Mientras Yasira hablaba, su mente maquinaba. Sabía que había logrado plantar la duda en Kaelion, y eso era suficiente. Si el ritual no funcionaba como esperaba, podría usarlo en su contra. La caída de Verónica estaba cada vez más cerca, y Yasira no podía permitirse perder esta oportunidad.
“Debemos buscar un objeto más poderoso,” sugirió Yasira, sus ojos brillando con ambición. “Algo que esté verdaderamente conectado al linaje de la realeza. Solo así podremos asegurar la verdad.”
Kaelion, atrapado en su confusión, asintió. “¿Y dónde encontramos eso?”
“En la cámara de los ancestros,” respondió Yasira. “Allí se guardan los objetos más sagrados de la familia real. Si logramos obtener uno, el ritual se completará.”
Kaelion sintió un escalofrío recorrer su espalda. La cámara de los ancestros estaba prohibida para muchos, pero su necesidad de la verdad lo impulsó a seguir a Yasira.
Cuando llegaron a la cámara de los ancestros, el aire estaba cargado de h
“Kaelion, escúchame,” dijo, su voz temblando. “No puedes dejar que Yasira te manipule. Ella es la verdadera amenaza aquí.”Kaelion se volvió hacia Verónica, su expresión dura. “¿Y tú qué? ¿Te crees la víctima después de lo que acabas de hacer? Esto no es solo un juego, Verónica. Hay vidas en juego, y no permitiré que uses tu poder para hacer daño.”Verónica sintió que las lágrimas comenzaban a asomarse a sus ojos, pero se negó a dejarlas caer. “No entiendes. Ella quiere destruir a nuestro hijo. Quiere que nunca llegue al trono.”“¿Y tú crees que golpearla y humillarla te hará más fuerte?” replicó Kaelion, su voz llena de decepción. “No puedes resolver todo con violencia. Esto solo te hará perder más.”Yasira, aún en el suelo, levantó la vista, su rostro manchado de sangre. “Kaelion,” dijo, su voz débil pero clara. “No te dejes llevar por las emociones. Verónica está desesperada, y eso la está cegando. No puedes permitir que el miedo dicte tus acciones.”
En ese momento, Cassian llegó a los aposentos de Verónica, preocupado y nervioso. “¿Qué está sucediendo aquí?” preguntó, mirando a su alrededor con ansiedad. La tensión en el aire era palpable, y su corazón se aceleró al ver a Verónica en el suelo, pálida y temblando.“¡Cassian!” gritó Verónica, extendiendo la mano hacia él. “¡Ayúdame! ¡Estoy perdiendo a mi hijo!”Cassian se acercó rápidamente, su rostro lleno de preocupación. “¿Qué ha pasado? ¿Por qué no la están atendiendo?” preguntó, su voz temblando.“Ella se niega a dejar que la atienda Elias,” explicó Kaelion, sintiéndose frustrado. “Necesitamos que se calme.”“¡No puedo calmarme! ¡No puedo perder a mi hijo!” exclamó Verónica, su voz llena de desesperación. “¡Quiero a Lord Alaric!”Cassian miró a Kaelion, y luego a Verónica. “Verónica, necesitas escuchar. No puedes seguir así. Si no te dejas ayudar, podrías perderlo todo,” dijo, su voz suave pero firme.“¡No! ¡No puedo
Cassian sintió que su corazón se rompía aún más. “No, no lo sé. Pero estoy aquí para apoyarte, para ayudarte a superar esto,” respondió, su voz llena de desesperación. “No puedes dejar que la culpa te consuma. Tienes que luchar.”Mientras tanto, el médico seguía intentando calmar la situación. “Verónica, debes entender que la negación solo te hará más daño. La única responsable de esta tragedia eres tú misma. Si hubieras permitido que te atendieran a tiempo, quizás el resultado hubiera sido diferente,” dijo Lord Alaric, su voz firme pero compasiva.“¡Cállate! ¡No quiero oírte!” gritó Verónica, su cuerpo temblando de rabia. “No puedo creer que estés diciendo esto. ¡Es todo culpa de Yasira!”Kaelion sintió cómo la frustración lo invadía. “¡Verónica, basta! No puedes seguir así. Esto no es solo un juego. La vida de nuestro hijo estaba en juego, y tú decidiste no permitir que te ayudaran. Eso es un hecho,” dijo, su voz llena de dolor.Verónica, sintiendo que
La lucha por la marca Gobles.En el Monasterio de priato de santa marta, la marca Gobles, en área fronteriza entre Escocia e Irlanda del Norte, la pequeña Estacia tenía paredes y suelo de piedra y un tejado ondulado. Una humedad fría lo colaba todo, proporcionando un brillo desagradable a la luz de la única lámpara.La habitación parecía congelada en el tiempo, como si hubiera sido abandonada hace décadas, con polvo acumulado en cada rincón y telarañas colgando del techo. Sin embargo, en aquella noche sombría, el ambiente estaba cargado de tensión y miedo, como si el lugar hubiera cobrado vida repentinamente. Dos mujeres, con el rostro pálido y los ojos llenos de temor, se aferraban a sus abrigos en un intento desesperado por mantener el calor, mientras una gata negra se acurrucaba a sus pies, también temblando.La puerta, reforzada con una antigua tranca de madera, permanecía cerrada y asegurada desde el interior, como si las ocupantes estuvieran tratando de protegerse de algo que ace
Dolores Se mantenía fijada en aquel hombre, de cabello negro coronado. Mientras sentía un nudo formársele en el pecho. ¿Era una posesión aquello? Respiro hondo y se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración. ¿seria obra del maligno? ¿Sería buena, o mala, aquella conexión con aquel desconocido? Una extraña conciencia la sensibilizo la piel y un fino velo de sudor le mojo la parte de arriba del labio superior a pesar de la humedad y el frío de la estancia. Se llevó una mano a los labios mientras los ojos del desconocido la miraban severos. No podía imaginarse aquellos labios curvándose en una cálida sonrisa. No había cordialidad en ellos; solo un duro y frio cinismo. _ ¿Quién es? _ Pregunto en voz baja._ parece un hombre capaz de alterar el sueño. La imagen seguía mirándola fijamente, reteniéndola presa de su mirada, como si fuera capaz de meterse en su cabeza y leer los secretos más profundos de su corazón, de modo que enrojeció. Y quizás aquellos labios se curvaron
El salón de baile, es el lugar más frecuentado por las madre para conseguir un marido rico, y prominente. Si puedes conseguir un duque o un magistrado que tenga los ojos puesto en una de tus doncellas, es considerado una bendición. Mientras que esa alianza sea beneficioso para subir en la escala social. En el salón de baile aún se mencionaba el escándalo de la familia, Romsome. La sobrina de sir latís de Romsome, Dolores de Romsome, no acepto a Tomber vackler en matrimonio. Era muy común escuchar chisme cuando se trataba de una familia aristócrata. Para Isaac perrils, duque de Llalewans, cada salón de baile que pisaba por primera vez era como una jungla llena de trampas para hombres incautos en vez de tigres. Todas las madres e hijas de Irlanda parecían haberse congregado en Glorios ansiosas por captar su atención, aunque solo fuese un momento. Como si a él le bastara una sola mirada para elegir a su futura novia en un salón atestado. Cuando comprabas un caballo le examinaba a fond
_ Si me lo permite, Excelencia, me gustaría presentarle a mi esposa. Estará encantada de conocerlo y de saber todo referente a Aita!. _ ¿Y no puede preguntárselo ella misma a Aita? _ Por desgracia no! _ Heliodor sonrió con benevolencia _. Por mi culpa. El conde de pertong no me considera lo suficientemente bueno para su familia. Lady Xenema no comparte su opinión, y por eso motivo ha perdido todo contacto con su Hermana!. _ Pertong es un imbécil _ añadió Falister tranquilamente _. No encontrarás una mejor compañía en este salón que Heliodor Bordo ... ni una mente tan aguda!. Isaac había oído opiniones similares sobre Heliodor, a quien se considera un viejo zorro en los círculos políticos por sus exquisitos modales y su extraordinaria habilidad para estar siempre en el lugar adecuado en el momento apropiado. _ ¿La presencia de su esposa en esta fiesta es la razón de no haya asistido la hermana menor? _ Quiso saber Isaac, ligeramente irritado. En las pocas ocasiones que había habla
Falister apena pudo contener una risita. Había vuelto a meter la pata. _ No he querido decir, vaya ... _ aparto la mirada de la señora Heliodor, sin saber muy bien como salir del atollado _. Mi único propósito es conocerla ... hablar con ella… para que podamos familiarizarnos antes de tomar una decisión... Pero puedo asegurarle que, una vez que cierre el trato, le brindo a todo aquello a que este a mi cuidado el respeto y el afecto que merece. Heliodor adopto una expresión dubitativa, como si se preguntara cuanto respeto merecía cuñada. Por su parte, la señora Heliodor siguió mirando fijamente a Isaac, intentando evaluar al hombre que comparaba el matrimonio con la compra de un caballo y que admitía sin pudor su interés en montar a su querida hermana. _ Supongo que es una buena respuesta ... conociendo a mi padre, no podía esperar que eligiera a un marido para Aita basándose en algún lazo de afecto. Debo confiar, pues, en que mi marido y lord Faliste no nos habrían presentado si no