¡Mate!

El rey hizo una pausa y las palabras que estaban a punto de salir de su boca regresaron a su cerebro y salieron volando de su cabeza. Su mente estaba en blanco en ese instante mientras veía a la chica más hermosa que había visto en su vida caer de rodillas frente a sus padres que estaban arrodillados en el suelo.

Beto, su lobo corrió en su mente y comenzó a olfatear e inmediatamente, el olor más dulce que jamás había percibido en su vida lo golpeó con fuerza, casi derribándolo. Su corazón comenzó a acelerarse. Todo el vello de su cuerpo se erizó. De repente, la temperatura subió mucho y podía sentir gotas de sudor rodando por casi cada parte de su piel. Se estremeció hasta la médula al mirar a la chica que ya estaba llorando en el suelo.

La chica desprendía un aroma suave, dulce y embriagador que le resultó muy atractivo. Estaba luchando contra el impulso de agacharse a su lado y olerla hasta desaparecer en el aire.

Dio un paso adelante, hacia la chica y el olor se hizo más fuerte.

—¡Compañera! —la palabra salió de su boca antes de que pudiera darse cuenta.

Debido a que todos los que estaban alrededor tenían la capacidad de escuchar sonidos desde una distancia muy lejana, escucharon lo que acababa de decir y desviaron la mirada hacia la chica que acababa de entrar.

Incluso Helena escuchó eso y lo miró con terror en sus ojos.

En el momento en que sus ojos se encontraron con los ojos marrón oscuro del cruel Rey alfa del Norte que estaba frente a ella, pudo sentir una repentina oleada de energía recorrer su cuerpo, haciéndola temblar violentamente en su lugar.

El vínculo de pareja.

¿Ese era el vínculo de pareja que acababa de sentir? El hombre que estaba frente a ella era su pareja. Su loba Kiara aullaba moviendo su cola, mientras gritaba aquella palabra «compañero».

Helena no lo podía creer, no hacía unos segundos encontró a su prometió por quien estaba dispuesta a rechazar a su verdadero mate, engañándola con su propia hermanastra y ahora tenía frente a ella a su compañero destinado. ¡Esto debería ser una locura!

El rey dio pasos silenciosos y pesados hacia Helena que casi temblaba y se detuvo a su lado.

—No te atrevas a acercarte a... —antes de que alfa Kevin pudiera terminar la declaración, el rey lo hizo callar con un fuerte golpe que lo envió volando hacia el otro lado del campo.

—¡PADRE! —Helena gritó horrorizada mientras veía a su padre caer con fuerza al suelo y gemía de dolor. Rápidamente le lanzó al hombre sentado frente a ella una mirada mortal, con la ira hirviendo en sus venas.

—¡Mate! —Beto el lobo del rey Ares murmuró la palabra nuevamente, buscando el rostro de la joven mientras ella seguía frunciéndole el ceño.

En menos de un momento, su corazón dejó de latir rápido, bloqueó a su lobo que seguía instándolo a hacerle estupideces a su pareja y la ira que sentía hace un rato volvió fresca. Estiró sus manos hacia adelante y agarró con fuerza la barbilla de Helena y tiró de su cabeza hacia arriba para que pudiera mirarlo directamente a los ojos que ardían de furia.

—Tú... me estás lastimando —lloró ella con voz temblorosa mientras luchaba en vano por quitarse los dedos del hombre de la barbilla.

El rey apretó los dientes con ira mientras le apretaba la barbilla aún más fuerte, haciéndola gemir de dolor.

—No sé qué tipo de truco me está jugando la diosa de la luna al convertirte en mi pareja, pero no lo aceptaré. ¡Leo! —llamó y su Beta inmediatamente corrió hacia él.

—Si, rey.

—Llévala afuera. Ella se va con nosotros como prisionera.

—¡NO! ¡NO! —Helena se negó con furor retrocediendo con su trasero. Solo había necesitado segundos para darse cuenta que la bestia que le había tocado como mate no la quería para nada bueno.

La furia en sus ojos le decía que en cualquier oportunidad la destrozaría.

Intentó desesperadamente resistir el agarre del Beta, pero él era demasiado fuerte para ella. Aunque manoteó y pateó fue inútil.

—Su majestad, por favor no te la lleves. ¡Por favor! —Lisa la luna de la manada azul y madre de Helena suplicó entre lágrimas. Era su única hija amada y el futuro de la manada.

Alfa Kevin, no tenía aliento para suplicar por su hija, se había golpeado la cabeza, cuando el rey lo lanzó y estaba a poco de perder el conocimiento.

—Tu pareja se atrevió a confabular ante la realeza y a asesinar a mi familia. Con todos estos cargos en su contra lo único que merecen de mi parte es la muerte. Pero la muerte sería un castigo demasiado fácil —una sonrisa cruel y escalofriante se formó en los labios del rey—, quiero que vivan en agonía, sin poder hacer absolutamente nada mientras haré a su amada hija pagar por sus pecados. Voy a hacerle la vida imposible.

—¡SOMOS INOCENTES! —grito luna Lisa sollozando—, no tenemos nada que ver en lo que nos acus....

—¡Cierra la boca! —el rey regañó con autoridad y todo el lugar quedó en silencio.

Miró a su alrededor, desde el Alfa hasta la Luna y luego a sus súbditos. Estaba tan enojado que quería matarlos a todos, pero decidió no hacerlo, sería demasiado fácil para ellos. Caminó hacia la salida antes de arrepentirse y matar a todos.

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