La mañana siguiente llega mucho más rápido para aquellos que no conciliaron el sueño, como una Elisa ansiosa.—¿Seguro que te encuentras bien, padre? —le cuestiona.Pedro sonríe nostálgico, al saber que esa pequeña niña ya no será igual, así que extiende sus brazos ante la mirada de todas las demás y la abraza, con fuerza.—Parece que todo ha resultado. Estoy listo para prepararme, hija, y ofrecerle una disculpa a la reina. —contesta convencido de que es algo que debe hacer por el bien de su pequeña hija y de su familia.Anna se queda sorprendida por esto, porque ahora que su padre se ha resignado ella no tendrá en quién apoyarse; pero sonríe para Elisa quien la mira también insegura de si debe devolverle la sonrisa o no.—Tonta, ¡ya eres una princesa! —Martina le dice a Elisa, y corta las palabras de Anna.—Señorita Elisa, debemos seguir con el protocolo —le anuncia María.—¡Ay ya sé! ¡Ya sé! ¡Me voy a casar! —grita emocionada, y toda su familia se conmociona—. ¡Me voy a casar
Luego de que la reina, lograra interrumpir la conversación de Rodrigo con Anna, Antuam se acerca a la pelinegra y la invita a dar un corto paseo por el jardín. Aunque el príncipe no le había confesado sus sentimientos hacia aquella chica, él conoce perfectamente a su amigo y siente que éste se estaba enamorando de aquella plebeya.—¿Me acompaña a dar un paseo? —le pregunta, ofreciendo su brazo. Anna mira a sus dos hermanas y ellas entre risas pícaras, asienten. —¡Sí, por supuesto! —se enlaza a su brazo y sale acompañada del apuesto joven.—Veo que es usted una chica bastante madura para su edad —Ella lo observa confundida sin entender claramente su comentario. Hasta donde recuerda no ha tenido platica alguna con él. No obstante prefiere seguirle la corriente, tal vez, Rodrigo le haya hablado sobre ella.— Eso lo he notado en algunas de sus actitudes, cualquier chica habría hecho un berrinche al ver que el príncipe no la escogió. —Jamás actuaría de esa manera, en primer lugar porq
Mientras tanto en el palacio real, María en compañía de una de las criadas termina de arreglar el dormitorio matrimonial para la consumación de amor de la nueva pareja. Una vez que todo queda prolijamente arreglado, va por la princesa para llevarla hasta su nueva habitación. Elisa, en su habitación, se prepara para lo que será su luna de miel con el príncipe Rodrigo. El momento en que finalmente pasará de ser una niña a convertirse en mujer. Aunque desconoce mucho sobre esos temas, sabe que debe cumplir con su deber como esposa del príncipe. Se coloca el camisón azul y peina su larga y rubia cabellera. María toca a su puerta, ella le contesta:—¡Puede pasar! —con su peculiar tono agudo y melódico. La criada abre la puerta, entra y se aproxima a ella.—Su majestad, vengo a buscarla para llevarla a su nueva habitación.—¿Mi nueva habitación? —pregunta con asombro. —Sí, su majestad, la habitación real. La chica deja a un lado el cepillo y camina junto a la empleada para dirigi
Se escucha un estruendoso trueno y la lluvia sigue cayendo, en el momento en que Antuam baja del carruaje y con pasos apresurados se dirige a la humilde casa de los Moguer para tocar la puerta.Es Anna, quien desvelada por sus sentimientos y un buen libro, abre la puerta, encontrando la sorpresa de la visita a estas horas de la noche. La cara del hombre le indica que algo malo pasó, así que se desespera.—¿Es Elisa?, ¿qué ha ocurrido, duque? ¡Dígame ya!—¡Elisa! ¿Elisa? —Llega Pedro ante el alboroto—. ¿Qué le pasó a mi hija?El Duque y consejero del príncipe comienza a explicarles con todo el pesar.—La princesa Elisa Fernández de Córdoba ha sufrido un accidente.*** Luego de la discusión que Elisa tuvo con el príncipe, salió enojada y decidió dar una vuelta a caballo; repentinamente comenzó a llover y el animal asustado por los truenos que emitía el oscuro cielo, comenzó a correr a gran velocidad. Por más que Elisa intentó controlarlo y llevarlo por un lado seguro, el caballo
Al girar la cabeza, Anna observa que es la reina quien ha vuelto a la habitación. Por segunda vez se encuentran a solas y frente a frente. Aún así con un gesto amable le informa sobre la salud de su pequeña hermana.—Despertará pronto, su majestad.—Eso espero —expresa la mujer en tono de advertencia—. No quiero que te aproveches de esta situación para correr a los brazos de mi hijo. Él se encuentra muy afectado por el accidente de su esposa, y su vulnerabilidad puede llevarlo a hacer cosas que no le convienen.Anna casi muerde su propia lengua, aprieta sus labios y respira profundo, porque debe mantener el control. Esta mujer además de llamarla insolente, salvaje y mentirosa, cree que ella es realmente capaz de aprovecharse de algo como esto.—Perdone, su majestad, pero usted ha educado a un buen hijo, ¿no es así? Así que pídale que deje de buscarme. Está casado con mi hermana ahora. Debe respetarla a ella y a su compromiso.—¡Mi hijo sería incapaz de serle infiel a su esposa!
Antuam se aparta de Anna con intención de que su amigo, no vea en él una amenaza, sino que sus dudas se ciernan sobre la pelinegra.—¿Cómo se encuentra la princesa, su majestad? —pregunta y Rodrigo sólo mueve la cabeza con desconcierto. —El doctor acaba de llegar ¿Podrías ir y alcanzarlo, por favor? —le ordena a su amigo, quien rápidamente va hasta el final del pasillo. Anna apenas baja el rostro y regresa a la habitación de su hermana. Rodrigo piensa en detenerla, pero termina desistiendo al ver que la silueta del médico se aproxima junto a su consejero.—Buenas tardes, su majestad. Vine lo más rápido que pude ¿Cómo sigue la princesa? —¡Qué bueno que ha venido, doctor! Ella no está nada bien, dice que no puede mover las piernas. El médico entra a la habitación en compañía de Rodrigo y pide a todos retirarse, mientras se ocupa en revisar a la paciente. Anna es la primera en salir junto a la criada, detrás de ellas, viene el príncipe, acompañado de Antuam. Anna se detiene y s
—Duque… —dice Anna, aliviada de que no sea Rodrigo.Antuam ve sus ojos y su tristeza. Ella es un mar de lágrimas y el hombre no puede evitar sentir en el fondo pena por la joven, así que extiende sus brazos y la pelinegra, sin saber si eso sería bueno o malo, toma el consuelo en un abrazo.—¿Puedo saber qué le ocurre, señorita Anna?—¡Es mi hermana, Duque! ¡Ha quedado paralítica y eso me destroza! ¡Es una tragedia! —le cuenta, en vista de que sabe que no puede decirle toda la verdad—. Lo siento, estoy mojando su traje… —se disculpa, apartándose de él.Sin embargo, Antuam siente la presencia de Rodrigo aunque no lo ve, ¿y cómo no hacerlo? Si lo conoce tanto. Entonces toma las manos de Anna, las besa y limpia con cuidado su rostro.—Un caballero jamás se molestaría por eso… —le dice. Anna sonríe entre su tristeza, y este vuelve a hablar—. ¿Qué le parece si vamos a caminar?Anna asiente porque la verdad es que necesita espacio y no estar cerca ni del príncipe ni de su hermana para
Después de que la reina parte, en el palacio se siente un aura diferente. Aunque a algunos se les dificulte encontrar paz incluso sin la presencia de la imponente reina. Uno de ellos es el mismo príncipe Rodrigo, durante la cena, absolutamente solo en la gran mesa, le cuesta hasta masticar.Elisa solo ha llorado en todo el día. Él quiso consolarla, pero la verdad es que nadie tiene palabras para hacerla sentir mejor. Él no se siente tampoco mejor. Se siente muy culpable, y comienza a detestarse por el hecho de tener más a Anna en sus pensamientos que a su propia esposa paralítica. Pero es que no la ama, no puede mentirse. Además de no la ama, tampoco tiene interés de conocerla, pero se propone, mientras piensa solo en ese gran espacio, que hará lo posible por hacerla sentir que a él de verdad le importa. Tal vez así la muchacha que antes brillaba de ilusión, pueda volver a sonreír.—María… —llama a la sirviente de su esposa cuando la ve pasar por la sala—. ¿Ha querido comer algo?