El campamento de viaje de Seth era breve, dormían muy poco, con la concentración fija en la sangre que debían derramar.—Es el primer objetivo. ¿No estás nervioso? —preguntó Billy, con las manos en los bolsillos.Tenía un caminar algo relajado. En ese campamento, habían avanzado bastante y se acercaban a su primer objetivo. Era una pandilla de lobos que le servían a Goth. Esta era información confidencial. Si atacaban allí, estarían más cerca de la manada principal.El camino sería corto si no descansaban demasiado. Era un golpe que había que dar para desestabilizar a Goth. El aliado del alfa que comandaba la pandilla tenía el nombre de Rak.Seth estaba a punto de responderle, cuando uno de los omegas transformados llegó corriendo hacia ellos.—Ha sucedido una desgracia. —dijo él, con los ojos llenos de lágrimas.Ambos cazadores se alertaron ante los dichos del lobo, corriendo hacia el lugar donde el hecho había ocurrido. El prado parecía solitario, el riachuelo pasaba bordeando la ti
SethEl llanto de los que apreciaban al Omega inundaba el bosque. Seth trató de concentrarse en otra cosa mientras los demás observaban lo ojos de la muerte por veneno. La profecía de la bruja estaba cumpliéndose poco a poco, mientras ella seguía canturreando como si estuviera divirtiéndose con lo que sucedía a su alrededor.—Esto no está bien. —aquella que habló esta vez fue Karly, quien no había bebido el agua.Sus ojos reflejaban la tristeza amarga, la decepción y la incertidumbre por lo que pronto podría venir. Ella creía en Seth más que nadie, pero ahora estaba contemplando como los suyos morían como moscas en una trampa sencilla. No podía soportarlo. Quiso ahogar un sollozo, porque no quería llorar en público.Luego, dejó que el llanto saliera. Se dejó caer, de rodillas al suelo, viendo como los suyos eran cada vez más reducidos. Seth puso una mano en su hombro para darle el pésame.—No quiero tus lamentos. —dijo ella, con la voz ronca. El dolor era insoportable.Seth guardó sil
El cachorro de lobo crecía demasiado rápido. Era un hibrido, aunque no lo supiera. Quizás no lo sabría nunca. El era el fruto, junto con sus hermanos, de la unión de una loba índigo y de un cazador humano. Era una mezcla poderosa y profetizada. Los amantes de la magia conocían bien el poder. Goth conocía bien el poder de esa unión y por ello había jugado sus cartas con precisión. El comprendía que Luvioc y sus hermanos serían las armas más poderosas en esta rebelión que se le había salido de las manos.—No entiendo… —empezó a decir el niño, parecía de catorce años, pero aún así tenía un buen léxico para expresarse.—Dime que no entiendes. —dijo Goth, él era su tío.Aunque Luvioc lo veía como si fuera un padre, porque había estado acompañándolo y enseñándole todo lo que sabía. Habían entrenado juntos, lo había protegido cuando tenía miedo. Lo veía como alguien ejemplar, como un modo de referencia. Porque a veces sentía que su madre se comportaba de un modo extraño.Luvioc era demasiado
LysaMi hijo estaba preocupado, podía leer en sus ojos que esto era algo que realmente lo asustaba. En todo este tiempo jamás lo había visto de esta manera, era como expidiera un susto terrible, como si hubiera contemplado algo que lo traumatizó.Lo abracé, estrechándolo entre mis brazos para aportarle mi calor. Cuando sentía el latido de su corazón, podía percibir que estaba muy acelerado.—Ve a jugar con tus hermanos un momento, Luvioc. Deja de pensar en la guerra. —dije, con amabilidad.—No es tiempo, esta es la guerra. ¡Mamá! —chilló, apartándome con rabia. Apretó los puños como si quisiera hacer una rabieta, un escándalo, como si quisiera arrojarse al suelo y tirar patadas a lo loco.—Basta Luvioc, solo eres un niño. Nosotros protegeremos este lugar, hay muchos lobos que te protegerán. —mi voz se tornó mucho más severa.—Llegarán pronto. Mamá, llegaran quizás mañana… —empezó a decir él, tartamudeando, con los ojos dilatados, como si estuviera dentro de un trance.Eso me desconcer
Seth—Piedad… Por favor… Suplico piedad. —dijo uno de los lobos, mientras se retorcía en el suelo.No la obtuvo, no era el tiempo de la piedad. Mis hombres mataron a todos los lobos que allí se encontraban. Hicimos lo mismo en la segunda calle. Esta ciudad era extraña, los hombres lobo que aquí se encontraban estaban montando guardias en pequeños negocios.—En la tienda de vinos, champaña… Ese lugar se ve sospechoso. Uno de ellos tiene que darnos la verdadera jodida ubicación. —Billy farfulló, molesto por que era la segunda vez que atacábamos y obteníamos una información por completo diferente de la anterior.—Están haciendo que demos vueltas como tontos. No, ellos están coordinados, puedo saberlo. —Karly observó con los ojos furtivos aquella tienda.Cada puesto de pelea de lobos había estado defendido por menos de una docena. Y cuando interrogábamos, nos decían una dirección diferente de la ubicación exacta de la guarida de Goth. Maldita sea, yo solo quería encontrar a Lysa. Sin Goth
Estaba relajado, por primera vez en mucho tiempo. Aquella sustancia bajando por mis labios hizo que la calma regresara a mí. El hombre llenó mi copa nuevamente, los meseros daban vueltas por todas partes al tiempo en que servían una infinidad de platillos. El aroma del queso fundido, del pan recién horneado y la carne asándose me hicieron caer en la cuenta de la terrible verdad. No había tenido un almuerzo digno desde que todo esto comenzó. Maldita sea, apenas si había podido relajarme.—Que fastidio…. Esta jodida lucha me hizo bajar como cinco kilos. —Farfulló Billy, al tiempo en que engullía el fiambre de la bandeja de plata.El queso era lo que más lo tentaba, al igual que la variedad de jamones salados. El tomó varios y se lo metió en la boca, al tiempo en que bebía un gran sorbo de vino tinto. Soltó un suspiro de alivio.—Es un sacrificio por el bien común, nosotros somos los que detendremos el ataque de las bestias como Goth. —solté yo, mirándolo con seriedad, aunque estaba come
Disparos, eso era lo único que escuchaba mientras los cadáveres estaban cayendo al suelo. Uno de ellos era cercano a mí, lo conocía desde hacía muchos años. Su nombre era Eduardo, era padre de una hija pequeña, yo lo había conocido y entrenado desde hacía ya muchos años. Recordaba todo, aunque mi mente estuviera obnubilada por el alcohol.Mi cabeza me latía sin parar mientras contemplaba los ojos de Eduardo apagarse para siempre. Allí abajo, continuaron disparándole hasta que se cansaron. Estaban desatados, eran mafiosos sedientos de sangre.—¡Mueran, escoria! —gritaba uno de ellos, eufórico.El que tenía el arma más grande en las manos era un muchacho de unos treinta años aproximadamente. Tenía tatuajes por todo el rostro, los ojos oscuros y la tez trigueña. Estaba desatado, con el odio brillando en sus ojos. Disparaba sin mirar a quien, sino que tenía los objetivos en claro, matarlos a todos.Billy se arrastró debajo de la mesa conmigo. Había olvidado su existencia. Maldita sea, pen
La noche iba cayendo lentamente sobre nosotros, sentí esa sensación agobiante de querer que todo esto terminara de una buena vez. Y eso no me gustaba, yo no retrocedía. Los lobos comenzaron a acechar. Eran al menos veinte, de buen tamaño, con los ojos de color amarillo por tener visión nocturna. Mis ojos estaban acostumbrados a la noche, yo podía verlos sin problema alguno. Tomé aire, con los pies sobre la tierra y luego, cerré los ojos tratando de retornar a mi fe.“Ella me espera.”Pensé, un pensamiento que parecía sencillo. Cada una de esas palabras me daba un gran soplo de aire, como si no tuviera oxigeno y pensar en ella me lo devolviera. Quizás era el amor verdadero al que me negué por mucho tiempo. Aunque, quería olvidarla, yo sabía que detrás de esta maldita ciudad ella no me recordaría, no me amaría, que me dolería más que cualquier cosa. Yo sabía que los Omegas debían morir al final y no me movía tantas fibras como esperaba, quizás tuviera ya el corazón muerto y helado.No m