El cachorro de lobo crecía demasiado rápido. Era un hibrido, aunque no lo supiera. Quizás no lo sabría nunca. El era el fruto, junto con sus hermanos, de la unión de una loba índigo y de un cazador humano. Era una mezcla poderosa y profetizada. Los amantes de la magia conocían bien el poder. Goth conocía bien el poder de esa unión y por ello había jugado sus cartas con precisión. El comprendía que Luvioc y sus hermanos serían las armas más poderosas en esta rebelión que se le había salido de las manos.—No entiendo… —empezó a decir el niño, parecía de catorce años, pero aún así tenía un buen léxico para expresarse.—Dime que no entiendes. —dijo Goth, él era su tío.Aunque Luvioc lo veía como si fuera un padre, porque había estado acompañándolo y enseñándole todo lo que sabía. Habían entrenado juntos, lo había protegido cuando tenía miedo. Lo veía como alguien ejemplar, como un modo de referencia. Porque a veces sentía que su madre se comportaba de un modo extraño.Luvioc era demasiado
LysaMi hijo estaba preocupado, podía leer en sus ojos que esto era algo que realmente lo asustaba. En todo este tiempo jamás lo había visto de esta manera, era como expidiera un susto terrible, como si hubiera contemplado algo que lo traumatizó.Lo abracé, estrechándolo entre mis brazos para aportarle mi calor. Cuando sentía el latido de su corazón, podía percibir que estaba muy acelerado.—Ve a jugar con tus hermanos un momento, Luvioc. Deja de pensar en la guerra. —dije, con amabilidad.—No es tiempo, esta es la guerra. ¡Mamá! —chilló, apartándome con rabia. Apretó los puños como si quisiera hacer una rabieta, un escándalo, como si quisiera arrojarse al suelo y tirar patadas a lo loco.—Basta Luvioc, solo eres un niño. Nosotros protegeremos este lugar, hay muchos lobos que te protegerán. —mi voz se tornó mucho más severa.—Llegarán pronto. Mamá, llegaran quizás mañana… —empezó a decir él, tartamudeando, con los ojos dilatados, como si estuviera dentro de un trance.Eso me desconcer
Seth—Piedad… Por favor… Suplico piedad. —dijo uno de los lobos, mientras se retorcía en el suelo.No la obtuvo, no era el tiempo de la piedad. Mis hombres mataron a todos los lobos que allí se encontraban. Hicimos lo mismo en la segunda calle. Esta ciudad era extraña, los hombres lobo que aquí se encontraban estaban montando guardias en pequeños negocios.—En la tienda de vinos, champaña… Ese lugar se ve sospechoso. Uno de ellos tiene que darnos la verdadera jodida ubicación. —Billy farfulló, molesto por que era la segunda vez que atacábamos y obteníamos una información por completo diferente de la anterior.—Están haciendo que demos vueltas como tontos. No, ellos están coordinados, puedo saberlo. —Karly observó con los ojos furtivos aquella tienda.Cada puesto de pelea de lobos había estado defendido por menos de una docena. Y cuando interrogábamos, nos decían una dirección diferente de la ubicación exacta de la guarida de Goth. Maldita sea, yo solo quería encontrar a Lysa. Sin Goth
Estaba relajado, por primera vez en mucho tiempo. Aquella sustancia bajando por mis labios hizo que la calma regresara a mí. El hombre llenó mi copa nuevamente, los meseros daban vueltas por todas partes al tiempo en que servían una infinidad de platillos. El aroma del queso fundido, del pan recién horneado y la carne asándose me hicieron caer en la cuenta de la terrible verdad. No había tenido un almuerzo digno desde que todo esto comenzó. Maldita sea, apenas si había podido relajarme.—Que fastidio…. Esta jodida lucha me hizo bajar como cinco kilos. —Farfulló Billy, al tiempo en que engullía el fiambre de la bandeja de plata.El queso era lo que más lo tentaba, al igual que la variedad de jamones salados. El tomó varios y se lo metió en la boca, al tiempo en que bebía un gran sorbo de vino tinto. Soltó un suspiro de alivio.—Es un sacrificio por el bien común, nosotros somos los que detendremos el ataque de las bestias como Goth. —solté yo, mirándolo con seriedad, aunque estaba come
Disparos, eso era lo único que escuchaba mientras los cadáveres estaban cayendo al suelo. Uno de ellos era cercano a mí, lo conocía desde hacía muchos años. Su nombre era Eduardo, era padre de una hija pequeña, yo lo había conocido y entrenado desde hacía ya muchos años. Recordaba todo, aunque mi mente estuviera obnubilada por el alcohol.Mi cabeza me latía sin parar mientras contemplaba los ojos de Eduardo apagarse para siempre. Allí abajo, continuaron disparándole hasta que se cansaron. Estaban desatados, eran mafiosos sedientos de sangre.—¡Mueran, escoria! —gritaba uno de ellos, eufórico.El que tenía el arma más grande en las manos era un muchacho de unos treinta años aproximadamente. Tenía tatuajes por todo el rostro, los ojos oscuros y la tez trigueña. Estaba desatado, con el odio brillando en sus ojos. Disparaba sin mirar a quien, sino que tenía los objetivos en claro, matarlos a todos.Billy se arrastró debajo de la mesa conmigo. Había olvidado su existencia. Maldita sea, pen
La noche iba cayendo lentamente sobre nosotros, sentí esa sensación agobiante de querer que todo esto terminara de una buena vez. Y eso no me gustaba, yo no retrocedía. Los lobos comenzaron a acechar. Eran al menos veinte, de buen tamaño, con los ojos de color amarillo por tener visión nocturna. Mis ojos estaban acostumbrados a la noche, yo podía verlos sin problema alguno. Tomé aire, con los pies sobre la tierra y luego, cerré los ojos tratando de retornar a mi fe.“Ella me espera.”Pensé, un pensamiento que parecía sencillo. Cada una de esas palabras me daba un gran soplo de aire, como si no tuviera oxigeno y pensar en ella me lo devolviera. Quizás era el amor verdadero al que me negué por mucho tiempo. Aunque, quería olvidarla, yo sabía que detrás de esta maldita ciudad ella no me recordaría, no me amaría, que me dolería más que cualquier cosa. Yo sabía que los Omegas debían morir al final y no me movía tantas fibras como esperaba, quizás tuviera ya el corazón muerto y helado.No m
LysaIr a dormir aquella noche fue como una pesadilla. Porque sabía que los cazadores habían comenzado a atacar. Y por muchas trampas y estrategias que Goth prometiera, sentía un temor de que vinieran por los que amaba. Tenía el corazón latiéndome a mil, con los nervios erizando cada parte de mi piel. Daba vueltas en la cama, sabía que mi hijo querría ir a pelear junto con Goth. Dios mío, era tan difícil dejar de querer tenerlo bajo mi control. Tenía miedo de que le sucediera algo malo… No, no podía aceptar que el tuviera esa libertad de correr es clase de peligro.—Contrólate, Lysa. O harás que se aleje de ti. —me dije a mi misma. Repetí esa frase una y otra vez.No quería alejarlo. Me hice una taza de té, levantándome de la cama, porque ya no soportaba nada de lo que me estaba ocurriendo. En la inmensa cocina, sentí que esa luz era un poco más favorable. En realidad, no quería estar en mi cuarto, me sentía sofocada. La guerra impedía que pudiera relajarme tan siquiera un poco.—¿Tod
—Sabes, siempre supe que no éramos hermanos en realidad. Tenía la corazonada. Era como, algo que latía en mi interior. —murmuré, estando en su pecho.Goth me estaba protegiendo. Sentía tanta ira, me sentía una tonta por haber tenido piedad.—Deja que te haga masajes. —contestó él, tratando de hacer que me olvidara de lo que sucedió.Sonreí, era un gesto amable. Entre tanta ira, quizás necesitaba darme un pequeño momento para relajarme. Estábamos solo los dos allí, me recosté sobre la cama, boca abajo. El me corrió la camiseta para dejar mi espalda al descubierto, frotó lentamente un aceite perfumado para que los masajes me relajaran más rápidamente. Presionó con las yemas de sus dedos con fuerza, primero cerca de mis hombros.Sentí que mi respiración iba tranquilizándose lentamente. El calor también estaba en mí. Que extraño, era como si quisiera que se quedara, cuando en realidad hacía unos minutos había querido que se marchara. No comprendía ninguno de mis sentimientos, ahora, sentí