Disparos, eso era lo único que escuchaba mientras los cadáveres estaban cayendo al suelo. Uno de ellos era cercano a mí, lo conocía desde hacía muchos años. Su nombre era Eduardo, era padre de una hija pequeña, yo lo había conocido y entrenado desde hacía ya muchos años. Recordaba todo, aunque mi mente estuviera obnubilada por el alcohol.Mi cabeza me latía sin parar mientras contemplaba los ojos de Eduardo apagarse para siempre. Allí abajo, continuaron disparándole hasta que se cansaron. Estaban desatados, eran mafiosos sedientos de sangre.—¡Mueran, escoria! —gritaba uno de ellos, eufórico.El que tenía el arma más grande en las manos era un muchacho de unos treinta años aproximadamente. Tenía tatuajes por todo el rostro, los ojos oscuros y la tez trigueña. Estaba desatado, con el odio brillando en sus ojos. Disparaba sin mirar a quien, sino que tenía los objetivos en claro, matarlos a todos.Billy se arrastró debajo de la mesa conmigo. Había olvidado su existencia. Maldita sea, pen
La noche iba cayendo lentamente sobre nosotros, sentí esa sensación agobiante de querer que todo esto terminara de una buena vez. Y eso no me gustaba, yo no retrocedía. Los lobos comenzaron a acechar. Eran al menos veinte, de buen tamaño, con los ojos de color amarillo por tener visión nocturna. Mis ojos estaban acostumbrados a la noche, yo podía verlos sin problema alguno. Tomé aire, con los pies sobre la tierra y luego, cerré los ojos tratando de retornar a mi fe.“Ella me espera.”Pensé, un pensamiento que parecía sencillo. Cada una de esas palabras me daba un gran soplo de aire, como si no tuviera oxigeno y pensar en ella me lo devolviera. Quizás era el amor verdadero al que me negué por mucho tiempo. Aunque, quería olvidarla, yo sabía que detrás de esta maldita ciudad ella no me recordaría, no me amaría, que me dolería más que cualquier cosa. Yo sabía que los Omegas debían morir al final y no me movía tantas fibras como esperaba, quizás tuviera ya el corazón muerto y helado.No m
LysaIr a dormir aquella noche fue como una pesadilla. Porque sabía que los cazadores habían comenzado a atacar. Y por muchas trampas y estrategias que Goth prometiera, sentía un temor de que vinieran por los que amaba. Tenía el corazón latiéndome a mil, con los nervios erizando cada parte de mi piel. Daba vueltas en la cama, sabía que mi hijo querría ir a pelear junto con Goth. Dios mío, era tan difícil dejar de querer tenerlo bajo mi control. Tenía miedo de que le sucediera algo malo… No, no podía aceptar que el tuviera esa libertad de correr es clase de peligro.—Contrólate, Lysa. O harás que se aleje de ti. —me dije a mi misma. Repetí esa frase una y otra vez.No quería alejarlo. Me hice una taza de té, levantándome de la cama, porque ya no soportaba nada de lo que me estaba ocurriendo. En la inmensa cocina, sentí que esa luz era un poco más favorable. En realidad, no quería estar en mi cuarto, me sentía sofocada. La guerra impedía que pudiera relajarme tan siquiera un poco.—¿Tod
—Sabes, siempre supe que no éramos hermanos en realidad. Tenía la corazonada. Era como, algo que latía en mi interior. —murmuré, estando en su pecho.Goth me estaba protegiendo. Sentía tanta ira, me sentía una tonta por haber tenido piedad.—Deja que te haga masajes. —contestó él, tratando de hacer que me olvidara de lo que sucedió.Sonreí, era un gesto amable. Entre tanta ira, quizás necesitaba darme un pequeño momento para relajarme. Estábamos solo los dos allí, me recosté sobre la cama, boca abajo. El me corrió la camiseta para dejar mi espalda al descubierto, frotó lentamente un aceite perfumado para que los masajes me relajaran más rápidamente. Presionó con las yemas de sus dedos con fuerza, primero cerca de mis hombros.Sentí que mi respiración iba tranquilizándose lentamente. El calor también estaba en mí. Que extraño, era como si quisiera que se quedara, cuando en realidad hacía unos minutos había querido que se marchara. No comprendía ninguno de mis sentimientos, ahora, sentí
¿En qué estaba pensando?Golpeé mi rostro con la palma de mi mano. Diosa luna, me sentí como una completa demente. Estaba a punto de follar con Goth, con el Alfa, que mucho tiempo creí que era… No, no quería pensar en eso. Como si fuera poco, el me había rechazado al final. Dejándome completamente despechada, sin calor y con las sábanas vacías. No comprendía porque había estado así de desatada. Esa sensación era como si me hubiera prendido fuego en el deseo.Duérmete, me dije a mi misma. Así al menos podría olvidar esta jodida locura. Mi instinto era fuerte, había hecho que estuviera… estaba empapada, como si me hubiera derretido por él. Cerré los ojos, con furia. Tratando de olvidar.—Olvídalo ahora. —volví a forzarme. —Maldita sea, no volverá a pasar.Mientras cerraba los ojos tratando de concentrarme, la otra imagen trataba de apoderarse de mi mente. El cazador, ese jodido cazador estaba allí. Porque estaba viéndolo, no tenía idea. Pero era como si mi mente me jugara una mala pasad
Narra Goth“Querido Diario, es un lindo día para estar vivo. Las cosas me están saliendo de lujo. Oh, que pequeños detalles excelentes.”—La verdad, creo que estás enloqueciendo. —dijo Matheus, a mi lado. —Es Lysa.—No es nuestra hermana. —dije de inmediato, no quería tener malos pensamientos en mi cabeza.—Pero pensamos que lo era, hasta no hace mucho. Esa desgraciada de nuestra madre. —Mat, mi hermano menor, era uno de los que Lysa había olvidado. —Ella cree que solo soy un lobo más en tus filas.—Es mejor así, te dije que era mejor que pensara que solo yo quedé a su lado, que soy su único hermano vivo.—Tu estás loco. Ella no me recuerda nada, a ninguno de sus otros hermanos. —trago saliva, nervioso. —Pero estuvieron a punto de… Que jodido asco. Es algo no normal.—No me la follé, joder. Solo jugamos un poco. —solté, con desdén, bebiendo de mi copa. —Pero la hice desear que sucediera. No somos hermanos, podemos hacer lo que queramos.—Bueno, supongo que tienes una idea extraña de l
LuviocSentí la tierra bajo mis patas de lobo. Nunca me cansaría de esto, de percibir el aroma del bosque, aunque esta parte solo fuera de entrenamiento. Miré a mis alrededores, estas fronteras estaban cubiertas y protegidas para que no pasaran humanos. Pero aún así, sentirme plenamente lobo era algo que me encantaba, me hacía enormemente feliz.Mi conexión con mi lobo era fuerte, yo me sentía más lobo que humano. Porque mis hermanos tenían pasatiempos humanos, leían, jugaban a los videojuegos, tenían otros intereses de niño. Pero yo, yo solo quería pelear todo el tiempo.Entrenar, entrenar tan duro que me sangraran las patas. Que mi fuerza estuviera casi extinta, exigirme al máximo era lo que sacaba provecho a todo mi potencial.Mi tío me esperaba allí.—Hola, Luvioc. —saludó, con amabilidad.Este entrenamiento sorpresa llamó mi atención. Pero siempre me gustaba entrenar, era algo que me apasionaba. Mi madre no lo entendía, ni siquiera había querido dejarme venir un rato. Pero ya no
SethTraté de quitarme de la cabeza ese maldito efecto secundario.—¿No ibas a relajarte, gruñón? —preguntó Karly, tomándome del brazo con su mirada suspicaz.La aparté.—No.—Es un efecto secundario, no te preocupes. Si nos divertimos esta noche, nadie lo sabrá nunca. Será justificado. —guiñó un ojo, acomodándose a mi lado.—No. —negué con la cabeza, poniéndome de pie. —Si vas a perseguirme, entonces me iré lejos para dejar de ver tu cara.—Que grosero eres con las damas. Acaso ella es… —empezó a decir, pero se detuvo a tiempo. —Lo siento, no te molestaré más.—Vete ahora. —solté, con desdén.Billy estaba mirando con su cara burlona de siempre. Me di la vuelta para aislarme de ellos.—Estás hecho de acero. —dijo, al tiempo que me daba una palmada en el hombro.—QUIERO ESTAR SOLO. —exclamé, esta vez sin paciencia alguna.Por primera vez en la vida, Billy aceptó. Se marchó junto con Karly, ambos estaban platicando y riendo. Seguramente hacían comentarios sobre lo tonto que era yo. No m