El cochero y el capitán Finn bajan del carruaje en medio del camino para darle privacidad a los amantes para que puedan vestirse y prepararse, pues en unas horas llegarán al puerto español.Hans y María se ven a los ojos mientras se ayudan a cambiar entre sí y no pueden creer que realmente estén huyendo.Flashback.Hans se encontraba bastante inquieto y angustiado por todo el peso que caía sobre sus hombros.¿Debía traicionar por amor o morir por lealtad?Sabía que la vida con Anna no iba a estar llena de amor y que eso lo mataría lentamente, pues habiéndose casado con ella jamás podría volver a tocar a María. No. Él no podría hacerle eso a ninguna de las dos. No era justo.Así que tras llorar por la frustración, y ver a su amada a los ojos, pensó en sus padres, y encontró el valor.—Mi dulce María… —Puso las manos de ésta sobre su rostro, sintiendo su calidez—. ¿Recuerdas cuando te dije que las personas desdichadas tendrían su recompensa por haber sufrido tanto? —María asintió
Una vez que José ayuda a recoger el desastre, recuerda que la misma María le dio una carta para entregársela a Hernán, así que este se escabulle para buscar al mayordomo.—¡Don Hernán! ¿Qué le ha pasado? —cuestiona al entrar a la habitación de éste.Hernán le hace una seña, sintiéndose tan débil. Tiene tanto miedo de que Emma le haga algo a María después de todo lo que él ha hecho por ella.—El Doctor estaba por atenderme pero algo pasó con la reina, ¿la has visto? —dice sentándose en la cama.—Sí, don Hernán ¡Ella se ha desmayado después de un ataque de ira! Pero Don Hernán… En la madrugada la señorita María me hizo jurar que le daría esto sin que nadie más supiera…José le extiende una carta al mayordomo, y éste siente las lágrimas salir sin poder detenerlas aún sin leerla.—Gracias, José. Déjame solo por favor, juro que estaré bien…Ante aquello el ahora cocinero se va.En tanto, Hernán lee con tristeza la carta de despedida de su hija, la abraza con dolor. En ella sólo se
Desconcertado, toma la carta en sus manos. Y al pasar los segundos, las lágrimas caen por sus mejillas cuando la verdad se revela ante sus ojos con aquellas palabras. Se trata de Hernán, contándole lo que ocurrió hace años, cuando María estaba muy pequeña. La esposa de Hernán estaba embarazada, y su embarazo había estado lleno de complicaciones; al mismo tiempo, la reina Emma también lo estaba de su primer hijo, pero aquella noche en que ambas mujeres en diferentes camas daban a luz, sólo un bebé nació con vida, y sólo una madre sobrevivió.Flashback.—Hernán… —Emma lloraba, devastada por la perdida de su hijo—. Por favor… Eduardo volverá a abusar de mí en cuanto vuelva de su viaje si le digo que el bebé ha muerto ¡Él quiere un heredero! ¡Hernán! ¡Yo cuidaré de él! ¡Algún día será el Rey de la monarquía y tú siempre estarás allí para verlo! Puedes estar con él en cada momento Hernán ¡Ni a ti ni a tu hija María les faltará nada! ¡Te lo prometo, Hernán! Por favor… dame a tu bebé…H
El enfrentamiento con Rodrigo y la decepción por la traición de Juan Carlos hace mella en las fortaleza de Emma quien siempre había sabido manejarse emocionalmente y controlarlo todo. Mas, ahora se sentía tan vulnerable con todo lo que estaba pasando a su alrededor que de pronto su cuerpo comenzaba a pasarle factura. Estaba exhausta y su sistema inmunológico estaba siendo atacado por una virosis inusual, fiebre, congestión y un dolor en el cuerpo que no la dejaba dormir aunado a esto, dificultad para respirar. Las cortinas de su habitación permanecían cerradas al igual que las ventanas para evitar que entrara alguna ventisca y empeorara su situación.Angustia en su pecho y tristeza en su corazón era realmente el diagnóstico que el médico detectaría si para aquella época se hablase de ansiedad y depresión. Anna se ocupaba de estar con ella, de acompañarla y cuidarla. Ahora que Hernán no estaba y que María había huido con el príncipe Hans, encontrar personas de confianza era una tare
—¿Le darías una oportunidad a este amor, Emma? —ella lo mira fijamente, puede ver en sus ojos que no miente.Siempre había sido rígida en sus decisiones, una vez que tomaba una decisión no cambiaba de parecer. Era analítica e incluso intransigente consigo misma, pero eso no le había llevado a la felicidad, ni siquiera el tener el poder y la fortuna que poseía. Era el momento de pensar en lo que sentía y no en lo que debía hacer.—¿Qué me ofreces a cambio? —pregunta en tono pícaro.—Te doy a cambio mi vida, los mejores años de ella. Aunque no esté tan joven como antes. —Nada de eso me importa, para mí siempre serás aquel joven del que me enamoré mientras iba a tu habitación para llevarte la ropa que usarías en alguna celebración y te veía cambiarte frente a mí. —¿En serio me deseabas desde ese momento? —pregunta algo sonrojado.—¡Sí! —contesta parcamente mientras rodea con sus brazos su cuello y sus labios se unen a los suyos.Aquel deseo que había entre ellos, era tan intenso
—¡Estás hermosa Anna! —dice Martina mientras me ayuda con la larga cola del vestido que diseño para mi casamiento con Rodrigo. Es el vestido de novia más hermoso que he visto, toda una obra maestra de la alta costura, diseñado y confeccionado por mi hermana. El diseño es una sinfonía de encajes, bordados y pedrería, que resplandecen bajo la luz de las velas y los candelabros del salón principal del palacio. El vestido, tiene un corte clásico y elegante, presenta una falda voluminosa y una cola majestuosa que se despliega con gracia por el suelo del salón, añadiendo un toque de majestuosidad. El escote, adornado con encajes y detalles florales, realza la delicadeza de su cuello y hombros, mientras que las mangas largas y ajustadas añaden un toque de elegancia único.La ceremonia se lleva a cabo en el jardín del palacio real, quiero que mi pueblo esté presente en ese momento tan especial de mi vida, al igual que toda mi familia, los Moguer y los Fernández de Córdoba.
Justo en ese momento la puerta se abre, su mirada de sorpresa es simplemente mi mejor venganza. Ansiaba ver ese gesto en su rostro, llevarlo al mismo límite de sus emociones, las mismas que sentí yo, al saber de su traición. Sabía que le dolería ver que su mejor amigo y yo, estábamos juntos.Antuam se levanta tratando de darle explicaciones de lo que realmente no necesita ninguna aclaratoria. Lo miro fijamente y con frialdad le digo:—¡Somos amantes! —Rodrigo me lanza una mirada de desprecio, me sujeta de ambos brazos sacudiéndome con fuerza.—¿Cómo has podido, Anna? Antuam aprovecha el descuido de su gran amigo para escabullirse de la situación, mientras Rodrigo sale enardecido detrás de él, yo solo sonrió. Era lo único que esperaba. Me coloco el vestido sin apuros, con absoluta parsimonia. Aunque me encantaría saber que le está diciendo, prefiero disfrutar de aquel dulce sabor de la venganza. Salgo de la habitación y camino por el largo pasillo, como si nada hubiese ocurrido mi
A pesar de saber que el príncipe estaba allí, me armé de valor y le lancé una bofetada a aquel irrespetuoso hombre. "Mis hijas jamás deberán ser tratadas ni tocadas de una forma despectiva, porque aunque no tenemos una vida dentro del palacio, trabajamos para ellos honradamente, y eso nos hace valer", eran siempre las palabras de mi padre. —Su majestad... —El hombre bajó la mirada—. Esta plebeya ha osado a... —¿A qué? —le interrumpí—. Él empezó, su majestad... —aclaré, controlando mi humor, mientras hacía una corta reverencia para él. Este lucía igual de encantador como lo había visto horas antes, sólo que su rostro estaba serio, mientras veía al ayudante. —Creo que la señorita merece una disculpa —expresó, viendo por un breve momento mi vestido—. Mira lo que has hecho. —S-sí, lo siento su majestad... —A ella. El hombre me miró, obligado y con los ojos inyectados de sangre, entonces murmuró: —Disculpe, señorita. —Disculpa aceptada. Sonreí nerviosa cuando el prínci