—¡Estás hermosa Anna! —dice Martina mientras me ayuda con la larga cola del vestido que diseño para mi casamiento con Rodrigo. Es el vestido de novia más hermoso que he visto, toda una obra maestra de la alta costura, diseñado y confeccionado por mi hermana. El diseño es una sinfonía de encajes, bordados y pedrería, que resplandecen bajo la luz de las velas y los candelabros del salón principal del palacio. El vestido, tiene un corte clásico y elegante, presenta una falda voluminosa y una cola majestuosa que se despliega con gracia por el suelo del salón, añadiendo un toque de majestuosidad. El escote, adornado con encajes y detalles florales, realza la delicadeza de su cuello y hombros, mientras que las mangas largas y ajustadas añaden un toque de elegancia único.La ceremonia se lleva a cabo en el jardín del palacio real, quiero que mi pueblo esté presente en ese momento tan especial de mi vida, al igual que toda mi familia, los Moguer y los Fernández de Córdoba.
Justo en ese momento la puerta se abre, su mirada de sorpresa es simplemente mi mejor venganza. Ansiaba ver ese gesto en su rostro, llevarlo al mismo límite de sus emociones, las mismas que sentí yo, al saber de su traición. Sabía que le dolería ver que su mejor amigo y yo, estábamos juntos.Antuam se levanta tratando de darle explicaciones de lo que realmente no necesita ninguna aclaratoria. Lo miro fijamente y con frialdad le digo:—¡Somos amantes! —Rodrigo me lanza una mirada de desprecio, me sujeta de ambos brazos sacudiéndome con fuerza.—¿Cómo has podido, Anna? Antuam aprovecha el descuido de su gran amigo para escabullirse de la situación, mientras Rodrigo sale enardecido detrás de él, yo solo sonrió. Era lo único que esperaba. Me coloco el vestido sin apuros, con absoluta parsimonia. Aunque me encantaría saber que le está diciendo, prefiero disfrutar de aquel dulce sabor de la venganza. Salgo de la habitación y camino por el largo pasillo, como si nada hubiese ocurrido mi
A pesar de saber que el príncipe estaba allí, me armé de valor y le lancé una bofetada a aquel irrespetuoso hombre. "Mis hijas jamás deberán ser tratadas ni tocadas de una forma despectiva, porque aunque no tenemos una vida dentro del palacio, trabajamos para ellos honradamente, y eso nos hace valer", eran siempre las palabras de mi padre. —Su majestad... —El hombre bajó la mirada—. Esta plebeya ha osado a... —¿A qué? —le interrumpí—. Él empezó, su majestad... —aclaré, controlando mi humor, mientras hacía una corta reverencia para él. Este lucía igual de encantador como lo había visto horas antes, sólo que su rostro estaba serio, mientras veía al ayudante. —Creo que la señorita merece una disculpa —expresó, viendo por un breve momento mi vestido—. Mira lo que has hecho. —S-sí, lo siento su majestad... —A ella. El hombre me miró, obligado y con los ojos inyectados de sangre, entonces murmuró: —Disculpe, señorita. —Disculpa aceptada. Sonreí nerviosa cuando el prínci
El encantador perfume que recuerdo como si fuera ayer invade mis fosas nasales de inmediato cuando, al llegar a Elisa, este ha levantado la vista y se ha encontrado con la mía, y como un imán viene a mí.En el momento en que me sonríe ampliamente y hacemos una reverencia mutua, las piernas comienzan a temblarme. El príncipe Rodrigo me invita a tomar su mano, y cuando lo hago, siento cosquillas que comienzan a desplazarse desde la palma de mi mano, sin poder despegar mi mirada de la suya, ni al parecer él de la mía.Damos un paso adelante al ser pegada ligeramente a su cuerpo por sus firmes manos, y jadeo. Puedo sentir mi pecho retumbar junto al suyo cuando examina todo mi rostro ruborizado, y al darme una media vuelta para comenzar el baile, me susurra frente a frente:—Ni el amanecer más cálido y brillante se compara con tu belleza esta noche, Anna. Eres toda una hermosa señorita, mucho más encantadora de como recordaba.Su voz hace estragos en todo mi cuerpo, dejándome como el m
—Madre, no creo que debemos llegar a este extremo —es lo que dice Rodrigo.Anna se siente un poco más calmada cuando este aboga por ella, y los guardias de seguridad se detienen. No puede creer que por un simple mal entendido vayan a sacarla del palacio de esta manera. Se rehúsa a ser tratada de una forma tan indignante cuando el culpable de todo lo que ocurre es realmente el hombre que la reina ni siquiera se ha dignado a voltear a ver ni cuestionar la veracidad de su argumento.—¿Pero qué es lo que pasa contigo, Rodrigo? —cuestiona la reina Emma, indignada por la posición que está tomando su hijo—. ¿No ves que es una muchacha insolente y salvaje? ¡Me ha atacado! De ninguna manera permitiría que una como ella tenga el honor de ser tu esposa y la madre de mis nietos. Me sorprende que sea hija de los buenos Moguer, más bien parece hija de fieras salvajes. ¡Retante, sin modales e incontrolable! En el preciso momento en que la reina termina de hablar, la pelinegra, más que molesta ca
Luego de recibir aquella noticia tan maravillosa, Elisa salió sonriendo de felicidad del pequeño salón. Bajó las escaleras en busca de sus hermanas para darle la gran noticia. ¡Ella sería la esposa del príncipe y en consecuencia, la futura reina! Cuando la reina quedó a solas, sonrió de satisfacción. Había logrado vengarse de la insolente chica. Finalmente lo había conseguido. Se asomó a la ventana desde donde vio a las tres hermanas Moguer subir al pequeño carruaje. —¿Pensaste que sería fácil casarte con mi hijo y único heredero de esta monarquía? ¡Pobre tonta! —suspiró y corrió la cortina. Emma recordó aquella conversación con su fiel empleado hace tres años atrás…—Su majestad, su majestad —se aproximó a la reina, el hombre mostrándose indignado por el inconveniente que acababa de tener con Anna.—¿Por qué entras de esa manera a irrumpir en mi descanso? ¿Qué es lo que está ocurriendo? —preguntó de forma arisca.—El príncipe Rodrigo, me ha obligado a pedirle disculpas a la
—Anna, por favor cálmate… —Teresa me dice, pero mi cabeza quiere estallar por la injusticia que acaba de pasar.Acabo de darme cuenta que la Reina Emma, la que en algún momento en sueños imaginé podría ser mi suegra, hasta casi convertirse en mi segunda madre, es una persona falsa y bastante cruel. Le hizo creer a todos que la agredí al propósito, y no creyó nada de lo que le dije. Pero peor aún; el príncipe seguramente le creyó, porque no vino detrás de mí. No hizo nada para defenderme.¿Pero qué es lo que estoy esperando?, ¿Qué por un baile mágico y halagos encantadores hacia mí, Rodrigo rete a su madre para defenderme? Aunque la razón hubiera sido justa, estoy segura de que el amor hacia su madre puede más que, lo que vi en sus ojos, siente por mí, tanto como yo por él.—¿Podrías dejar de correr ya, Anna? ¡Me duelen los pies! —se queja Martina. Y es entonces me detengo en las afueras del gran palacio.Las lágrimas brotan sin parar, y el cochero de nuestro pequeño carruaje prepa
Elisa bajó del coche con la ayuda de Antuam, era increíble para él ver que apenas su equipaje fuese aquella vieja maleta. Estaba acostumbrado desde pequeño a vivir en opulencia, aunque no entendía mucho las razones de la Reina de querer casar a Rodrigo con aquella niña, en cierta manera prefería que fuese esa chica ingenua y no, Anna. La chica rubia entró a la mansión y fue conducida por el mayordomo hasta la habitación que ocuparía en tanto se llevaba a cabo la boda.—¡Acompáñeme Srta Elisa! —dijo el hombre de unos cuarenta años, apuesto, de cabello color cobre y ojos claros. La chica sonrió, su mirada se perdía en lo lujoso de aquel lugar. El hombre alto, de muy buen porte, caminaba delante de ella. Se detuvo, abrió la puerta y con un gesto caballeroso, le dijo:—¡Bienvenida a su dormitorio, señorita! —Elisa dio varios pasos y quedó asombrada al mirar en detalle aquella enorme habitación.—¡Oh por Dios! —se llevó las manos a la boca.— ¡Es hermosa! —El mayordomo sonrió.—Póng