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—Espejito, espejito no te partas, por favor te lo pido.

Abrí mis ojos con cuidado y solté un pequeño gritito. ¡Es horrible!

Vuelvo a cerrar los ojos y suelto otro gritó de frustración. Por una vez en mi vida, quiero ser una adolescente normal.

Y con normal me refiero a esas que parecen modelos de revistas.

Toco el enorme grano de la frente.

Debo parecer un unicornio.

Vuelvo a abrir los ojos y me doy por vencida. Ya tengo diecisiete, se supone que ahora todo tiene que ser diferente. Ese año, mis pechos deben crecer, mi cuerpo estirarse y mi cara ¡ni hablar de mi cara! Ahora que recuerdo, solo faltan seis meses para liberarme de estos aparatos horrorosos.

—¡Samantha! —Odio la voz aguda de madrastra.

—Ahora no, Valeria.

Cepillo mis dientes con prisa, y luego lavo mi cara. Posteriormente busco la base e intento tapar ese traidor grano. Es imposible, el muy invasor es enorme. Me doy por vencida por segunda vez en la mañana. Da igual lo que haga para mejorar mi aspecto, nunca logro verme pr
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