, sí, él es muy exigente en el aspecto del trabajo.Así que esbocé mi sonrisa cordial.—Señores West y Hawking, les presento a mi colega Dakota Sparrow, a mi secretaria Laura Dash y a mi abogado Richard Spell.Richard saludó con profesionalismo y podría decir que algo embelesado a Adam. La pobre Dash estaba completamente deslumbrada con James y Adam, ¡oh, no! más me compadecí de ella.Me sorprendí al darme cuenta que Nicholas, no estaría en la junta, vi la desilusión y la molestia de Dakota, pero también, se planteó ser profesional, e intentó mejorar la cara.Intenté, con todas mis fuerzas, concentrarme en lo que pasaba sobre la junta, todos los puntos a tratar, si bien, Adam
¿Por qué tenía que hacerme esto?Adam me besó, como si se le hubiese olvidado todo lo que me había hecho, el cómo me gritó y me humilló.Me besó y con su mano libre la deslizó por debajo de mi falda, acariciando mis piernas.—No—dije entre sus labios—aléjate—deslizó su lengua perfilando mis labios.—No, tu no quieres que me aleje—subió más su mano, hasta llegar a mis muslos y deslizarla hacia atrás—tú vas a ser mía Holly—. Deslizó aún más su mano, hacia mi trasero, acariciando el borde de mis shorts—no puedo dejarte solo así—metió su mano bajo las telas de mis bragas—quiero cogerte, Holly—mordió mi labio inferior y lo chupó—quiero cogerte ya.—¿Puede ser más cínico? —intente apartar sus manos—no quiero nada de usted, creí que había sido clara.Se alejó de mi rostro y se recostó sobre el respaldo de la silla, sin soltarme, me miró fijamente. Una lenta sonrisa se asomó por su rostro. ¿Adam sonriendo?Su agarre de mi nuca fue un poco más fuerte, solté un jadeo.—Podemos hablar de eso des