Justo en el blanco

—Alfa —grita beta Nicolás, y el levanta la cabeza hacia él.

No se había dado cuenta de que se había unido a él en su caminata hasta ahora, ya que lo había visto hace un rato, cuando le llevó la nueva actualización de la manada. La gratitud que Alfa Ace siente por su beta no tiene límites.

—Buen momento. Necesitamos discutir el incidente.

«¿Así lo llamamos ahora? ¿El incidente?».

—Claro, alfa, pero antes de todo me gustaría que supieras que Soraya ha pedido que le conceda permiso para salir al jardín.

—¡De ninguna manera! —niega al recordar cómo ha intentado escapar dos veces, las cuales terminaron en desgracia.

—Alfa, ella necesita esto. Puedes imponerle guardias cuando salga al jardín. Me encargaré de poner los mejores.

Alfa Ace suspira. Sabe que Nicolás no se rendirá fácilmente.

—Está bien. Asegúrate de que sea en la tarde, con la puesta de sol —ordena con la idea de estar libre para poder acompañarla, pero, claro, no le dirá esto a su beta.

Nicolás asiente feliz.

—Gracias, alfa. L
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