Luego de recibir aquella noticia tan maravillosa, Elisa salió sonriendo de felicidad del pequeño salón. Bajó las escaleras en busca de sus hermanas para darle la gran noticia. ¡Ella sería la esposa del príncipe y en consecuencia, la futura reina!
Cuando la reina quedó a solas, sonrió de satisfacción. Había logrado vengarse de la insolente chica. Finalmente lo había conseguido. Se asomó a la ventana desde donde vio a las tres hermanas Moguer subir al pequeño carruaje.—¿Pensaste que sería fácil casarte con mi hijo y único heredero de esta monarquía? ¡Pobre tonta! —suspiró y corrió la cortina.Emma recordó aquella conversación con su fiel empleado hace tres años atrás…—Su majestad, su majestad —se aproximó a la reina, el hombre mostrándose indignado por el inconveniente que acababa de tener con Anna.—¿Por qué entras de esa manera a irrumpir en mi descanso? ¿Qué es lo que está ocurriendo? —preguntó de forma arisca.—El príncipe Rodrigo, me ha obligado a pedirle disculpas a la hija del herrero. —contestó jadeante.—¿Cómo dices? —frunció el entrecejo.—La hija del herrero vino a traer el pan y cuando quise pagarle, insinuó que su majestad quería robarle y no darle el pago debido por la mercancía. Como su fiel empleado intenté confrontarle y hacerle pagar tal afrenta, pero él príncipe llegó justo en ese momento, dándole toda el apoyo a esa plebeya.La reina enarcó su ceja izquierda como un gesto de desacuerdo con el comportamiento de su hijo.—¿Dices que mi hijo te desautorizó frente a esa joven?—¡Sí, su majestad! —bajó el rostro para esperar la reacción de enojo de la reina, luego levantó la mirada— Nunca lo vi tan interesado en defender a alguien como a esa rebelde joven. —con cierta intención perniciosa, agregó— Podría asegurar que se conocen desde antes y tienen algún tipo de relación.La reina se llenó de ira con sólo la idea de imaginar que su hijo terminara enamorado de una joven cuyo estatus social era inferior al suyo. En ese primer momento, se ocupó de mandar a uno de sus guardias a vigilar a los Moguer y recibir toda la información necesaria a cerca de las cuatro jóvenes.Estudió desde ese entonces, sobre cada una de ellas, su carácter y su reputación, saliendo a resaltar la disonante conducta de Anna, quien no sólo era distinta a sus otras tres hermanas, sino que además era muy bella, inteligente, avanzada para la época y en consecuencia rebelde a su manera de ser. Una combinación que no era aconsejable en lo absoluto para ella.Inicialmente la idea de su esposo, el Rey Eduardo VI, quien había muerto en extrañas circunstancias, era que Rodrigo se casara con la princesa Marie de la monarquía francesa con intenciones de unir ambos reinos y lograr el dominio de ambos países. Pero, a diferencia de este, la reina Emma II, veía que un tipo de matrimonio como ese sólo resultaría al final un reinado compartido; y siendo ambiciosa como era, prefería enfrentarse a los franceses y lograr ser ella junto al rey, los únicos en controlar y dominar esa región europea. “Sí puedes tenerlo todo, por qué conformarte con sólo un poco” ese era el lema de la fría, calculadora y fuerte mujer.Fue entonces cuando ideó el plan de casar a su hijo, con una mujer que se convirtiera en una esposa sumisa, la cual podría manejar a su antojo, además de hacer crecer su dinastía.Escuchó las trompetas sonar en el salón principal; había llegado el momento de anunciar a la elegida. Salió entonces del pequeño salón y fue hasta el área principal donde se encontraban reunidos los invitados a la gran noche en la que daría a conocer el nombre de la prometida del príncipe Rodrigo.En el salón principal del imponente palacio real, la Reina Emma II se encuentra de pie frente a una multitud expectante, con la mirada serena y la voz firme. El silencio se apodera de la sala, mientras los nobles y cortesanos aguardaban con ansias la tan esperada noticia.Con un gesto majestuoso, la Reina alza la mano y anuncia solemnemente:—Es un honor para mí y para el reino, anunciar que la elegida para desposar a mi hijo, el príncipe Rodrigo, es la encantadora y noble dama, Elisa Moguer.Un murmullo de sorpresa y admiración recorrió la sala, mientras todos los presentes dirigían sus miradas hacia la joven que se erguía junto al príncipe, radiante de felicidad y emoción.El brillo en los ojos de Elisa reflejaba su asombro y gratitud por la elección de la Reina, mientras que el príncipe Rodrigo miraba atónito y sorprendido a su madre. La Reina Emma II continúa su discurso, elogiando las virtudes y cualidades de Elisa y expresando su confianza en que la joven será no sólo una futura reina digna y amada por el pueblo, sino una mujer cuya reputación es idónea para ser la madre de sus nietos.El ambiente se llena de aplausos y felicitaciones, y la alegría y el júbilo inundan la sala en celebración de la feliz noticia. El brillo de la luz de la luna que se filtra por las ventanas doradas parece iluminar aún más la belleza y la grandeza del momento, creando una atmósfera de magia y emoción que envuelve a la hermosa chica.La Reina Emma II, con una sonrisa de satisfacción en los labios, observa la escena con orgullo y alegría, sabiendo que había tomado la decisión correcta para el futuro de su hijo y del reino. En ese instante, el destino de Elisa y el príncipe Rodrigo estaba siendo sellado, y el amor y la esperanza florece en los corazones de todos sus súbditos, auguran un futuro lleno de promesas y felicidad para la joven pareja.Sin embargo, el único que no parecía del todo feliz con aquella noticia, era precisamente el príncipe Rodrigo ¡Debía casarse con Elisa, la hermana de la mujer que realmente amaba! Aquello provoca una mezcla de emociones tumultuosas en su interior. Al principio, la sorpresa y confusión se reflejan en su rostro, mientras intenta procesar la impactante revelación.El príncipe Rodrigo siente una punzada de dolor y desilusión al darse cuenta de que sus esperanzas de casarse con la mujer que ama, Anna, se desvanecen en ese momento. Sus ojos buscan a Anna entre la multitud, sin hallarla, lo cual aumenta su angustia y su sensación de injusticia.A medida que la realidad de la situación se asienta en su mente, el príncipe Rodrigo lucha por contener sus emociones y mantener la compostura frente a los presentes en la sala. Por un lado, siente el peso de la responsabilidad y el deber hacia su familia y su reino, sabiendo que debe cumplir con las expectativas y aceptar el compromiso con Elisa.Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, la llama del amor por Anna sigue ardiendo con intensidad, alimentando su conflicto interno y desgarrándolo entre el deber y los deseos del corazón. La sensación de sacrificio y resignación se apodera de él, mientras lucha por encontrar una forma de reconciliar su lealtad hacia su familia con sus sentimientos por Anna.Miles preguntan invaden su mente en ese preciso momento:¿Cómo podría decirle a Anna que debía casarse con su propia hermana sin destrozarle las esperanzas que él mismo, minutos atrás había sembrado en su corazón? ¿Cómo lograría olvidarse de sus sentimientos por ella y aquel deseo que ardía dentro de su pecho cuando estaba frente a ella? ¿Podría vivir ocultando, incluso a su futura esposa, lo que realmente sentía por Anna?A pesar de su dolor y su pesar, el príncipe Rodrigo se esfuerza por mantener la compostura y aceptar su destino con dignidad y honor, sabiendo que su deber como príncipe y futuro rey requiere sacrificios y decisiones difíciles. En su mirada se refleja la lucha interna y la tristeza de un hombre atrapado entre el deber y el deseo, mientras se prepara para enfrentar un futuro incierto y lleno de desafíos, sin la mujer que su corazón había elegido para amar.—Anna, por favor cálmate… —Teresa me dice, pero mi cabeza quiere estallar por la injusticia que acaba de pasar.Acabo de darme cuenta que la Reina Emma, la que en algún momento en sueños imaginé podría ser mi suegra, hasta casi convertirse en mi segunda madre, es una persona falsa y bastante cruel. Le hizo creer a todos que la agredí al propósito, y no creyó nada de lo que le dije. Pero peor aún; el príncipe seguramente le creyó, porque no vino detrás de mí. No hizo nada para defenderme.¿Pero qué es lo que estoy esperando?, ¿Qué por un baile mágico y halagos encantadores hacia mí, Rodrigo rete a su madre para defenderme? Aunque la razón hubiera sido justa, estoy segura de que el amor hacia su madre puede más que, lo que vi en sus ojos, siente por mí, tanto como yo por él.—¿Podrías dejar de correr ya, Anna? ¡Me duelen los pies! —se queja Martina. Y es entonces me detengo en las afueras del gran palacio.Las lágrimas brotan sin parar, y el cochero de nuestro pequeño carruaje prepa
Elisa bajó del coche con la ayuda de Antuam, era increíble para él ver que apenas su equipaje fuese aquella vieja maleta. Estaba acostumbrado desde pequeño a vivir en opulencia, aunque no entendía mucho las razones de la Reina de querer casar a Rodrigo con aquella niña, en cierta manera prefería que fuese esa chica ingenua y no, Anna. La chica rubia entró a la mansión y fue conducida por el mayordomo hasta la habitación que ocuparía en tanto se llevaba a cabo la boda.—¡Acompáñeme Srta Elisa! —dijo el hombre de unos cuarenta años, apuesto, de cabello color cobre y ojos claros. La chica sonrió, su mirada se perdía en lo lujoso de aquel lugar. El hombre alto, de muy buen porte, caminaba delante de ella. Se detuvo, abrió la puerta y con un gesto caballeroso, le dijo:—¡Bienvenida a su dormitorio, señorita! —Elisa dio varios pasos y quedó asombrada al mirar en detalle aquella enorme habitación.—¡Oh por Dios! —se llevó las manos a la boca.— ¡Es hermosa! —El mayordomo sonrió.—Póng
Rodrigo se siente ansioso y bastante asfixiado dentro del nuevo traje color vino que ha mandado a confeccionar su madre, en conjunto con otros muchos, antes de que incluso hablaran sobre la fiesta para anunciar a la elegida. Y no. No se siente así porque el traje esté ajustado, es más, le queda suelto en algunas partes; es sólo que la idea de que mañana se llevará a cabo su matrimonio con Elisa, y casi peor aún: que se encuentra a tan sólo unos minutos de ver a la familia Moguer, lo tiene desesperado. Pues Anna, la tenaz chica, no ha dejado de aparecerse en sus más hermosos sueños, ni con ese carácter que él sabe que ella tiene.Antuam le ayuda a ajustar su chaqueta, y al verse ambos a la cara, su amigo sonríe.—¿Qué?, ¿crees que podría salir corriendo ahora?—No —Antuam le dice, y pasa sus manos por los hombros de este pretendiendo perfeccionar esa zona—. Mejor escapa mañana, así le das más drama a este reino aburrido.—Amigo mío… —Rodrigo sacude la cabeza sonriendo y juntos sale
Ya instalados en una de las habitaciones más grandes del palacio, después de que toda la familia se sorprendiera por lo hermoso y ostentoso del lugar, se encuentran alrededor de la cama. Es la señora Dolores quien se dedica a ponerle compresas mojadas a su esposo en todo el cuerpo para aliviar su picazón. Pronto Martina y Teresa se quedan dormidas en el gran sofá, mientras que Anna le pide a su madre que descanse y ella se encargará.—¿A qué podría ser alérgico? —pregunta Pedro hacia su hija, en el momento en que Dolores se queda dormida junto a él.Entonces Anna acaricia su mejilla roja, llena de lo que parecen picadas, y sonríe.—Al parecer eres alérgico a la reina, padre.Ambos ríen en baja voz, y luego suspiran.—Disculpa por mi arrebato, Anna. Sé que es difícil para ti estar de nuevo en este palacio. Ayer te viste muy afectada.—Ay, padre. No te preocupes… Estoy bien. Solo quiero que Elisa sea feliz. Después de todo, no tiene relevancia todo lo que pasó anoche. La reina a
La mañana siguiente llega mucho más rápido para aquellos que no conciliaron el sueño, como una Elisa ansiosa.—¿Seguro que te encuentras bien, padre? —le cuestiona.Pedro sonríe nostálgico, al saber que esa pequeña niña ya no será igual, así que extiende sus brazos ante la mirada de todas las demás y la abraza, con fuerza.—Parece que todo ha resultado. Estoy listo para prepararme, hija, y ofrecerle una disculpa a la reina. —contesta convencido de que es algo que debe hacer por el bien de su pequeña hija y de su familia.Anna se queda sorprendida por esto, porque ahora que su padre se ha resignado ella no tendrá en quién apoyarse; pero sonríe para Elisa quien la mira también insegura de si debe devolverle la sonrisa o no.—Tonta, ¡ya eres una princesa! —Martina le dice a Elisa, y corta las palabras de Anna.—Señorita Elisa, debemos seguir con el protocolo —le anuncia María.—¡Ay ya sé! ¡Ya sé! ¡Me voy a casar! —grita emocionada, y toda su familia se conmociona—. ¡Me voy a casar
Luego de que la reina, lograra interrumpir la conversación de Rodrigo con Anna, Antuam se acerca a la pelinegra y la invita a dar un corto paseo por el jardín. Aunque el príncipe no le había confesado sus sentimientos hacia aquella chica, él conoce perfectamente a su amigo y siente que éste se estaba enamorando de aquella plebeya.—¿Me acompaña a dar un paseo? —le pregunta, ofreciendo su brazo. Anna mira a sus dos hermanas y ellas entre risas pícaras, asienten. —¡Sí, por supuesto! —se enlaza a su brazo y sale acompañada del apuesto joven.—Veo que es usted una chica bastante madura para su edad —Ella lo observa confundida sin entender claramente su comentario. Hasta donde recuerda no ha tenido platica alguna con él. No obstante prefiere seguirle la corriente, tal vez, Rodrigo le haya hablado sobre ella.— Eso lo he notado en algunas de sus actitudes, cualquier chica habría hecho un berrinche al ver que el príncipe no la escogió. —Jamás actuaría de esa manera, en primer lugar porq
Mientras tanto en el palacio real, María en compañía de una de las criadas termina de arreglar el dormitorio matrimonial para la consumación de amor de la nueva pareja. Una vez que todo queda prolijamente arreglado, va por la princesa para llevarla hasta su nueva habitación. Elisa, en su habitación, se prepara para lo que será su luna de miel con el príncipe Rodrigo. El momento en que finalmente pasará de ser una niña a convertirse en mujer. Aunque desconoce mucho sobre esos temas, sabe que debe cumplir con su deber como esposa del príncipe. Se coloca el camisón azul y peina su larga y rubia cabellera. María toca a su puerta, ella le contesta:—¡Puede pasar! —con su peculiar tono agudo y melódico. La criada abre la puerta, entra y se aproxima a ella.—Su majestad, vengo a buscarla para llevarla a su nueva habitación.—¿Mi nueva habitación? —pregunta con asombro. —Sí, su majestad, la habitación real. La chica deja a un lado el cepillo y camina junto a la empleada para dirigi
Se escucha un estruendoso trueno y la lluvia sigue cayendo, en el momento en que Antuam baja del carruaje y con pasos apresurados se dirige a la humilde casa de los Moguer para tocar la puerta.Es Anna, quien desvelada por sus sentimientos y un buen libro, abre la puerta, encontrando la sorpresa de la visita a estas horas de la noche. La cara del hombre le indica que algo malo pasó, así que se desespera.—¿Es Elisa?, ¿qué ha ocurrido, duque? ¡Dígame ya!—¡Elisa! ¿Elisa? —Llega Pedro ante el alboroto—. ¿Qué le pasó a mi hija?El Duque y consejero del príncipe comienza a explicarles con todo el pesar.—La princesa Elisa Fernández de Córdoba ha sufrido un accidente.*** Luego de la discusión que Elisa tuvo con el príncipe, salió enojada y decidió dar una vuelta a caballo; repentinamente comenzó a llover y el animal asustado por los truenos que emitía el oscuro cielo, comenzó a correr a gran velocidad. Por más que Elisa intentó controlarlo y llevarlo por un lado seguro, el caballo