Me dolía la ceja, esto no le va a gustar a mi Chocolate. Ya los agentes en su mayoría estaban de nuevo de pie y reaccionando. Algo que nos pareció de maravilla. Conforme se iban levantando tomaban un jugo y algo de comida porque reaccionaban y se sentían muy débil. Los primeros ya se encontraban recuperados.

—Gracias por rescatarnos. Es algo inaceptable, los capitanes estarán enojados. —dijo uno—. Nosotros debemos cuidarlas ustedes, no al contrario.

—Para eso estamos. —dije.

—Muchachos, el capitán quiere hablar con el encargado.

—El encargado fue quien nos echó ese gas para dormir.

—¿Él?

Salomé tenía el celular en la mano, hablaba con Yaro. Le pasó el teléfono al hombre que nos había noticiado. Lo vimos salir para ver como le daba dos puños al hombre que estaba atado.

—Te irás directo a la cárcel. Tú no tienes justificación para lo que hiciste. Ya vienen los jefes y la policía. Mataste a dos de tus compañeros.

El agente le regresó el celular a Salomé. Había sangre en el piso y era po