—Espejito, espejito no te partas, por favor te lo pido.Abrí mis ojos con cuidado y solté un pequeño gritito. ¡Es horrible!Vuelvo a cerrar los ojos y suelto otro gritó de frustración. Por una vez en mi vida, quiero ser una adolescente normal.Y con normal me refiero a esas que parecen modelos de revistas.Toco el enorme grano de la frente.Debo parecer un unicornio.Vuelvo a abrir los ojos y me doy por vencida. Ya tengo diecisiete, se supone que ahora todo tiene que ser diferente. Ese año, mis pechos deben crecer, mi cuerpo estirarse y mi cara ¡ni hablar de mi cara! Ahora que recuerdo, solo faltan seis meses para liberarme de estos aparatos horrorosos.—¡Samantha! —Odio la voz aguda de madrastra.—Ahora no, Valeria.Cepillo mis dientes con prisa, y luego lavo mi cara. Posteriormente busco la base e intento tapar ese traidor grano. Es imposible, el muy invasor es enorme. Me doy por vencida por segunda vez en la mañana. Da igual lo que haga para mejorar mi aspecto, nunca logro verme pr
Después de la primera clase salgo al pasillo y tomo mi desayuno. Pienso y pienso en lo que quería decir aquel guapo chico, con lo de nos vemos en casa. Quizás, mi vida se ha convertido en una de las historias de Wattpad y Valeria se ha traído a vivir con nosotros a su hijo, lo que sería mi hermanastro.Me pongo el sándwich en la cara.No Samantha, eso no pasara.—Hablando sola, microbio.Alce la vista para ver a Marcie Millar.Jaja, perdón. Me pase. A Sindy Montecarlo, la mejor estudiante de este lugar.Me puse de pie para largarme de allí.—No, no. Te quedas aquí —Dijo tomándome de la tira de la mochila.Fruncí el ceño. ¿Ahora que quiere? Se supone que tiene que dejarme en paz por una semana. Me eche la culpa de su travesura en clases, ese era el trato.—Sindy, debe ser rápido —dijo Dalila, una de sus mejores amigas.—Ok, ya escuchaste. Ahora. ¿Quién era ese chico con el que llegaste al instituto?Oh, vaya. Así que es eso.—¿Te tengo que obligar a hablar otra vez?—No —dije.La otra
Me quede dormida. Cuando me senté en la cama sentí el celular vibrar en el bolsillo de mi falda. Entrecerré los ojos hasta que me acostumbré a la luz de la pantalla. Todo está oscuro así que me supongo que es de noche.10 llamadas perdidas de Valeria.¿Que?Apagué el teléfono y fui directamente al baño, tengo que vaciar mi vejiga, quitarme el uniforme y darme una buena ducha con agua caliente. Sólo eso me librará del estrés.Mire mi cuerpo desnudo en el espejo. Siempre lo hago. No me avergüenzo de ser rellenita, mis curvas me gustan y las estrías son parte de mi, aunque eso evite que me ponga un traje de baño el resto de mi vida.Da igual, total no nací para ser modelo.Cuando termino de bañarme, me visto colocándome mi short rosa y mi suéter de Inuyasha. Luego, apago todas las luces y atando mi cabello húmedo en un moño improvisado bajo para ver que consigo para cenar.—Hasta que, al fin, niña.Valeria camina hacia mí y se cruza de brazos.—Fue muy maleducado de tu parte dejar a tus
Maldito bus. Es que me odia o a que. Aún es temprano, él no debía pasar cinco minutos antes. Enojada zapateo contra el suelo y lo hago con tan poca delicadeza que me lo descompongo.¡Por Snow!Me siento en la acera y me bajo la media. Si mi tobillo va a pagar las consecuencias. Decidida a llegar temprano a clases, me pongo en marcha. Duele, pero tengo que llegar. Hoy es el remedial de matemáticas y tengo que pasarla a como dé lugar. No quiero avergonzar a mi padre en la entrega de notas.Limpio mis lentes empañados y sigo caminando.Todos mis días son como esa caricatura de Disney Channel, donde todo su día es un desafío, solo que a mí no me divierte. Respirando para aguantar el dolor, sigo hasta que escuchó una corneta que me hace saltar.—Ey, muñeca ¿Te llevo?Seguí caminando. No tengo que ponerle atención o estoy segura que por mi mala suerte, me orinará un perro o algo por el estilo.—Samantha.Hago como que no lo escucho.—Samantha, estás chueca. He visto lo que te ha pasado deja
Dejo caer el bolso en la entrada y me siento. El tobillo aun me duele. Como acostumbro, me quito los zapatos y las medias y los lanzo lejos. Estar en mi casa es lo mejor de mis días. Voy a quitarme el sostén y entonces un gruñido me hace levantarme de prisa.—Siento sorprenderte.Por Dios. Siento mi cara caliente. Qué pena.Niego y camino para coger mi bolso. Con cada paso, hago una mueca.—Si necesitas un masaje.¿Que? Debo estar soñando.Esta guapura me quiere dar un masaje.De nuevo la timidez puede conmigo y niego.—Vale, estoy a tu servicio. Te contó tu padre que este fin estarás bajo mi cuidado.Gire la cabeza como el exorcista ante tal información.—¿Cómo dices?Camino hacia mí y tuve que respirar para no desmayarme.Sin duda es súper lindo. Sus ojos azules y pálida piel, se me hacen perfectas.Me arrepiento de lo que pienso. No puedo hacerme ideas locas, los chicos como él solo salen con chicas como Dalila y Sindy, hermosas.—Sí, así que me gustaría saber qué harás para acompa
Diez de la mañana del día sábado. Me estiro me levanto y toco mi nido, al que le llamo cabello. Bostezando me dirijo al lava manos y empiezo mi rutina de limpieza. Cuando estoy lista, me coloco mis licras negras y una camiseta deportiva con un gran corazón en el frente.Seguro piensan que voy a hacer ejercicio.Déjenme reírme.No, no es así.A este vestuario le llamo: Fin de semana.Bajo porque mi estómago ruge, no porque me quiero encontrar al guapuras de Anibal. No, para nada. Tampoco me puse labial por él. Está bien, si fue por él.Solo es brillo.Peleando con mis lentes para que se queden en su lugar, baje. Cuando llegue al pasillo me detuve y como tortuga ninja mire a todas las direcciones.Que se haya ido.Que se haya ido…—Muñeca.Noooo.Gire hacia las escaleras y alce mi mano para saludarlo con movimientos circulares. Algo así como un adiós, pues. Aunque ni eso me sale bien, porque creo que se parece más a un ¡Hao! Al estilo indio.—¿Saludas así a todos tus amigos?No porque n
Amo las fiestas.Cuando bajo todos gritan mi nombre. Siempre es lo mismo. Haber sido el Bad boy de la secundaria no es tan malo después de todo. Algunos amigos de mi ciudad han venido, entre ellos Carlos, mi mejor amigo y hermano. Diviso a las amigas de Samantha en la sala y las saludo con un guiño, luego camino hacia un grupo de chicas de mi universidad. Son hermosas.—Anibal —Bajo mis brazos de los hombros de las chicas para mirar a Dalila y a Sindy.—Preciosas ¿Disfrutan de la fiesta?—Por supuesto —respondieron ambas y sonreí.—¿Dónde han dejado a Samantha? ¿Ha acabado ya de arreglarse?Dalila soltó una carcajada y Sindy le propino un pisotón.—En cuanto a eso —Borre mi sonrisa—, veras, Sami es un poco testaruda y no ha querido colaborar.¡Diablos! ¡Me lo imagine!—¿Dónde está?Las dos señalaron hacia una esquina de la sala.Me lleve una mano a la frente. No sé si salir corriendo o esconderla en un closet.¿Qué chica en su jodida vida permanece en una fiesta en pijamas?Samantha,
𝐸𝑠𝑡𝑒 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒 𝑛𝑜 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙, 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝒉𝑜𝑐𝑎 𝑡𝑎𝑛 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑖 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑. 𝑄𝑢𝑖𝑠𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑙 𝒉𝑢𝑚𝑜 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑣𝑎𝑛𝑒𝑐𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑦 𝑛𝑜 𝑟𝑒𝑝𝑒𝑡𝑖𝑟𝑙𝑜 𝑗𝑎𝑚a𝑠, 𝑒𝑠𝑡a 𝑡𝑜𝑟𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑖𝑒𝑙𝑜 𝑎𝑟𝑑𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑦 𝑛𝑜 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟 𝑢𝑛 𝑎𝑛𝑡𝑖́𝑑𝑜𝑡𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝒉𝑒𝑟𝑖𝑑𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑚𝑝𝑖𝑒𝑧𝑎𝑛 𝑎 𝑑𝑜𝑙𝑒𝑟 𝑚a𝑠 𝑦 𝑛𝑜 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟𝑚𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑎𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑖𝑛𝒉𝑎𝑙𝑎𝑟 𝑙𝑜 𝑐𝑜𝑙𝑜𝑟𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑦 𝑠𝑖𝑚𝑝𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑖𝑔𝑛𝑎𝑟𝑚𝑒 𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑎𝑟 𝑎 𝑢𝑛 𝑡𝑢́𝑛𝑒𝑙 𝑠𝑖𝑛 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙. 𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑟 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖𝑔𝑛𝑖𝑓𝑖𝑞𝑢𝑒 𝑟𝑜𝑚𝑝𝑒𝑟, 𝑟𝑜𝑚𝑝𝑒𝑟 𝑙𝑜 𝑝𝑟𝑜𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜 𝑦 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑜 𝑏𝑒𝑛e𝑣𝑜𝑙𝑜. 𝑁𝑎𝑑𝑎 𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑒 𝑣𝑒, 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑒 ?