—Se está enamorando de un chico y no lo quiere admitir.
Miré mal a Damián. Me levanté de la silla para irme pero una mano me detuvo.
—No te vayas, que se vaya él.
Damián abrió la boca sorprendido.
Se levantó de la silla y salió de la habitación no sin antes sacarme de dedo del medio.Roberto y yo nos miramos. Él sonrió. Le ayudé a ponerse cómodo y me volví a sentar.
—¿Quién ese chico tan afortunado de tenerte?
—Nadie, no hagas caso a Damián.
—¿No estás enamorada entonces?
—No.
Respondí sin mirarlo. Ni siquiera yo sabía que me estaba pasando.
Nuestras miradas conectaron por varios segundos.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —Susurré y el asintió con una sonrisa en los labios.
—¿Tu crees en las segundas oportunidades y en los cambios?
—Ahora mismo no creo en nada, ni en
Ya estábamos de vuelta en la mansión. Damián, Rina y yo intentamos hablar lo más lejos posible de Roberto.Pero era bastante difícil cuando cada dos por tres el pelinegro me estaba buscando. Me hacía gracia y me gustaba... Por muy tonto que pareciera era así.Se hace difícil mirarlo y saber que no se acuerda de nada, casi todo lo que he pasado con Roberto a sido malo, pero después de que me dieran el alta él cambió tanto, es tan diferente ahora.Estaba subiendo las escaleras para entrar a mi habitación y tumbarme un poco ya que estos tres días no he dormido nada. Al entrar en mi habitación me encontré con Roberto mirando por la ventana.—¿Qué haces aquí?Me acerqué a él que se había girado rápido para mirarme.—Te estaba esperando.—¿Para qué?—¿Qué tal con Damián? —Preguntó de mala gana.Sonreí y asentí.—Bien.
De vuelta a Italia, aunque pasé muy poco tiempo me familiaricé con la casa de Damián y con algunas calles.Llevamos aquí bastante tiempo. Los tres nos habíamos pasado un día entero comprando cosas para cuando empezara el instituto.Les debo mucho a los hermanos.Siento que cuando empiece el instituto comenzará una nueva etapa en mi vida. Algo nuevo y grande se aproxima, lo siento...Todos los días llamamos a Rina para preguntar sobre Roberto, dice que está bien y que poco a poco va recordando. Como por ejemplo: ya sabe el trastorno mental que tiene, sabía que eso sería lo primero que iba a recordar, pues es algo que lleva con él todo el tiempo.Rina dice que no se acuerda de ninguno, que por más que intenta hacer memoria no puede. Debe ser muy estresante no acordarse de nada.—¿Estás preparada para tu primer día?—Estoy muy nerviosa —miré a Damián y ambos reímos.—Mucha suerte pequeña rata.—Gracias.
Salí corriendo rezando por primera vez en mi vida de que Roberto no se haya ido, pero para mi desgracia si, el coche en el que había venido ya no se encontraba.Metí mi mano en el bolsillo y antes de marcar el número de Roberto la voz de Ana resonó en el patio.—A tocado el timbre ¿vamos?—No, ahora tengo que hacer algo muy importante.—¿Necesitas mi ayuda?—¿Me puedes guardar mis cosas? Espero venir antes de que acaba el instituto.—Claro, suerte en lo que tengas que hacer.—Gracias.Ambas sonreímos y ella corrió hacia dentro. Marqué el número de Roberto y me lo pegué a la oreja.Vamos cógelo...Primer pitido.Segundo pitido.Tercer pitido.Roberto: ¿Qué pasó?Yo: ¿Te has ido?Roberto: Estoy en el hote
Esa misma noche Roberto volvió a Madrid, el trabajo se le había acumulado bastante durante casi el mes que no recordó nada.Pensar que antes lo quería tener lo más lejos posible y que ahora se me hacia imposible tenerlo lejos, quería estar con él. El día entero que pasé con él fue increíble, las risas, besos y caricias que nos dimos me llevaban a otro universo donde todo se veía de forma muy diferente.¿Sería el amor?Me encontraba siendo regañada por Damián, quería hacer de hermano mayor según había dicho él.—No me puedo creer que ya el primer día te fugaras ¿no piensas?Rodé los ojos.—No, no ruedes los ojos ¿dónde estuviste?—Con Roberto.—Oh genial... ¿Espera qué? —Me miró sorprendido —¿con Roberto? ¿Roberto, Roberto? —Hablaba sin creérselo.—Si, tu mejor amigo.—Cuenta ¿qué pasó?Se sentó a mi
El pasado oscuro que tengo me persigue. Y con ese pasado oscuro me refiero a los padres de Roberto.No sé cómo dieron conmigo pero aparecieron en la casa de Damián reclamando lo que es suyo y con eso quieren decir que yo les pertenecía. Damián llamó rápido a Roberto y este apareció en casa en menos de diez minutos. Ya estaba en Italia desde hacía tres días.—Por tu culpa me he quedado sin hijos —habló con desprecio Rupert.Levantó la mano para estamparla contra mi cara pero Damián se puso en medio.Roberto cogió a su padre del cuello de la camiseta y lo miró con asco.—Vuelves a intentar pegarla y es lo último que haces en tu vida.Su padre rió sin creerse lo que estaba escuchando de su propio hijo.—Te ha comido la cabeza esta bruja, ¿no te das cuenta? ¡Mataste a tu hermano!Primer golpe dirigido a la mejilla de Rupert.
Roberto y yo nos miramos ceñudos.¿Qué hacía María aquí?Damián y María sonrieron mirándonos.—María trabajará ahora aquí.—¿Por qué? —Preguntó Roberto sin entender nada de lo que estaba pasando.—Porque así lo quiero yo loco de mierda.Miré a Damián sin comprender porque había dicho eso último. Roberto agarró mi mano y nos sentamos en el sofá.—De lo que estábamos hablando antes —comenzó a hablar.Pero antes de que pudiera contestar Damián se sentó en el sofá tirándole a Roberto el café caliente por encima.—¿Pero que mierda te pasa? —Preguntó Roberto enfadado.Se levantó del sofá y subió hacia la habitación. Miré a Da
Roberto había comprado una casa lejos de la de Damián, ninguno de los dos se hablaban y tampoco querían hacerlo.Damián y yo solo intercambiamos un par de palabras antes de irme completamente de su casa.—Masen, todo tiene una explicación y pronto te darás cuenta de ello.—No sé de qué hablas y sinceramente tampoco me importa mucho. No me lo esperaba de ti Damián.—Solo perdonarme.Esa fue la última conversación que tuve con él. Roberto y yo cada vez parece íbamos mejor, no discutimos y siempre estamos riendo. Este lado de Roberto me encanta, es muy diferente al de hace meses.Estos últimos días Roberto a estado raro, no sale nada de casa, se encierra en la habitación y solo nos vemos cuando vamos a dormir.Es extraño...—Masen —. Susurró Roberto.Estábamos tumbados en la cama.&n
Las siguientes horas fueron infernales. Ver a Roberto tumbado en esa cama con esa ropa blanca me hacía ponerme muy triste, no me gustaba para nada verlo así.Él intentaba subirme el ánimo, hacer que sonriera pero solo lo podía hacer si el volviera casa. Juacko no nos había dicho cuando tiempo estaría aquí encerrado.Lo bueno es que me dejan quedarme aquí con él, aunque ya me habían avisado de que hoy debería irme a mi casa. No quería irme, no quería dejarlo solo, me había acostumbrado muchísimo a él; a dormir con él, a verlo por casa, escuchar su voz, que me toque. Definitivamente no podría estar en esa casa sin él.—Me tengo que ir —susurré haciendo pucheros.Él negó y me volvió a abrazar con fuerza.—No quiero que te vayas.—Yo tampoco me quiero ir.