—Déjame arroparte.—¿¡Qué!? —pregunta con total incredulidad.—Creo que me escuchaste bien —dice Alfa Ace como si fuera algo normal que hiciera cada día.Soraya envuelve la manta y lo sostiene sobre su pecho cuando él intenta quitárselo del cuerpo.—No, no puedes hacer eso. Puedo irme a dormir sola.—Soy muy consciente de ello, pero de todas formas quiero arroparte. —Se sienta en la cama, y su alma sale de su cuerpo.«Él realmente está haciendo esto...»reflexiono para sus adentros.—¡Alfa Ace! —grita horrorizada mientras se quita los zapatos y la mira.—Deja de actuar como si no quisieras esto. Sé que sí lo quieres.—¡Eres un idiota arrogante! —maldice con rabia, y agita su puño hacia él, pero lo sostiene con mucha facilidad y pone sus pies sobre la cama.Una vez que se recuesta sobre su espalda, la atrae hacia su pecho sin esforzase mucho a pesar del forzajeo de Soraya, que ivedentemente no es rival para el poderosos Alfa, su cuerpo se tensa en sus brazos.Pero si eso no fuera sufici
Todo lo que tiene que hacer es poner su mano en el pomo de la puerta y abrirla. Está a punto de hacerlo, pero oye un golpe y se pone a vibrar en su sitio como si hubiera tocado un cable de salvamento.El corazón le salta por la boca y se hace añicos en el suelo. Se alejo varios pasos de la puerta y la contempla con ojos llenos de horror. El golpe se escucha de nuevo y sus hombros tiemblan. Casi grita. Inspiro profundo y exhala de forma temblorosa.Abre la boca y le hace una señal a quien sea que haya oido su voz que es menos que un susurro.«Me pregunto si la persona siquiera me escuchó», se pregunto para sus adentros, llena de nerviosismo.Segundos después, la puerta se abre y se queda allí, lista para emprender el vuelo, imaginando que alfa Ace irrumpe y comienza a regañarla por intentar salir del dormitorio, pero, para su mayor sorpresa, beta Nicolás es el que entra y tiene su habitual sonrisa brillante en su rostro.Soraya suelta un suspiro lleno de alivio.—Soraya, buenos días —sa
—Alfa —grita beta Nicolás, y el levanta la cabeza hacia él.No se había dado cuenta de que se había unido a él en su caminata hasta ahora, ya que lo había visto hace un rato, cuando le llevó la nueva actualización de la manada. La gratitud que Alfa Ace siente por su beta no tiene límites.—Buen momento. Necesitamos discutir el incidente.«¿Así lo llamamos ahora? ¿El incidente?».—Claro, alfa, pero antes de todo me gustaría que supieras que Soraya ha pedido que le conceda permiso para salir al jardín.—¡De ninguna manera! —niega al recordar cómo ha intentado escapar dos veces, las cuales terminaron en desgracia.—Alfa, ella necesita esto. Puedes imponerle guardias cuando salga al jardín. Me encargaré de poner los mejores.Alfa Ace suspira. Sabe que Nicolás no se rendirá fácilmente.—Está bien. Asegúrate de que sea en la tarde, con la puesta de sol —ordena con la idea de estar libre para poder acompañarla, pero, claro, no le dirá esto a su beta.Nicolás asiente feliz.—Gracias, alfa. L
Los osos no tienen realeza. Son más manadas que los lobos, más individuales. Por lo tanto, si una manada es desairada, tendrán que lidiar con ello por sí solos. No tienen un rey que movilizará a todos los osos bajo una misma cresta, por así decirlo. Eso será un punto de ventaja para ellos.No es que vaya a usar otra manada para pagar por sus errores. Esa situación se va a resolver con la menor fuerza y bajas posibles. No tiene ningún interés en participar en una guerra.—No lo creo. En la información no se mencionaba nada relacionado con la manada.Asiente.—Eso es bueno. Todo lo que saben es que los lobos los atacaron. No creo que vayan al consejo sobrenatural por esto, no cuando tienen una Cámara de la Desesperación en funcionamiento en su manada. Tienen más que perder que nosotros.Y dado que Soraya es su compañera hacerle daño se consideraría un ataque directo contra él. Todos los lobos del Norte van a sentirse ofendidos por eso, independientemente de si Soraya es la ladrona o no.
Cuando la tarde cayo, Soraya intento no pensar en el futuro. Solo significa más dolor e incertidumbre.Deambulo un momento, dejando que el aire fresco de la tarde llene sus pulmones y que sus ojos vean todas las maravillas del jardín. La fuente de agua, los árboles, las flores de diversas variedades y colores brillantes, el césped verde.Estaba demasiada extasiada cuando beta Nicolás le dio la buenas noticias, solo que tendría guardias observándola desde lo lejos, y eso no le importa. Solo quiere disfrutar de la pequeña ocasión.Mientras termina su exploración del área, al final de la misma nota a una mujer que nunca había visto antes mirándola desde la distancia. Es alta y hermosa, con cabello rojo fuego y ojos azules. Su pelo está recogido en su cabeza en un peinado complejo y el oro de sus horquillas brilla en la luz. Está vestida con una chaqueta naranja brillante sobre una camiseta negra y pantalones ajustados junto con botas de combate. A su lado lleva una espada envainada atada
—Claro, ¿por qué no? —Después de unos segundos, Soraya se da por vencida.La brisa fresca agita los árboles que rodean el recinto del jardín de la casa de la manada y observan cómo los rayos del sol comienzan a suavizarse a medida que la tarde se transforma en noche. Es bastante tranquilo, más después de la tormenta que azotó el otro día.Al mirar a su invitada, Soraya no puede evitar notar lo fuera de lugar que parece Valencia allí, con su chaqueta brillante y su espada de aspecto letal.Está muy confundida con esa interacción. ¿Qué quiere de ella? Hasta ahora, ha sido civilizada. ¿Quién es? ¿Por qué está allí? Todo lo que sabía era su nombre y el de su manada.—Veo que estás a punto de estallar de preguntas —comenta Valencia con un deje de diversión curvando sus labios.«La diversión es una buena emoción. Diablos, cualquier emoción es buena siempre que no sea desprecio o repugnancia dirigida a mí» piensa para sua adentros Soraya.—Bueno, no todos los días alguien con una espada vien
—¿Has visto a Valencia? —pregunta Alfa Ace a su beta Nicolás, a quien encontró en su búsqueda, mientras revisaba los cañones de juegos en los muros de la casa de la manada—. No la encuentro por ningún lado.Desapareció después de charlar en su oficina —una reunión con algunos miembros de la manada—, y cuando regresó, no estaba a la vista en el interior de la casa. Al principio se preocupó, pero luego recordó que Valencia conocía los alrededores como la palma de su mano. No había forma de que se metiera en problemas si se perdía.Beta Nicolás se queda paralizado al oír eso. Poco a poco aparta su mirada incrédula del arma que lo apunta.—¿Valencia? ¿Valencia Everart, de la manada Galdine? -se estremece.—No te habías enterado, ¿verdad?—Claro que sí, no me había enterado. ¿Qué demonios está haciendo aquí? —Se cruza de brazos beta Nicolas—. ¡Ahora precisamente!—Ella vino a visitarnos después de enterarse de la muerte de Mia.Valencia Everart no es alguien a quien creyera volver a ver al
Para él, ella era la chica más hermosa del mundo.Y sería una gran luna para un alfa. Era todo eso y más.Sin embargo, cuando cumplieron dieciocho años, se descubrió que el compañero de Valencia era otro chico. Un chico que ni siquiera le gustaba. Un chico que era lo opuesto a todo lo que ella era. Alguien que no era él. Ella se había enfadado muchísimo por eso. En ese momento, no pudo encontrar fuerzas para culparla, porque le dolía lo que el destino había decidido para ellos.Quería que ella fuera su compañera más que nada, e incluso cuando esa esperanza se desperdició estaba demasiado enamorado de ella como para dejarla ir.Nunca pretendió ser un buen hombre, y no lo fue desde el principio. En todo caso, era un hombre egoísta.No estaban preparados para dejarse ir el uno al otro. Él no había encontrado a su pareja y ella odiaba a la suya, así que continuaron su relación, ahora en secreto. Se encontraban en el bosque, en habitaciones solitarias del campo de entrenamiento o se escabu