Todos los capítulos de PASIÓN SECRETA "Lo prohibido de amar": Capítulo 1 - Capítulo 10
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El primer encuentro
Justo en ese momento la puerta se abre, su mirada de sorpresa es simplemente mi mejor venganza. Ansiaba ver ese gesto en su rostro, llevarlo al mismo límite de sus emociones, las mismas que sentí yo, al saber de su traición. Sabía que le dolería ver que su mejor amigo y yo, estábamos juntos.Antuam se levanta tratando de darle explicaciones de lo que realmente no necesita ninguna aclaratoria. Lo miro fijamente y con frialdad le digo:—¡Somos amantes! —Rodrigo me lanza una mirada de desprecio, me sujeta de ambos brazos sacudiéndome con fuerza.—¿Cómo has podido, Anna? Antuam aprovecha el descuido de su gran amigo para escabullirse de la situación, mientras Rodrigo sale enardecido detrás de él, yo solo sonrió. Era lo único que esperaba. Me coloco el vestido sin apuros, con absoluta parsimonia. Aunque me encantaría saber que le está diciendo, prefiero disfrutar de aquel dulce sabor de la venganza. Salgo de la habitación y camino por el largo pasillo, como si nada hubiese ocurrido mi
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¿Será qué?...
A pesar de saber que el príncipe estaba allí, me armé de valor y le lancé una bofetada a aquel irrespetuoso hombre. "Mis hijas jamás deberán ser tratadas ni tocadas de una forma despectiva, porque aunque no tenemos una vida dentro del palacio, trabajamos para ellos honradamente, y eso nos hace valer", eran siempre las palabras de mi padre. —Su majestad... —El hombre bajó la mirada—. Esta plebeya ha osado a... —¿A qué? —le interrumpí—. Él empezó, su majestad... —aclaré, controlando mi humor, mientras hacía una corta reverencia para él. Este lucía igual de encantador como lo había visto horas antes, sólo que su rostro estaba serio, mientras veía al ayudante. —Creo que la señorita merece una disculpa —expresó, viendo por un breve momento mi vestido—. Mira lo que has hecho. —S-sí, lo siento su majestad... —A ella. El hombre me miró, obligado y con los ojos inyectados de sangre, entonces murmuró: —Disculpe, señorita. —Disculpa aceptada. Sonreí nerviosa cuando el prínci
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El baile real
El encantador perfume que recuerdo como si fuera ayer invade mis fosas nasales de inmediato cuando, al llegar a Elisa, este ha levantado la vista y se ha encontrado con la mía, y como un imán viene a mí.En el momento en que me sonríe ampliamente y hacemos una reverencia mutua, las piernas comienzan a temblarme. El príncipe Rodrigo me invita a tomar su mano, y cuando lo hago, siento cosquillas que comienzan a desplazarse desde la palma de mi mano, sin poder despegar mi mirada de la suya, ni al parecer él de la mía.Damos un paso adelante al ser pegada ligeramente a su cuerpo por sus firmes manos, y jadeo. Puedo sentir mi pecho retumbar junto al suyo cuando examina todo mi rostro ruborizado, y al darme una media vuelta para comenzar el baile, me susurra frente a frente:—Ni el amanecer más cálido y brillante se compara con tu belleza esta noche, Anna. Eres toda una hermosa señorita, mucho más encantadora de como recordaba.Su voz hace estragos en todo mi cuerpo, dejándome como el m
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La Elegida
—Madre, no creo que debemos llegar a este extremo —es lo que dice Rodrigo.Anna se siente un poco más calmada cuando este aboga por ella, y los guardias de seguridad se detienen. No puede creer que por un simple mal entendido vayan a sacarla del palacio de esta manera. Se rehúsa a ser tratada de una forma tan indignante cuando el culpable de todo lo que ocurre es realmente el hombre que la reina ni siquiera se ha dignado a voltear a ver ni cuestionar la veracidad de su argumento.—¿Pero qué es lo que pasa contigo, Rodrigo? —cuestiona la reina Emma, indignada por la posición que está tomando su hijo—. ¿No ves que es una muchacha insolente y salvaje? ¡Me ha atacado! De ninguna manera permitiría que una como ella tenga el honor de ser tu esposa y la madre de mis nietos. Me sorprende que sea hija de los buenos Moguer, más bien parece hija de fieras salvajes. ¡Retante, sin modales e incontrolable! En el preciso momento en que la reina termina de hablar, la pelinegra, más que molesta ca
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Un sorpresivo anuncio
Luego de recibir aquella noticia tan maravillosa, Elisa salió sonriendo de felicidad del pequeño salón. Bajó las escaleras en busca de sus hermanas para darle la gran noticia. ¡Ella sería la esposa del príncipe y en consecuencia, la futura reina! Cuando la reina quedó a solas, sonrió de satisfacción. Había logrado vengarse de la insolente chica. Finalmente lo había conseguido. Se asomó a la ventana desde donde vio a las tres hermanas Moguer subir al pequeño carruaje. —¿Pensaste que sería fácil casarte con mi hijo y único heredero de esta monarquía? ¡Pobre tonta! —suspiró y corrió la cortina. Emma recordó aquella conversación con su fiel empleado hace tres años atrás…—Su majestad, su majestad —se aproximó a la reina, el hombre mostrándose indignado por el inconveniente que acababa de tener con Anna.—¿Por qué entras de esa manera a irrumpir en mi descanso? ¿Qué es lo que está ocurriendo? —preguntó de forma arisca.—El príncipe Rodrigo, me ha obligado a pedirle disculpas a la
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Una triste despedida
—Anna, por favor cálmate… —Teresa me dice, pero mi cabeza quiere estallar por la injusticia que acaba de pasar.Acabo de darme cuenta que la Reina Emma, la que en algún momento en sueños imaginé podría ser mi suegra, hasta casi convertirse en mi segunda madre, es una persona falsa y bastante cruel. Le hizo creer a todos que la agredí al propósito, y no creyó nada de lo que le dije. Pero peor aún; el príncipe seguramente le creyó, porque no vino detrás de mí. No hizo nada para defenderme.¿Pero qué es lo que estoy esperando?, ¿Qué por un baile mágico y halagos encantadores hacia mí, Rodrigo rete a su madre para defenderme? Aunque la razón hubiera sido justa, estoy segura de que el amor hacia su madre puede más que, lo que vi en sus ojos, siente por mí, tanto como yo por él.—¿Podrías dejar de correr ya, Anna? ¡Me duelen los pies! —se queja Martina. Y es entonces me detengo en las afueras del gran palacio.Las lágrimas brotan sin parar, y el cochero de nuestro pequeño carruaje prepa
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El despertar de Elisa
Elisa bajó del coche con la ayuda de Antuam, era increíble para él ver que apenas su equipaje fuese aquella vieja maleta. Estaba acostumbrado desde pequeño a vivir en opulencia, aunque no entendía mucho las razones de la Reina de querer casar a Rodrigo con aquella niña, en cierta manera prefería que fuese esa chica ingenua y no, Anna. La chica rubia entró a la mansión y fue conducida por el mayordomo hasta la habitación que ocuparía en tanto se llevaba a cabo la boda.—¡Acompáñeme Srta Elisa! —dijo el hombre de unos cuarenta años, apuesto, de cabello color cobre y ojos claros. La chica sonrió, su mirada se perdía en lo lujoso de aquel lugar. El hombre alto, de muy buen porte, caminaba delante de ella. Se detuvo, abrió la puerta y con un gesto caballeroso, le dijo:—¡Bienvenida a su dormitorio, señorita! —Elisa dio varios pasos y quedó asombrada al mirar en detalle aquella enorme habitación.—¡Oh por Dios! —se llevó las manos a la boca.— ¡Es hermosa! —El mayordomo sonrió.—Póng
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Un milagro
Rodrigo se siente ansioso y bastante asfixiado dentro del nuevo traje color vino que ha mandado a confeccionar su madre, en conjunto con otros muchos, antes de que incluso hablaran sobre la fiesta para anunciar a la elegida. Y no. No se siente así porque el traje esté ajustado, es más, le queda suelto en algunas partes; es sólo que la idea de que mañana se llevará a cabo su matrimonio con Elisa, y casi peor aún: que se encuentra a tan sólo unos minutos de ver a la familia Moguer, lo tiene desesperado. Pues Anna, la tenaz chica, no ha dejado de aparecerse en sus más hermosos sueños, ni con ese carácter que él sabe que ella tiene.Antuam le ayuda a ajustar su chaqueta, y al verse ambos a la cara, su amigo sonríe.—¿Qué?, ¿crees que podría salir corriendo ahora?—No —Antuam le dice, y pasa sus manos por los hombros de este pretendiendo perfeccionar esa zona—. Mejor escapa mañana, así le das más drama a este reino aburrido.—Amigo mío… —Rodrigo sacude la cabeza sonriendo y juntos sale
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Confesión de amor
Ya instalados en una de las habitaciones más grandes del palacio, después de que toda la familia se sorprendiera por lo hermoso y ostentoso del lugar, se encuentran alrededor de la cama. Es la señora Dolores quien se dedica a ponerle compresas mojadas a su esposo en todo el cuerpo para aliviar su picazón. Pronto Martina y Teresa se quedan dormidas en el gran sofá, mientras que Anna le pide a su madre que descanse y ella se encargará.—¿A qué podría ser alérgico? —pregunta Pedro hacia su hija, en el momento en que Dolores se queda dormida junto a él.Entonces Anna acaricia su mejilla roja, llena de lo que parecen picadas, y sonríe.—Al parecer eres alérgico a la reina, padre.Ambos ríen en baja voz, y luego suspiran.—Disculpa por mi arrebato, Anna. Sé que es difícil para ti estar de nuevo en este palacio. Ayer te viste muy afectada.—Ay, padre. No te preocupes… Estoy bien. Solo quiero que Elisa sea feliz. Después de todo, no tiene relevancia todo lo que pasó anoche. La reina a
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La boda
La mañana siguiente llega mucho más rápido para aquellos que no conciliaron el sueño, como una Elisa ansiosa.—¿Seguro que te encuentras bien, padre? —le cuestiona.Pedro sonríe nostálgico, al saber que esa pequeña niña ya no será igual, así que extiende sus brazos ante la mirada de todas las demás y la abraza, con fuerza.—Parece que todo ha resultado. Estoy listo para prepararme, hija, y ofrecerle una disculpa a la reina. —contesta convencido de que es algo que debe hacer por el bien de su pequeña hija y de su familia.Anna se queda sorprendida por esto, porque ahora que su padre se ha resignado ella no tendrá en quién apoyarse; pero sonríe para Elisa quien la mira también insegura de si debe devolverle la sonrisa o no.—Tonta, ¡ya eres una princesa! —Martina le dice a Elisa, y corta las palabras de Anna.—Señorita Elisa, debemos seguir con el protocolo —le anuncia María.—¡Ay ya sé! ¡Ya sé! ¡Me voy a casar! —grita emocionada, y toda su familia se conmociona—. ¡Me voy a casar
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