CAPÍTULO 28

Aunque aún no había abierto sus ojos, podía sentir mucha luz, dónde quiera que estuviera.

Pero no quería abrir sus ojos, estaba aterrada de quién podía estar ahí.

Cuando pudo decidió ser valiente y abriría sus ojos, se encontró en una gran habitación, hermosa y con grandes ventanales, con su mirada recorrió el lugar y luego se miró así misma, llevaba puesta una pijama de seda, ya no se encontraba atada, en sus muñecas tenía vendas, sin poder evitarlo los recuerdos la invadieron al igual que el miedo y el terror, empezó a llorar, temiendo por lo que pudiera pasarle. Su corazón latía demasiado rápido, tanto que parecía quería salirle del pecho.

En ese instante la puerta se abrió y ella brincó en su propia cama, un dolor la invadió en todo su cuerpo.

—Tranquila, no te haré daño — Avery lo miraba entre sorprendida y asustada. — Tienes que estar tranquila, ahora estás a salvo.

—No creo que esté a salvo con usted, si es uno de ellos. — dijo con voz muy ronca. Él hombre que traía una ba
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