Donde siempre perteneció.

—Felicitaciones reina Helena, vas a tener un macho —anunció la partera.

Helena esbozó una amplia sonrisa.

King Ares ya lo dijo de todos modos, pero quería estar segura antes de creer. Ella había venido en secreto a ver a la partera al pueblo sin que él lo supiera para que él no se riera de ella cuando su especulación resultara cierta.

—Eso es genial —dijo riéndose.

Tenía los ojos pegados en la partera que revisaba su estómago abultado, donde estaba su cachorro acostado cómodamente en su útero.

—Tiene un ritmo cardíaco muy fuerte. Está muy sano. ¡Te queda un mes!

—Ya estoy cansada.

—Solo aguanta un poco más mi reina, pronto terminará. —La animó la vieja partera.

Ella cerró los ojos y asintió con la cabeza.

Pronto terminará.

Pronto, parecieron pasar mil años.

Mas tarde…

—Leo, tú te harás cargo por el resto del día. Yo me voy a mis aposentos.

—Son sólo las dos de la tarde.

—Lo sé, pero tengo que cuidar de mi hembra embarazada. Me matará si me quedo fuera hasta las cuatro de la tarde.

—Re
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