Esto eleva el alma de Hernán, borra de su mente sus desgracias, y lo llevan a besar con dulzura los labios de su amada.
—Mi corazón es tuyo, princesa, como jamás lo ha sido de nadie… —le responde, y en medio de otro beso y una última embestida, ambos reciben el clímax de forma arrolladora.Mientras que Elisa y Hernán disfrutan de sus cuerpos abrazados al otro tras una entrega ansiosa, en medio de la sala y el baile, Dolores invita a Pedro a bailar.—¡No, mujer! Ya estoy viejo para esto —le expresa.—¡Pero no estás viejo para ir a mi cama todas las noches como un adolescente urgido! ¿Verdad? —le reprocha ésta.Ante semejante manipulación, a Pedro no le queda otra opción que dejarse envolver por el deseo de su esposa. Y entre la música alegre, y los invitados comiendo, se transportan con el baile a los viejos tiempos.Al ver esto, Teresa quien come bizcocho, toma la mano de su hermana Martina, deseosa de poder ver una vez más al hombre que está cautivandoA las afueras del palacio minutos después de besos que no han parado más que en risas, Teresa siente una repentina presión en su pecho, así que se gira para darse cuenta de lo evidente.—¡Martina! —la llama.La mujer corre hacia el jardín y al no verla, Julián se apresura a ayudarla a buscar, pero el jardín es demasiado grande y lleva a muchas partes. Con ojos llorosos y la desesperación en su pecho, Teresa levanta su vestido para subir el escalón que la llevará a la entrada del palacio para buscar a su hermana dentro.—¡Teresa! —exclama Martina agitada, tomada de la mano del soldado ruborizado.La mayor de las Moguer corre para abrazar a su hermana y cuando la evalúa, se sorprende por su rostro sudado, su pecho agitado y ese rastro de paja en su cabello castaño.—¡Martina! —exclama sin creerlo mientras sacude su cabello, y le da una mirada de asombro a César.Entonces el soldado sonríe apenado y deja un beso delicado en la mano de la castaña, con la pr
Desde su habitación Antuam ve al príncipe salir y también sabe que Anna está fuera de su dormitorio, por lo que llevado por los celos y su amor egoísta, imagina que ambos deben estar juntos, por lo que decide poner en marcha su plan. Justo en el momento que se dispone a salir ve a la hermosa pelinegra regresando a su recámara. Sale apresuradamente y se topa con ella. Al ver a Antuam acercarse, la chica decide que es el momento perfecto para conversar con él, y dejar en claro sus sentimientos como amigos.—Tenemos que conversar duque. —¿Ocurre algo, Anna? —ella asiente.— Entonces entremos a su habitación, si alguien nos ve puede pensar muy mal sobre ti. Mientras conversan, escuchan los pasos en el pasillo. Antuam le propone a Anna.—Es el momento de poner en práctica el plan —dice y ella mueve su cabeza en aprobación. Rodrigo escucha las voces, reconoce la voz de su consejero ¿Está con Anna? La rabia y los celos hacen de él, una marioneta, por lo que
El príncipe Rodrigo aterrado se desliza hasta arriba de la cama para alejarse del Duque, y cuando Antuam quiere atraparlo, el príncipe sale de la cama y tomándolo por los bordes de su chaleco intenta hablarle lo más claro posible.—¡Mantente alejado de mí, desgraciado! ¡Aléjate de mí y de Anna! ¿Me has entendido?—Pero Rodrigo… —Lloriquea el Duque, sintiéndose tan estúpido por haber pensado que en algún momento el príncipe pudiera corresponderle—. ¡Yo, yo te amo!A Rodrigo le es imposible aceptar que todas las risas y momentos de complicidad que han vivido hayan sido para Antuam algo más que una amistad. Es algo que jamás en su vida pudo esperar. Mucho menos después de que éste le confesara que ha estado con Anna más de una vez, ¡parece una mala broma! ¡Debe ser la peor de las pesadillas! Se siente tan confundido y aturdido.—¡Aléjate! —grita una última vez el castaño, y suelta el cuerpo de Antuam para dejarlo caer en el piso e irse de allí.El Duque se queda en el suelo abrazado
—¿Qué pasó anoche? —le pregunta Anna mientras camina por el jardín del palacio real, cabizbaja, sosteniendo el brazo de Antuam. —¡Estoy seguro de que el príncipe no volverá a molestarte! —La pelinegra asiente, pero en el fondo de su corazón se instala una terrible sensación de miedo. ¿Era eso realmente lo que deseaba? Se pregunta a sí misma.—De igual manera, no creo que vuelva a molestarme, hoy mismo regreso con mi familia a casa. Ya no tengo nada que hacer en este lugar.—Te extrañaré, ya me estaba gustando el hecho de hacerme pasar por tu pretendiente. —Anna aplana los labios fingiendo una sonrisa breve y Antuam continúa hablando— Creo que es lo mejor, cuando se ama a alguien prohibido, lo recomendable es poner distancia. —aconseja a la chica asegurándose de que no vuelva a acercársele a Rodrigo. Ahora que éste sabe toda la verdad sobre sus sentimientos debe tener el campo libre para conquistarlo. En tanto, en la habitación de huéspedes, Dolores termina de arreglarse para baj
La mujer frunce el entrecejo, aquel hombre ya comenzaba a incomodarle, debía deshacerse de él. Ya sabía más de la cuenta.—¿Qué es eso que tienes que decirme? —lo interroga.—Es algo bastante delicado, reina. —contesta de forma evasiva.—Termina de una vez de decirme que es eso tan importante que debo saber.El hombre se aproxima a ella y en voz baja le comunica aquel secreto.—¡Qué estupidez es esa, Javier! —pregunta con enojo.— ¿De dónde sacas eso? —Yo mismo los oí conversando, su majestad. La esposa del herrero le decía que no volviera a repetirlo y él le dijo claramente que una de sus hijas, es suya. —¡No, no! Eso es imposible. —grita llevándose las manos a la cabeza— Eduardo me aseguró que mi hija había muerto durante el parto. —Pues le ha mentido, su hija está con los Moguer. —Vete, vete y déjame sola. ¡Eso no puede ser verdad! —exclama— Si ese malnacido me mintió, te juro que voy al mismo infierno y lo ahorco con mis propias manos. —gruñe iracunda— ¡Lárgate, ahora
En tanto, Josefa llega a la cocina, Dolores quien aguarda para entregar la encomienda de esa mañana, saluda a la empleada; ésta, ajetreada, toma de ambas asas, la pana de agua hirviendo. —¿Qué le ocurre Josefa? —pregunta Dolores, mientras coloca sobre la mesa, la cesta del pan que ha traído para el Rey Eduardo VI.—La reina está pariendo. —Le contesta ansiosa. —¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta de manera gentil.—¡Sí, Dolores! ¿Puedes traerme las toallas que están en ese armario, por favor? —le señala con la boca. —Sí, por supuesto. —Le responde, Dolores va hasta el armario, y ágilmente toma un lote de toallas blancas.La pelicastaña siempre ha sido una mujer servicial, por ello no duda en apoyarlas en aquella situación, eso y el hecho de que el Rey Eduardo VI siempre ha tenido un trato especial con ella por ser uno de sus principales clientes, el Rey adora el pan que la mujer prepara.En tanto, en la habitación, la reina puja con fuerza, aquel
Una hora después, la reina sale de su habitación y ordena que al cochero, quien recién acaba de regresar de la casa de los Moguer, a que aliste nuevamente el carruaje para volver a aquel lugar. Emma está decidida a saber aquella verdad, cueste lo que cueste, el deseo de venganza se apodera de ella por completo.Si Anna resultaba siendo su verdadera hija, Elisa pagaría las consecuencias de la traición de Dolores y su esposo, el herrero. Ahora todos conocerían quien era realmente la Reina Emma II y su nivel de maldad cuando la hieren.En cuanto la reina sale del Palacio, Hernán siente que algo grave debe estar ocurriendo, puede verlo en el rostro de su amante, sus facciones contraídas y mirada turbia, lo revelan; mas, también sabe que la reina no será capaz de decírselo, puesto que anoche han vuelto a discutir al no poder responderle sexualmente por segunda vez. Sin embargo, hay algo que lo preocupa mucho más y es el hecho de que después de haberse entregado con tanta pasión, Elisa
En cuanto Anna, hecha un mar de llanto llega al campo, sus hermanas la visualizan y sin cuestionar lo que sucede intentan consolarla. Teresa y Martina piensan que tal vez Anna escuchó algo sobre Rodrigo y Elisa, ¿estará embarazada la princesa? Se preguntan, pero no están cerca de la verdad que mata lentamente el corazón de la pelinegra.Martina propone ir al río para ir a bañarse como en los viejos tiempos, y aunque Anna no se encuentra muy animada, van hacia allá. Al llegar, los sentimientos de Anna chocan como las olas frías contra las rocas, al recordar su primera vez en todo con el príncipe. La primera vez que se vieron, la primera vez entregándose. Oh! Se siente la peor persona ante los ojos de Dios ¡Pues ha intimado con su propio hermano! Ella ama profundamente a Rodrigo, y lo desea con furor aunque ahora su vínculo familiar se impone mucho más moralmente.Su amor imposible ahora rebasa los límites. Y enfrentarse con eso es peor que incluso el hecho de ser hija de una mujer ta