Salí corriendo rezando por primera vez en mi vida de que Roberto no se haya ido, pero para mi desgracia si, el coche en el que había venido ya no se encontraba.
Metí mi mano en el bolsillo y antes de marcar el número de Roberto la voz de Ana resonó en el patio.
—A tocado el timbre ¿vamos?
—No, ahora tengo que hacer algo muy importante.
—¿Necesitas mi ayuda?
—¿Me puedes guardar mis cosas? Espero venir antes de que acaba el instituto.
—Claro, suerte en lo que tengas que hacer.
—Gracias.
Ambas sonreímos y ella corrió hacia dentro. Marqué el número de Roberto y me lo pegué a la oreja.
Vamos cógelo...
Primer pitido.
Segundo pitido.
Tercer pitido.
Roberto: ¿Qué pasó?
Yo: ¿Te has ido?
Roberto: Estoy en el hote
Esa misma noche Roberto volvió a Madrid, el trabajo se le había acumulado bastante durante casi el mes que no recordó nada.Pensar que antes lo quería tener lo más lejos posible y que ahora se me hacia imposible tenerlo lejos, quería estar con él. El día entero que pasé con él fue increíble, las risas, besos y caricias que nos dimos me llevaban a otro universo donde todo se veía de forma muy diferente.¿Sería el amor?Me encontraba siendo regañada por Damián, quería hacer de hermano mayor según había dicho él.—No me puedo creer que ya el primer día te fugaras ¿no piensas?Rodé los ojos.—No, no ruedes los ojos ¿dónde estuviste?—Con Roberto.—Oh genial... ¿Espera qué? —Me miró sorprendido —¿con Roberto? ¿Roberto, Roberto? —Hablaba sin creérselo.—Si, tu mejor amigo.—Cuenta ¿qué pasó?Se sentó a mi
El pasado oscuro que tengo me persigue. Y con ese pasado oscuro me refiero a los padres de Roberto.No sé cómo dieron conmigo pero aparecieron en la casa de Damián reclamando lo que es suyo y con eso quieren decir que yo les pertenecía. Damián llamó rápido a Roberto y este apareció en casa en menos de diez minutos. Ya estaba en Italia desde hacía tres días.—Por tu culpa me he quedado sin hijos —habló con desprecio Rupert.Levantó la mano para estamparla contra mi cara pero Damián se puso en medio.Roberto cogió a su padre del cuello de la camiseta y lo miró con asco.—Vuelves a intentar pegarla y es lo último que haces en tu vida.Su padre rió sin creerse lo que estaba escuchando de su propio hijo.—Te ha comido la cabeza esta bruja, ¿no te das cuenta? ¡Mataste a tu hermano!Primer golpe dirigido a la mejilla de Rupert.
Roberto y yo nos miramos ceñudos.¿Qué hacía María aquí?Damián y María sonrieron mirándonos.—María trabajará ahora aquí.—¿Por qué? —Preguntó Roberto sin entender nada de lo que estaba pasando.—Porque así lo quiero yo loco de mierda.Miré a Damián sin comprender porque había dicho eso último. Roberto agarró mi mano y nos sentamos en el sofá.—De lo que estábamos hablando antes —comenzó a hablar.Pero antes de que pudiera contestar Damián se sentó en el sofá tirándole a Roberto el café caliente por encima.—¿Pero que mierda te pasa? —Preguntó Roberto enfadado.Se levantó del sofá y subió hacia la habitación. Miré a Da
Roberto había comprado una casa lejos de la de Damián, ninguno de los dos se hablaban y tampoco querían hacerlo.Damián y yo solo intercambiamos un par de palabras antes de irme completamente de su casa.—Masen, todo tiene una explicación y pronto te darás cuenta de ello.—No sé de qué hablas y sinceramente tampoco me importa mucho. No me lo esperaba de ti Damián.—Solo perdonarme.Esa fue la última conversación que tuve con él. Roberto y yo cada vez parece íbamos mejor, no discutimos y siempre estamos riendo. Este lado de Roberto me encanta, es muy diferente al de hace meses.Estos últimos días Roberto a estado raro, no sale nada de casa, se encierra en la habitación y solo nos vemos cuando vamos a dormir.Es extraño...—Masen —. Susurró Roberto.Estábamos tumbados en la cama.&n
Las siguientes horas fueron infernales. Ver a Roberto tumbado en esa cama con esa ropa blanca me hacía ponerme muy triste, no me gustaba para nada verlo así.Él intentaba subirme el ánimo, hacer que sonriera pero solo lo podía hacer si el volviera casa. Juacko no nos había dicho cuando tiempo estaría aquí encerrado.Lo bueno es que me dejan quedarme aquí con él, aunque ya me habían avisado de que hoy debería irme a mi casa. No quería irme, no quería dejarlo solo, me había acostumbrado muchísimo a él; a dormir con él, a verlo por casa, escuchar su voz, que me toque. Definitivamente no podría estar en esa casa sin él.—Me tengo que ir —susurré haciendo pucheros.Él negó y me volvió a abrazar con fuerza.—No quiero que te vayas.—Yo tampoco me quiero ir.
—¿Cómo te has enterado de todo esto? —Preguntó casi en un susurro.—¿Eso importa?—A mí sí.Suspiré.—Es raro de explicar.—Tengo todo el tiempo del mundo.Abrió los brazos dando a entender que no podíamos salir ya que estábamos encerrados. Suspiré pensando en lo que iba a de decir.Esto era demasiado surrealista.—Me lo dijo una voz —susurré avergonzada.—¿Una voz? —Preguntó casi sin creérselo.—Si, no sé porqué me preguntas eso teniendo tú también las voces.—Creí que era el único entre tú y yo.Se señaló.—¿Has escuchado todo lo que te he dicho?—Perdón, me cuesta creer todo esto —musitó.Se llevó las manos a la cabeza y asintió.—¿Qué haremos?—Lo primero salir de aquí.Me levanté acercándome a la puerta. Intenté abrirla pero era imposible. Solo se abría desde fuera.
Nunca imaginé estar escondiéndome porque me iban a matar. Esto era demasiado surrealista, de película, los días los vivía con miedo por si nos pillaban. Roberto intentaba tranquilizarme pero era en vano. Ese hombre estaba loco, no sé que quiere de nosotros pero sé que lo va a conseguir, que nos cogerá y que no vamos a terminar bien.No hemos tenido contacto con nadie, llevamos una semana en León y todo se vuelve cada vez más oscuro y más peligroso.—Roberto, a aparcado una furgoneta negra enfrente de casa —susurré cogiéndole del brazo asustada.Él se acercó a la ventana y escondido entre la cortina miró hacia fuera. Suspiró dándose la vuelta.—No es nada.Se acercó a mí y me besó. Acarició mi mejilla.—Masen perdóname por todo —susurró escondiendo
Masen.Roberto regresó a casa bastante raro, su mirada estaba más perdida de lo normal, lo notaba muy pensativo y preocupado cosa que me estaba poniendo muy nerviosa.No me hablaba ni me decía nada solo se quedaba callado y muy de vez en cuando levantaba la cabeza para bufar.—¿Se puede saber qué te pasa? —Pregunté ya muy nerviosa y cansada de verlo así.—Estuve hablando con Izaro.—¿El hermano de Damián? —Esta vez pregunté con muchísimo miedo.—Si, dice que Damián y Alma tienen un plan para acabar con Juacko.—¿Te fías de él?Levantó la cabeza para mirarme. Solo se encogió de hombros y volvió a agachar la cabeza.—No sé qué pensar Masen. Lo único que sé es que Juacko quiere acabar con nosotros y no parar&aac