Roberto y yo nos miramos ceñudos.
¿Qué hacía María aquí?
Damián y María sonrieron mirándonos.
—María trabajará ahora aquí.
—¿Por qué? —Preguntó Roberto sin entender nada de lo que estaba pasando.
—Porque así lo quiero yo loco de mierda.
Miré a Damián sin comprender porque había dicho eso último. Roberto agarró mi mano y nos sentamos en el sofá.
—De lo que estábamos hablando antes —comenzó a hablar.
Pero antes de que pudiera contestar Damián se sentó en el sofá tirándole a Roberto el café caliente por encima.
—¿Pero que mierda te pasa? —Preguntó Roberto enfadado.
Se levantó del sofá y subió hacia la habitación. Miré a Da
Roberto había comprado una casa lejos de la de Damián, ninguno de los dos se hablaban y tampoco querían hacerlo.Damián y yo solo intercambiamos un par de palabras antes de irme completamente de su casa.—Masen, todo tiene una explicación y pronto te darás cuenta de ello.—No sé de qué hablas y sinceramente tampoco me importa mucho. No me lo esperaba de ti Damián.—Solo perdonarme.Esa fue la última conversación que tuve con él. Roberto y yo cada vez parece íbamos mejor, no discutimos y siempre estamos riendo. Este lado de Roberto me encanta, es muy diferente al de hace meses.Estos últimos días Roberto a estado raro, no sale nada de casa, se encierra en la habitación y solo nos vemos cuando vamos a dormir.Es extraño...—Masen —. Susurró Roberto.Estábamos tumbados en la cama.&n
Las siguientes horas fueron infernales. Ver a Roberto tumbado en esa cama con esa ropa blanca me hacía ponerme muy triste, no me gustaba para nada verlo así.Él intentaba subirme el ánimo, hacer que sonriera pero solo lo podía hacer si el volviera casa. Juacko no nos había dicho cuando tiempo estaría aquí encerrado.Lo bueno es que me dejan quedarme aquí con él, aunque ya me habían avisado de que hoy debería irme a mi casa. No quería irme, no quería dejarlo solo, me había acostumbrado muchísimo a él; a dormir con él, a verlo por casa, escuchar su voz, que me toque. Definitivamente no podría estar en esa casa sin él.—Me tengo que ir —susurré haciendo pucheros.Él negó y me volvió a abrazar con fuerza.—No quiero que te vayas.—Yo tampoco me quiero ir.
—¿Cómo te has enterado de todo esto? —Preguntó casi en un susurro.—¿Eso importa?—A mí sí.Suspiré.—Es raro de explicar.—Tengo todo el tiempo del mundo.Abrió los brazos dando a entender que no podíamos salir ya que estábamos encerrados. Suspiré pensando en lo que iba a de decir.Esto era demasiado surrealista.—Me lo dijo una voz —susurré avergonzada.—¿Una voz? —Preguntó casi sin creérselo.—Si, no sé porqué me preguntas eso teniendo tú también las voces.—Creí que era el único entre tú y yo.Se señaló.—¿Has escuchado todo lo que te he dicho?—Perdón, me cuesta creer todo esto —musitó.Se llevó las manos a la cabeza y asintió.—¿Qué haremos?—Lo primero salir de aquí.Me levanté acercándome a la puerta. Intenté abrirla pero era imposible. Solo se abría desde fuera.
Nunca imaginé estar escondiéndome porque me iban a matar. Esto era demasiado surrealista, de película, los días los vivía con miedo por si nos pillaban. Roberto intentaba tranquilizarme pero era en vano. Ese hombre estaba loco, no sé que quiere de nosotros pero sé que lo va a conseguir, que nos cogerá y que no vamos a terminar bien.No hemos tenido contacto con nadie, llevamos una semana en León y todo se vuelve cada vez más oscuro y más peligroso.—Roberto, a aparcado una furgoneta negra enfrente de casa —susurré cogiéndole del brazo asustada.Él se acercó a la ventana y escondido entre la cortina miró hacia fuera. Suspiró dándose la vuelta.—No es nada.Se acercó a mí y me besó. Acarició mi mejilla.—Masen perdóname por todo —susurró escondiendo
Masen.Roberto regresó a casa bastante raro, su mirada estaba más perdida de lo normal, lo notaba muy pensativo y preocupado cosa que me estaba poniendo muy nerviosa.No me hablaba ni me decía nada solo se quedaba callado y muy de vez en cuando levantaba la cabeza para bufar.—¿Se puede saber qué te pasa? —Pregunté ya muy nerviosa y cansada de verlo así.—Estuve hablando con Izaro.—¿El hermano de Damián? —Esta vez pregunté con muchísimo miedo.—Si, dice que Damián y Alma tienen un plan para acabar con Juacko.—¿Te fías de él?Levantó la cabeza para mirarme. Solo se encogió de hombros y volvió a agachar la cabeza.—No sé qué pensar Masen. Lo único que sé es que Juacko quiere acabar con nosotros y no parar&aac
Roberto.La mirada de Masen estaba perdida en un punto del salón. Veía sus ojos llorosos y apretaba los puños con mucha fuerza. Yo me rascaba el brazo con nerviosismo, desviaba la mirada de Masen hacia la puerta.Dejé de andar de un lado para otro y me senté a su lado.—¿Qué sientes? —Fue lo primero que pregunté.—Rabia —respondió con la voz quebrada.—¿Qué más?—Asco, decepción, son muchos sentimientos.Levantó la mirada y sus ojos chocaron con los míos haciendo que el nerviosismo creciera en mí, los desvié rápido y resoplé.—¿Qué quieres hacer?—Acabar con ellos también —habló fría.—Debes pensar bien las cosas Masen, ellos están ayudando a Damián.&mdas
Aún sabiendo que tenía a gente a mi lado seguía sintiéndome sola, esa soledad crecía cada día más, me dejaba pensando cada noche en todo lo que sentía, en lo que sentí. El miedo de volver a sufrir, yo siempre he pensado que por mucho que huyas del pasado el te persigue y siempre lo hará, aunque en tus manos está el que te gane o ganar tú esa batalla.Los sentimientos hacen muy fuerte a las personas pero también pueden hacerla débil, todos en algún momento de nuestra vida vamos a perder pero también tenemos que salir victoriosos, orgullosos de saber que hemos podido superar todo ese dolor.Miro hacia atrás y pienso en todo, en que nunca sonreí sinceramente, que nunca tuve un hombro donde apoyarme cuando la vida se me caía encima. Solo tenía esa habitación sucia, esas cuatro paredes que eran como mi cárcel, solo veía esas sonrisas llenas de maldad y desprecio, los golpes en mi cuerpo, el dolor en mi pecho.Hasta que llegó él, que a pesar de todo lo que
Damián.Todo estaba oscuro, escuchaba la voz de Izaro y Alma, solo eran susurros pero con eso me valía para saber que estaban bien.Todo estaba saliendo a la perfección cuando la luz de la comisaría se fue al completo, los guardias comenzaron a mirar que había sido eso pero no encontraron nada. Abel, la mano derecha de Miguel nos había mandado marchar, también nos dijo que él mismo iría a mi casa a por esas pruebas y fue así como nuestro único plan se fue a la mierda.Miguel es el jefe de la comisaría, el que estaba al mando de todos los casos. Pero en este en específico él no lo estaba.Intentábamos contactar con Roberto y Masen pero ninguno contesta las llamadas, María y Claudio tampoco respondían las llamadas, el miedo nos estaba comiendo a los tres. Ya habían pasado más de seis horas desde que salimos de mi casa. Estábamos esperando al taxista pero no llegaba. Decidimos comenzara caminar, Izaro