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Caesar condujo en completo silencio, yo no comenté nada, no quería escuchar su voz, ahora lo único que me preocupaba era mi papá, sabía que iba a castigarme.

— ¿Pequeña Chihuahua que pasa? estas muy callada — hablo Caesar.

Yo voltee a verlo de inmediato, como se atrevía este infeliz.

Me quite el cinturón de seguridad y empecé a golpearlo con los puños, Caesar empezó a protegerse con una de sus manos, mientras se reía.

— Voy a chocar por tu culpa — Grito.

Yo volví a sentarme y lo mire mal.

— ¿Que? — Me preguntó.

— Eres repugnante, un bastardo, viejo verde, te desprecio — Le dije con rabia.

— ¿Por qué pequeña Chihuahua? — Me preguntó.

Yo me quite el zapato y empecé a golpearlo en la espalda con el.

— ¡No me digas así! — Le grite.

— ¡Lo siento! — Dijo entre risas.

— Eres peligrosa — Me dijo.

Yo lo fulmine con la mirada.

— No te metas conmigo o te irá muy mal — Le advertí.

— ¿Mal en que sentido? Matarme dudo que lo hagas — Me dijo.

Me recosté en el asiento y mire por la ventanilla, prefería mirar a la nada que ver su vieja cara.

— Los chihuahuas son lindos — Me dijo.

Yo voltee a verlo, él estaba mirando a la carretera pero se le notaba que estaba sonriendo, podía ver su hoyuelo.

— No soy una puta mascota — Le dije con rabia.

— ¿Estás segura de eso? — Me preguntó.

Yo me quedé en silencio otra vez.

— Ese silencio dice mucho — Me dijo.

— Tu no sabes nada de mi vida, así que no te permito insinuar nada sobre ella — Le dije con rabia.

— No insinuó nada, solo opino sobre lo que tú papá dijo — me dijo

Él volteo a verme y me sonrió.

— ¿Quieres saber que dijo tu papá? — Me preguntó.

Yo lamí un poco mi labio inferior, quería saber pero a la vez no.

— No me interesa — Le dije.

Caesar sonrió.

— Te lo diré de todas formas — Me dijo con malicia.

— Es obvio que tu papá no te quiere, habla demasiado bien de ti, él está buscando al mejor postor para ti, aunque creo que te lanzaría a cualquiera que tenga algo de interés por ti, como por ejemplo, Félix — Me dijo.

Yo puse cara de desinterés.

— Eso ya lo sé, pensé que me dirías algo nuevo — Le dije.

Caesar dejo de sonreír.

— ¿no sientes feo? — Me preguntó.

Yo le sonreí.

— ¿sentiste feo cuando te enteraste que tú prometida te estaba poniendo el cuerno? — Le pregunté.

Caesar dejo mirarme de inmediato.

— ese silencio dice mucho — Le repetí las misma palabra que él me había dado no hace mucho.

— No tan feo como tú al saber que no te quieren en casa — Me respondió.

Yo agache la cabeza por un instante y después la subí.

— Me da igual, soy autosuficiente y no necesito de nadie para ser feliz — Le respondí.

— Todos necesitamos de alguien para ser feliz, así sea por un momento, así que no mientas y no te mientas, se te nota en la cara que eres infeliz en el lugar donde estas — Me dijo con seriedad.

— ¿Dejame adivinar, me sacaste de la capilla porqué me viste tan mal que querías ayudarme? — Le pregunté.

— No lo había pensado de esa manera, pero ahora me debes dos — Me dijo.

Yo abrí la boca un poco, quería decirle de todo, pero sería una perdida de tiempo.

— No voy a perder mi tiempo contigo, eres tan insoportable que es mejor ignorante — Le dije.

César me miró y sonrió.

— Te duele todo lo que te digo, solo acéptalo y te juro que no volvere a molestarte — Me dijo.

Yo jamas aceptaría algo asi, estaba loco este tipejo.

— Los ancianos y su manía de querer tener siempre la razón — Le dije.

— Estás a una palabra de ganarte un golpe por irrespetuosa — Me amenazó.

— ¿Una? — Le pregunté.

Caesar estiro la mano y me revolvió el cabello.

— ¡Idiota! — Le dije y aparte su mano de mi.

— Me diviertes, creo que te adoptaré, así no siento mucho la ausencia de Barbie — Me dijo.

— No soy una niña — Le dije.

— concuerdo contigo, era más como una mascota, una que se molesta con facilidad — Me dijo.

Yo le puse mala cara.

— jodete Caesar — Le dije ya con rabia.

— A eso me refiero, eres tan temperamental que es muy gracioso — Me dijo.

— Te voy a ignorar el resto del camino, así que no me hables más — Le dije y me recargue en la espalda del asiento del coche.

— ¿Pequeña Chihuahua de verdad no me hablaras? — Me preguntó.

Yo puse los ojos en blanco, este tipo de verdad es un inmaduro por completo.

— ¿A que animal piensas que te pareces? — Me preguntó.

— a un dragón de Komodo — Le respondí.

— Seamos realistas, tu no te pareces para nada a un enorme lagarto, eres muy pequeña y te vez angelical como para serlo, definitivamente eres un Chihuahua, de esos que tienen el cabello dorado — Me dijo.

— ¿Y tu a qué animal piensas que te pareces? — Le pregunté.

— A un dragón de Komodo — Me dijo.

Yo me rei, ¡que hombre tan copión por dios!

— ¡Claro que no! Tu eres tan molesto como un mosquito — Le dije.

— Tienes razón, me gusta chupar cosas — Me dijo.

Yo le di un golpe, que hombre tan vulgar.

— ¿por qué me pegas? — Me preguntó con el ceño fruncido.

— No me hables Caesar — Le dije y volví a mirar por la ventanilla, este tipo era un payaso.

— Te has molestado porque quieres, no he dicho nada malo — Me dijo.

— No me hables y date prisa, también tengo hambre — Le dije.

Ya que me iban a castigar, que más da disfrutar de una buena comida.

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