—No quiero que sigamos teniendo esta conversación. Me está molestando. Ya puedes irte —le ladra ella.—¿¡Qué!?—Creo que me escuchaste bien.—Soraya, esta es mi casa, este es mi dormitorio.—Entonces, ¿debería ser yo quien se vaya? ¡Lo haré con mucho gusto! —Se da la vuelta para salir de la habitación y de esa casa, pero antes de dar el primer paso su fuerte mano envuelve su brazo izquierdo y le impide moverse.—Soraya…Se gira para mirarlo y su corazón se derrite cuando ve la expresión de su rostro. Parece que está a punto de llorar.—Eso salió mal. Me voy. —De mala gana, suelta su brazo y sale del dormitorio.Una vez que la puerta se cierra detrás de él, corre hacia la cama y se deja caer sobre ella. Entierra su cara en las sábanas y rompe a hogar sus gritos con violencia.«¿Qué clase de pesadilla es esta que se llama su vida?».Mas tardé...Todavía está sumida en sus pensamientos cuando llaman a la puerta de su habitación. Mira hacia arriba y piensa un rato si abrir o no. Al final,
—Beta Nicolás —está al borde de las lágrimas cuando camina hacia él, y en cuanto agarra sus manos entre las suyas, las lágrimas se desatan—, por favor, ayúdame a hablar con el alfa Ace. Por favor, dile que no puede hacerme esto. Dile que estoy lista para aceptar su rechazo e irme, pero, por favor, no debería casarme con alguien con quien no quiero estar. Por favor, ayúdame. —Lo mira a los ojos mientras le suplica. Su rostro está empapado de lágrimas y el alivio la invade cuando la mirada en sus ojos se suaviza.Suspira y da un paso atrás.—Tú y yo sabemos lo terco que puede ser el alfa Ace. No escucha a nadie más que a sí mismo. De todas formas, voy a intentarlo lo mejor que pueda porque lo que está a punto de hacerte no solo te afectará a ti, sino también al resto de la manada. Haré todo lo posible para hacerle cambiar de opinión. Mientras tanto, por favor, no intentes escapar. Esto saldrá bien, te lo prometo.Sus palabras son tan tranquilizadoras que la hacen suspirar de alivio. Aho
Alfa Ace estaba en su oficina intentando trabajar, pero no logra hacer nada. Si las palabras de Soraya no interrumpen sus pensamientos, las de Nicolás sí lo hacen. Esos dos le harán perder la cabeza uno de esos días.Levanta la vista de sus documentos cuando la puerta se abre, revelando a Dylan, uno de los guardias que están junto a esta.—¿Sí, Dylan? —dice con voz ronca.—Alfa Ace, una sirvienta está aquí para verte. Dice que es urgente.—Déjala entrar.—Sí, alfa. —Sale, y casi de inmediato una mujer mayor, con uniforme de sirvienta, entra a la oficina con una mirada preocupada en su rostro.—Alfa Ace, la chica a la que nos pediste que atendiéramos hace un rato rechazó todas las cosas que le llevamos y nos cerró la puerta en las narices. Todavía no se ha duchado ni ha comido nada.Deja la pluma sobre la mesa y aprieta los dientes, irritado por lo que acaba de decir.Soraya es tan terca, aunque no es que no se esperara eso.—¿Qué hacemos, alfa? —pregunta con la cabeza aún agachada.Pa
Treinta minutos después, alguien toca a la puerta de la habitacion de Soraya, y sabe de inmediato que son el alfa Ace y sus sirvientes otra vez. Gimiendo, se levanta de la cama y camina hacia la puerta. La abre con todas sus fuerzas, sin siquiera molestarse en ocultar su irritación.El atractivo rostro de Ace aparece a la vista.Las tres sirvientes que llegaron hace un rato están de pie detrás de él. No parecen muy contentas con lo que sucede.—¿Y entonces? —indaga alfa Ace.Le pregunta es, si ha decidido ser una buena chica o no.Soraya en respuesta pone los ojos en blanco y se aleja de la puerta. Él abre paso a las criadas, que entran en la habitación. Es el último en entrar y cierra la puerta detrás de él.Lo miró con los ojos llenos de sorpresa. —¿Por qué sigues aquí?—No confío en que no hagas otro berrinche en cuanto me vaya, así que me quedaré aquí mientras te duchas y almorzaremos juntos.—No —rechaza de inmediato la idea—. No te quiero aquí mientras me ducho.—¿Por qué no? —F
—Déjame arroparte.—¿¡Qué!? —pregunta con total incredulidad.—Creo que me escuchaste bien —dice Alfa Ace como si fuera algo normal que hiciera cada día.Soraya envuelve la manta y lo sostiene sobre su pecho cuando él intenta quitárselo del cuerpo.—No, no puedes hacer eso. Puedo irme a dormir sola.—Soy muy consciente de ello, pero de todas formas quiero arroparte. —Se sienta en la cama, y su alma sale de su cuerpo.«Él realmente está haciendo esto...»reflexiono para sus adentros.—¡Alfa Ace! —grita horrorizada mientras se quita los zapatos y la mira.—Deja de actuar como si no quisieras esto. Sé que sí lo quieres.—¡Eres un idiota arrogante! —maldice con rabia, y agita su puño hacia él, pero lo sostiene con mucha facilidad y pone sus pies sobre la cama.Una vez que se recuesta sobre su espalda, la atrae hacia su pecho sin esforzase mucho a pesar del forzajeo de Soraya, que ivedentemente no es rival para el poderosos Alfa, su cuerpo se tensa en sus brazos.Pero si eso no fuera sufici
Todo lo que tiene que hacer es poner su mano en el pomo de la puerta y abrirla. Está a punto de hacerlo, pero oye un golpe y se pone a vibrar en su sitio como si hubiera tocado un cable de salvamento.El corazón le salta por la boca y se hace añicos en el suelo. Se alejo varios pasos de la puerta y la contempla con ojos llenos de horror. El golpe se escucha de nuevo y sus hombros tiemblan. Casi grita. Inspiro profundo y exhala de forma temblorosa.Abre la boca y le hace una señal a quien sea que haya oido su voz que es menos que un susurro.«Me pregunto si la persona siquiera me escuchó», se pregunto para sus adentros, llena de nerviosismo.Segundos después, la puerta se abre y se queda allí, lista para emprender el vuelo, imaginando que alfa Ace irrumpe y comienza a regañarla por intentar salir del dormitorio, pero, para su mayor sorpresa, beta Nicolás es el que entra y tiene su habitual sonrisa brillante en su rostro.Soraya suelta un suspiro lleno de alivio.—Soraya, buenos días —s
Punto de vista del autor.—¿¡QUE DIABLOS ESTA PASANDO AQUÍ!? — Helena Red, única hija del Alfa de la manada Azul, más grande del este, gritó llena de cólera. Su corazón cayó al túnel más profundo de la desesperación y sus ojos se abrieron con absoluto horror.—. ¿¡Mi prometido y su hermanastra teniendo sexo!?Su corazón latía tan fuerte en su pecho, cuando miró a las personas desnudas en la cama. Era el hombre con quien tenía tres años de novios y estaban a punto de casarse en un mes, estaba teniendo sexo con su hermanastra ¡LA HABÍA TRAICIONADO! ¿ACASO ERA UNA PESADILLA? Su mente aun no podía procesar aquella escena. Su estómago se revolvió de disgusto y ansiedad cuando sintió ganas de vomitar ante la asquerosa escena.Dalia se tapó rápidamente el cuerpo con una manta, mientras maldecía la presencia de Helena, una sonrisa maliciosa pasó por sus labios. Pedro se puso rápidamente un bóxer nerviosamente y se acercó a Helena.—Hele, lo puedo explicar, yo… —Pedro quiso tomar la mano de H
El rey hizo una pausa y las palabras que estaban a punto de salir de su boca regresaron a su cerebro y salieron volando de su cabeza. Su mente estaba en blanco en ese instante mientras veía a la chica más hermosa que había visto en su vida caer de rodillas frente a sus padres que estaban arrodillados en el suelo.Beto, su lobo corrió en su mente y comenzó a olfatear e inmediatamente, el olor más dulce que jamás había percibido en su vida lo golpeó con fuerza, casi derribándolo. Su corazón comenzó a acelerarse. Todo el vello de su cuerpo se erizó. De repente, la temperatura subió mucho y podía sentir gotas de sudor rodando por casi cada parte de su piel. Se estremeció hasta la médula al mirar a la chica que ya estaba llorando en el suelo.La chica desprendía un aroma suave, dulce y embriagador que le resultó muy atractivo. Estaba luchando contra el impulso de agacharse a su lado y olerla hasta desaparecer en el aire.Dio un paso adelante, hacia la chica y el olor se hizo más fuerte.—¡