Luvioc

El cachorro de lobo crecía demasiado rápido. Era un hibrido, aunque no lo supiera. Quizás no lo sabría nunca. El era el fruto, junto con sus hermanos, de la unión de una loba índigo y de un cazador humano. Era una mezcla poderosa y profetizada. Los amantes de la magia conocían bien el poder. Goth conocía bien el poder de esa unión y por ello había jugado sus cartas con precisión. El comprendía que Luvioc y sus hermanos serían las armas más poderosas en esta rebelión que se le había salido de las manos.

—No entiendo… —empezó a decir el niño, parecía de catorce años, pero aún así tenía un buen léxico para expresarse.

—Dime que no entiendes. —dijo Goth, él era su tío.

Aunque Luvioc lo veía como si fuera un padre, porque había estado acompañándolo y enseñándole todo lo que sabía. Habían entrenado juntos, lo había protegido cuando tenía miedo. Lo veía como alguien ejemplar, como un modo de referencia. Porque a veces sentía que su madre se comportaba de un modo extraño.

Luvioc era demasiado
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