Mis hermosas Toxi-Lobunas mañanas le subo su maratón mis bellas y gracias por su apoyo, paciencia y entenderme, les agradezco a mis linduras las que siempre me han seguido desde mi principió saben que he dado los mejor para no faltarles en las actualizaciones diarias; así que mil disculpas una vez más la falta..
Alfa Ace cierra la puerta detrás de él con todas sus fuerzas en cuanto entra en su oficina. Se dirige a su bar de vinos, donde saca una copa y una botella que es una mezcla especial con atonico, y las deja caer de golpe sobre la mesa.Necesita quemar todas esas emociones desagradables que tiran de su fibra sensible en ese instante.Necesita pasarlas antes de que lo asfixien.Se sirve un trago de vino mezclado con acónito y se lo bebe de un trago. Cierra los ojos y gime mientras el atonico quema cada centímetro de su boca y baja por su garganta hasta su estómago, donde prende fuego a su abdomen.Quiere más, así que bebe otro trago y otro y otro, y solo se detiene cuando escucha el sonido de la puerta de su oficina al abrirse. No se da vuelta para ver quién es porque sabe que es su Beta Nicolás.—¿Qué está pasando?Lo siguiente que escucha son pasos que se acercan a él. Sonríe un poco al percibir la preocupación en su voz.«Él está preocupado por mí. Él vino a verme cuando lo llamé. Él
Soraya no puede mas que llorar todo el día y toda la noche, era lo unico que la podia liberar de todas las frustraciones ahogada que tenia dentro de si mismo.Sus lagrimas no era de debilidad.Eran de dolor. un dolor que no deseaba guárdalo dentro de si misma, queria sacarlo y asi poder superarlo.El médico de la manada la examinó como había dicho el alfa Ace y solo comió debido a los medicamentos que había recibido, aunque no tenía apetito.«Todavía no lo sé».Las palabras del alfa Ace no se han ido de su mente. Su lobo no puede sentir al suyo, así que no son compañeros. Los miembros de la manada no la aceptan porque es una ladrona y una asesina.«¡Qué tontería!».En primer lugar, no mato a su hermana, así que no tienen motivos para rechazarla como su luna. Alfa Ace sigue haciendo acusaciones infundadas. El día que finalmente descubra la verdad sobre la muerte de Mia tendrá que ponerse de rodillas y suplicarle que lo perdone. En segundo lugar, el hecho de que su lobo no pueda sentir
—No quiero que sigamos teniendo esta conversación. Me está molestando. Ya puedes irte —le ladra ella.—¿¡Qué!?—Creo que me escuchaste bien.—Soraya, esta es mi casa, este es mi dormitorio.—Entonces, ¿debería ser yo quien se vaya? ¡Lo haré con mucho gusto! —Se da la vuelta para salir de la habitación y de esa casa, pero antes de dar el primer paso su fuerte mano envuelve su brazo izquierdo y le impide moverse.—Soraya…Se gira para mirarlo y su corazón se derrite cuando ve la expresión de su rostro. Parece que está a punto de llorar.—Eso salió mal. Me voy. —De mala gana, suelta su brazo y sale del dormitorio.Una vez que la puerta se cierra detrás de él, corre hacia la cama y se deja caer sobre ella. Entierra su cara en las sábanas y rompe a hogar sus gritos con violencia.«¿Qué clase de pesadilla es esta que se llama su vida?».Mas tardé...Todavía está sumida en sus pensamientos cuando llaman a la puerta de su habitación. Mira hacia arriba y piensa un rato si abrir o no. Al final,
—Beta Nicolás —está al borde de las lágrimas cuando camina hacia él, y en cuanto agarra sus manos entre las suyas, las lágrimas se desatan—, por favor, ayúdame a hablar con el alfa Ace. Por favor, dile que no puede hacerme esto. Dile que estoy lista para aceptar su rechazo e irme, pero, por favor, no debería casarme con alguien con quien no quiero estar. Por favor, ayúdame. —Lo mira a los ojos mientras le suplica. Su rostro está empapado de lágrimas y el alivio la invade cuando la mirada en sus ojos se suaviza.Suspira y da un paso atrás.—Tú y yo sabemos lo terco que puede ser el alfa Ace. No escucha a nadie más que a sí mismo. De todas formas, voy a intentarlo lo mejor que pueda porque lo que está a punto de hacerte no solo te afectará a ti, sino también al resto de la manada. Haré todo lo posible para hacerle cambiar de opinión. Mientras tanto, por favor, no intentes escapar. Esto saldrá bien, te lo prometo.Sus palabras son tan tranquilizadoras que la hacen suspirar de alivio. Ahor
Alfa Ace estaba en su oficina intentando trabajar, pero no logra hacer nada. Si las palabras de Soraya no interrumpen sus pensamientos, las de Nicolás sí lo hacen. Esos dos le harán perder la cabeza uno de esos días.Levanta la vista de sus documentos cuando la puerta se abre, revelando a Dylan, uno de los guardias que están junto a esta.—¿Sí, Dylan? —dice con voz ronca.—Alfa Ace, una sirvienta está aquí para verte. Dice que es urgente.—Déjala entrar.—Sí, alfa. —Sale, y casi de inmediato una mujer mayor, con uniforme de sirvienta, entra a la oficina con una mirada preocupada en su rostro.—Alfa Ace, la chica a la que nos pediste que atendiéramos hace un rato rechazó todas las cosas que le llevamos y nos cerró la puerta en las narices. Todavía no se ha duchado ni ha comido nada.Deja la pluma sobre la mesa y aprieta los dientes, irritado por lo que acaba de decir.Soraya es tan terca, aunque no es que no se esperara eso.—¿Qué hacemos, alfa? —pregunta con la cabeza aún agachada.Pa
Treinta minutos después, alguien toca a la puerta de la habitacion de Soraya, y sabe de inmediato que son el alfa Ace y sus sirvientes otra vez. Gimiendo, se levanta de la cama y camina hacia la puerta. La abre con todas sus fuerzas, sin siquiera molestarse en ocultar su irritación.El atractivo rostro de Ace aparece a la vista.Las tres sirvientes que llegaron hace un rato están de pie detrás de él. No parecen muy contentas con lo que sucede.—¿Y entonces? —indaga alfa Ace.Le pregunta es, si ha decidido ser una buena chica o no.Soraya en respuesta pone los ojos en blanco y se aleja de la puerta. Él abre paso a las criadas, que entran en la habitación. Es el último en entrar y cierra la puerta detrás de él.Lo miró con los ojos llenos de sorpresa. —¿Por qué sigues aquí?—No confío en que no hagas otro berrinche en cuanto me vaya, así que me quedaré aquí mientras te duchas y almorzaremos juntos.—No —rechaza de inmediato la idea—. No te quiero aquí mientras me ducho.—¿Por qué no? —F
—Déjame arroparte.—¿¡Qué!? —pregunta con total incredulidad.—Creo que me escuchaste bien —dice Alfa Ace como si fuera algo normal que hiciera cada día.Soraya envuelve la manta y lo sostiene sobre su pecho cuando él intenta quitárselo del cuerpo.—No, no puedes hacer eso. Puedo irme a dormir sola.—Soy muy consciente de ello, pero de todas formas quiero arroparte. —Se sienta en la cama, y su alma sale de su cuerpo.«Él realmente está haciendo esto...»reflexiono para sus adentros.—¡Alfa Ace! —grita horrorizada mientras se quita los zapatos y la mira.—Deja de actuar como si no quisieras esto. Sé que sí lo quieres.—¡Eres un idiota arrogante! —maldice con rabia, y agita su puño hacia él, pero lo sostiene con mucha facilidad y pone sus pies sobre la cama.Una vez que se recuesta sobre su espalda, la atrae hacia su pecho sin esforzase mucho a pesar del forzajeo de Soraya, que ivedentemente no es rival para el poderosos Alfa, su cuerpo se tensa en sus brazos.Pero si eso no fuera sufici
Todo lo que tiene que hacer es poner su mano en el pomo de la puerta y abrirla. Está a punto de hacerlo, pero oye un golpe y se pone a vibrar en su sitio como si hubiera tocado un cable de salvamento.El corazón le salta por la boca y se hace añicos en el suelo. Se alejo varios pasos de la puerta y la contempla con ojos llenos de horror. El golpe se escucha de nuevo y sus hombros tiemblan. Casi grita. Inspiro profundo y exhala de forma temblorosa.Abre la boca y le hace una señal a quien sea que haya oido su voz que es menos que un susurro.«Me pregunto si la persona siquiera me escuchó», se pregunto para sus adentros, llena de nerviosismo.Segundos después, la puerta se abre y se queda allí, lista para emprender el vuelo, imaginando que alfa Ace irrumpe y comienza a regañarla por intentar salir del dormitorio, pero, para su mayor sorpresa, beta Nicolás es el que entra y tiene su habitual sonrisa brillante en su rostro.Soraya suelta un suspiro lleno de alivio.—Soraya, buenos días —sa